SI LOS MUROS HABLARAN – MONUMENTO A LA REVOLUCIÓN

Mi sótano alberga el Museo Nacional de la Revolución en el que se muestra la historia de México, principalmente del periodo revolucionario

Dejemos que el Monumento a la Revolución nos cuente su historia
“Si algo he aprendido, es que muchas veces las cosas no salen de acuerdo a lo que planeamos. Mi historia es prueba de ello. Imagínense… nací para ser un Palacio Legislativo, pero los designios del destino toman caminos misteriosos, y mi destino claramente no era el que mis muros albergaran la creación de leyes. No señor.  
Mi historia comienza en los últimos años del siglo XIX cuando Porfirio Díaz lanzó una convocatoria para el diseño de un monumental edificio que albergara la cámara diputados, senadores y varias dependencias del gobierno. El elegido fue el arquitecto francés Émile Bénard, quien tenía un impresionante currículum al haber asistido a Charles Garnier con el diseño de la Ópera de París y haber diseñado la facultad de Arquitectura de Beklerly. Con poco más de 50 años, Emile diseño su proyecto con cuidado. Se había elegido un terreno pantanoso cerca del Paso de la Reforma (colonia Tabacalera) y era necesario que tuviera una cimentación especial. Para ello se contrató a la empresa neoyorquina Milliken Bros. quienes utilizaron todos los avances tecnológicos disponibles en ese momento para construir mis cimientos. Así se instalaron 17 mil pilotes de madera y arena comprimida sobre ellos, una plataforma de concreto en donde descansa un entramado de vigas de más de 43 toneladas de peso. 
Todo parecía marchar sobre ruedas. El presidente Díaz me inauguró en 1910 como parte de los festejos por el centenario de la independencia. ¡Quien podría imaginar que en unas cuantas semanas estallaría la revolución!. Las prioridades cambian en un movimiento armado y yo dejé de ser una de ellas. Cuando finalmente tomó el poder Francisco y Madero se habló de reanudar mi construcción pero falleció y mi esqueleto de acero quedó a la vista de todos deteriorandose con el paso del tiempo, durante muchos años. Emile habló con Álvaro Obregón sobre la finalización de su proyecto, pero fue asesinado y él murió al año siguiente. Yo pensé que ese sería mi fin, pero me equivoqué. Durante los años treinta el arquitecto Carlos Obregón Santacilia tuvo una gran idea que le comunicó al ingeniero Alberto J. Pani. El muchacho había crecido cerca de  mis muros así que conocía muy bien mi estado y así para evitar que continuara deteriorándome él surgió aprovechar mi estructura para realizar un Monumento a la Revolución.  La idea era buena, así que después de unos estires y aflojes pusieron manos a la obra. 
Carlos Obregón Santecilia me dio un diseño elegante, sobrio y geométrico con una mezcla entre la arquitectura prehispánica y el estilo Art Decó tan de moda en esa época. Con un notorio contraste entre la piedra volcánica negra y la cantera. Tiempo después de decidió que mis muros eran el lugar ideal para albergar los restos mortales de los héroes de la revolución así que además de monumento a un hecho histórico me dieron la función de recinto funerario. Entre mis muros reposan los restos de Venustiano Carranza, que fueron trasladados en 1942 del Panteón Civil de Dolores, los de Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y los de Doroteo Arango, o Francisco Villa que fueron trasladados desde el Panteón Civil de Hidalgo del Parral, Chihuahua.  
Mi sótano alberga el Museo Nacional de la Revolución en el que se muestra la historia de México, principalmente del periodo revolucionario. Me rodea la Plaza de la República. Ahí se realizan diversas actividades cívicas, deportivas y culturales. 
Con el tiempo volví a perder mi lustre y brillo original. Una ciudad cambiante y vibrante como al Ciudad de México no puede tener monumentos abandonados así que para el centenario de la Revolución volvieron a remozarme y fui re inaugurado el 20 de noviembre de 2010 Les diría que fue una mano de gato, pero no. Se pulió la piedra de mis muros y el cobre de mi cúpula, se renovó el Museo, el mausoleo, se instaló un elevador transparente en el centro y mi terraza mirador fue reabierta al público. Hoy, por mi diseño, iluminación y uso soy un referente en la ciudad. Me diseñaron pensando en muros que albergaran la creación de leyes pero ya ven como son las cosas y terminé como un homenaje a un movimiento social. No esta mal ¿verdad?”
Buen domingo a todos y gracias por leerme.
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