El negocio está en la tibieza de los medios

Este fin de semana, el periódico New York Times respaldó la candidatura presidencial de la demócrata Hillary Clinton.

Esta es la tercera vez que el diario decide respaldar a la ex Primera Dama. Anteriormente, la publicación arropó a Clinton en su intento por ocupar un escaño en el Senado de Estados Unidos. Años después, en 2008, el influyente diario también acompañó la fallida candidatura presidencial de Hillary. Y es que según el Times, Hillary Clinton es la mejor opción para el partido demócrata.

En opinión del periódico, las propuestas de su principal oponente –Senador Bernie Sanders de Vermont–, son atractivas pero irreales. De igual forma, TNYT considera que el tercero en la contienda demócrata, el gobernador de Maryland, Martin O’Malley –quien recientemente se descartó– puede ser un buen gobernador, un buen legislador pero difícilmente sería un buen presidente.

Sin duda, resulta llamativo el ejercicio que llevó a cabo el New York Times. Para los mexicanos, leer que un periódico apoya abiertamente a un candidato debe ser una novedad.

En el país estamos acostumbrados a suponer que los medios simpatizan con tal o cual candidato o partido pero, en realidad, son sólo elucubraciones. En los hechos, prácticamente ningún periódico, televisora o estación de radio expone sus filias políticas.

En entrevista para La Otra Opinión, el Doctor Raúl Trejo Delarbre explicó que mientras el ejercicio del New York Times es cotidiano en las elecciones de Estados Unidos –sobre todo cuando son procesos cerrados–, los medios mexicanos prefieren apostar por una imparcialidad artificial.

El Doctor Trejo señaló que nuestros vecinos del Norte tienen claro que la prensa no puede –y no debe– mantenerse al margen de las discusiones políticas. Para la comunidad estadounidense es evidente que los medios son empresas y como tal, defienden sus intereses empresariales y sus alianzas políticas.

En el extremo opuesto, la prensa nacional intenta favorecer una idea añeja de imparcialidad y objetividad. A pesar de que ambos son elementos prácticamente imposibles de conseguir en el quehacer periodístico.

Irónicamente, recordó Trejo, el principio de aparente imparcialidad tiene sus orígenes en la prensa anglosajona; la misma que hoy expone abiertamente sus simpatías hacia los partidos y candidatos.

Es así que se antoja incluso más absurdo que las autoridades electorales mexicanas pretendan acotar la libertad editorial –y la libre expresión– en su intento por favorecer la pulcritud de las elecciones.

En el fondo, concluyó el Doctor Raúl Trejo, los medios apuestan por posturas tibias. Y es que la ambigüedad les resulta más redituable. En otras palabras, los profesionales de la prensa mexicana prefieren jugar en la indecisión para evitar comprometer sus alianzas –políticas y comerciales– con los candidatos a cargos de elección popular y con los partidos que representan.