Indolencia del PAN hizo diputada a Lucero Sánchez

Durante semanas, muchos evadieron la responsabilidad de haber entregado una candidatura a la señora Lucero Sánchez, supuesta pareja sentimental de Joaquín, el Chapo, Guzmán.

Sin embargo, este lunes, el periódico La Razón publicó que –según la ex secretaria general del PAN, Cecilia Romero–, atrás de la designación de la señora Sánchez habría estado el entonces presidente nacional de su partido, Gustavo Madero.

En palabras de Cecilia Romero, Madero habría palomeado la candidatura de Sánchez y, posteriormente, el CEN azul la habría ratificado.

Romero explicó que durante esa elección, el CEN tenía la facultad de nombrar a los candidatos locales. Es así que los plazos apretados, la falta de quórum del CEN del PAN –que no pudo sesionar– y las presiones políticas sobre Madero habrían llevado al ex presidente nacional azul a empujar la candidatura de Lucero Sánchez.

En pocas palabras, que más que complicidad, la falta de Gustavo Madero sería de una profunda indolencia.

Y es que a pesar de que los partidos cuentan con organismos responsables de supervisar, investigar y palomear a sus candidatos…

A pesar de que los partidos tienen oficinas que se encargan de construir cuadros, de filtrar a la militancia y de depurar los padrones…

A pesar de que el PAN financia y presume una comisión especial anticorrupción, hoy en manos del reconocido Luis Felipe Bravo Mena…

En los hechos todo este armado se reduce a simple y llana burocracia. En realidad, los partidos están más preocupados por asegurar la renta política, por garantizar espacios de influencia y por afianzar sus cotos de poder.

O si lo prefiere, poco o nada importa a los partidos quiénes son sus candidatos, qué intereses defienden, de dónde viene su financiamiento o cuál es su trayectoria. Lo único que les preocupa es mantener el resultado electoral.

Hoy día, la indolencia de los partidos nos ha dado alcaldes como José Luis Abarca en Iguala –responsable de la masacre de Iguala–, diputados como Julio César Godoy Toscano –vinculado con la Familia Michoacana–; y gobernadores como Guillermo Padrés en Sonora o Humberto Moreira en Coahuila.

Acaso lo más lamentable es que el crimen organizado ya conoce los trámites burocráticos de los partidos. En otras palabras, que los delincuentes saben del trabajo de las agrupaciones políticas y encuentran formas de colarse en sus filas.

¿Y cómo responde la clase política a las consecuencias de su valemadrismo? Simple, se lavan las manos, reparten culpas y se aseguran de señalar que la competencia tiene los mismos errores. Como si al ciudadano le consolara saber que la descomposición está en todos lados.