TATUARSE Y DESTATUARSE. LA PERMANENCIA Y EL CAMBIO.

Dra. María Elena

El inicio del uso de los tatuajes no se puede determinar con exactitud. Para algunos autores, están en relación con la existencia de grupos primitivos que se hacían marcas en la piel como un ritual de transición de una etapa  de la vida a otra o para hacer patente a qué grupo pertenecían dentro de la tribu. Algunos otros los relacionan como de carácter curativo.

Ahora bien; ¿En la actualidad, qué motiva a una persona a tatuar su cuerpo?, ¿qué sucede en aquellos que después de un tiempo buscan remover una marca que en un inicio fue pensada como permanente?

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Si el cumplimiento del deseo de tatuarse surge en la adolescencia, etapa que se caracteriza por el cambio y la inestabilidad en busca de una identidad, no es de sorprender que aquella imagen plasmada en el cuerpo como un símbolo de pertenencia, o de la intensidad de emociones que genera el primer amor, entre otras, deje de tener el significado que lo originó cuando la adolescencia es superada por el sujeto.

Por otro lado, en los menos jóvenes y en el  adulto la situación es diferente, aunque también pueden estar presentes algunas actitudes adolescentes cuando deciden tatuarse. Este deseo va a surgir por diversas causas como puede ser la dificultad para poder retener en la mente imágenes, emociones o situaciones experimentadas en la cotidianidad de la vida —capacidad de simbolizar—.

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Un buen ejemplo es cuando una persona atraviesa por la perdida de un ser querido —por muerte o por un rompimiento amoroso—, al  no lograr elaborar un recuerdo nítido en su mente de la persona ausente busca una forma concreta del recuerdo, como la inscripción en el cuerpo de la imagen o del nombre de la persona ausente.

Tanto en la adolescencia como en las etapas posteriores en el deseo por tatuarse siempre va a estar presente la necesidad de ser visto como si se tratara de una confirmación de existencia: si me ven luego existo”.

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De esta manera, el cuerpo humano se transforma en un escaparate que muestra por medio de imágenes —la forma más primitiva del pensamiento—, lo que sucede en el psiquismo del sujeto.

Por otro lado, el dolor físico que provoca el grabar imágenes en el cuerpo, puede estar en relación con la excitación erótica y disfrute que puede provocar dicho dolor  —masoquismo—, lo que conduce al sujeto a desear repetir esta sensación dolorosa una y otra vez.

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El deseo por destatuarse surge cuando aquello que se pensaba permanente cambia: el vínculo amoroso se rompió, superé la etapa adolescente de rebeldía, ya no soy al que le interese la pertenencia a determinados grupos, ahora me interesan otras cosas, la imagen que tengo de mi propio cuerpo cambió.

El tatuaje resulta ser la búsqueda de una forma de permanencia en un mundo cambiante que sin embargo estos cambios alcanzaron al tatuaje ya que ahora se tiene la posibilidad de quedar borrado.