DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLA LA BOCA

En plena temporada de campañas y debates, las palabras de las candidatas y sus voceros tienen más peso que nunca

En buena medida, somos ajenos a los mensajes que involuntariamente damos al mundo todo el tiempo. Podemos presentarnos de una cierta manera, pero nuestra actitud, postura corporal, el modo en que sonreímos, miramos nos delatan. 

Mi abuela Dora decía que el amor y el dinero no se pueden esconder (o la falta de los mismos) y además de ellos hay muchas otras cosas que quedan en evidencia.

La cultura e inteligencia de una persona se verán reflejadas en su conversación y trato. Cuando alguien critica a otro sin fundamento, la envidia queda al descubierto. Al hablar también dejamos ver de qué madera estamos hechos.

Los comentarios clasistas o racistas siempre hablan mucho peor de la persona que los emite que de la persona a la que van dirigidos.  Por eso, la sabiduría popular nos enseña que es mejor callar que dejar en evidencia nuestra ignorancia o malos sentimientos o “en boca cerrada no entran moscas”.

En la Biblia, Lucas y Mateo explican con gran claridad lo que se conoce como:  Ex abundantia cordis os loquitur:  Mateo 12: 34 “Generación de víboras, ¿cómo podéis hablar bien, siendo malos? porque de la abundancia del corazón habla la boca”.

Lucas 6: 45 “El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón habla su boca”.  Las palabras, además de comunicar, por el tono, las palabras escogidas, nos dejan ver qué tipo de persona es con la que estamos hablando.

En plena temporada de campañas y debates, las palabras de las candidatas y sus voceros tienen más peso que nunca. Además de escuchar sus mensajes, es importante poner atención en su tono y la emoción con que las dicen. ¿Están mintiendo? ¿Son sinceras? ¿Cínicas?

En tiempos de la postverdad las emociones tienen más peso que el razonamiento, pero no llevan a nada  bueno. Basta de “otros datos”, queremos los datos que reflejen la realidad. La verdad esta tan devaluada que pensamos que ganó un debate, quien mintió o no respondió a los cuestionamientos.

Para votar se requiere tener 18 años, es decir ser adulto y debemos actuar como tales: bastar nuestra elección en razones, no pasiones, venganzas, revanchas. Escuchemos sus propuestas, lo que dicen y lo que callan. Dudo que este país pueda resistir un nuevo sexenio “con otros datos”.

Gracias por leerme. Buen domingo a todos.

Espero tu opinión dejando un comentario en el blog, en mi cuenta de X, @FernandaT