UNA SEMANA DESPUÉS. REFLEXIONES ELECTORALES.

Las redes sociales pueden ser útiles para expresarnos u organizarnos, pero si queremos cambiar algo, hay que salir a votar

El pasado domingo 6 de junio, tuve la oportunidad de participar como funcionaria de casilla. Fue un día largo y cansado, pero del cual aprendí mucho, así como en los días siguientes a esa jornada.
Si algo me queda claro, es que cada voto cuenta y mucho. Las redes sociales pueden ser útiles para expresarnos u organizarnos, pero si queremos cambiar algo, hay que salir a votar.
En la casilla donde estaba (mi pequeño universo de la jornada electoral) se registró una asistencia histórica: votó el 80 por ciento de la lista nominal. El haber logrado ese altísimo nivel de votación significa que los habitantes de mi colonia le dieron la importancia que merece a la democracia.
Viajes, comidas y pendientes, ocupaciones laborales o apatía, que quizá los distrajeron en otras ocasiones, pasaron a segundo plano. Votaron por un cambio y lo obtuvieron: en las elecciones pasadas, Morena ganó todo: alcaldía, diputado local y federal. En esta ocasión, fue la Alianza quien arrasó.
El voto no es un “cheque en blanco”. Si como legislador o servidor público piensas que tu obligación es quedar bien con tu partido, estás equivocado. La verdadera obligación es con quienes te eligieron. Los ciudadanos queremos rendición de cuentas, transparencia y resultados. Cuando no los obtenemos, el voto va para otro partido o candidato.
El Instituto Nacional Electoral (INE) es un ejemplo de que los mexicanos podemos hacer las cosas en excelencia. Organizar a la perfección una elección, en medio de una pandemia y con altos niveles de violencia, no es tarea fácil.
En mi casilla, al igual que en las miles otras que se instalaron en el país, todo estaba perfecto. Teníamos todo el material y la documentación necesaria perfectamente empacada e identificada. Se dice fácil, pero esos paquetes no se armaron solos. Tijeras, lápices, actas, boletas, lista nominal, sellos, cajas, urnas, tablones y sillas, no llegaron ahí por causalidad, se requiere un alto nivel de eficiencia y organización. Mis respetos para el INE.
Los funcionarios de casilla, nos sentíamos emocionados de participar. El INE transformó esa emoción en conocimiento. Nos capacitó con videos, simulacros y nos dio mucha tarea para estudiar. Sus mensajes constantes por chat, y recordatorios, logró que todos los funcionarios supiéramos que hacer el día de la elección. Para las dudas, siempre estuvo con nosotros Luis González Zúñiga, funcionario del INE, que con gran paciencia respondió todas nuestras dudas.
El INE funciona y funciona muy bien. Por ello, quienes lo atacaron, tuvieron que callar y reconocer su eficiencia. Creo que los candidatos deberían molestarse en aprender las reglas del juego y cumplirlas, para evitar tener problemas. Mis respetos también para los observadores y representantes del partido, estuvieron a la altura. En mi casilla había representantes del PT, Morena y el PAN. A la hora de que realizamos el conteo, observaron y no nos interrumpieron con quejas innecesarias. Todo en orden.
Salimos de la casilla a eso de las diez de la noche. Cansados pero muy contentos. En gran medida ese cansancio valió la pena por los comentarios de ánimo y gratitud que recibimos de quienes fueron a votar. La gran mayoría que asistió a la casilla, lejos de estar enojados por estar formados durante más de una hora, agradecieron nuestra participación en la jornada electoral.
El periodo de elecciones es un tiempo de reflexión para todos. Antes de las elecciones nos toca reflexionar a los ciudadanos, después de las elecciones (ya con los resultados) es tiempo de reflexión para los partidos. Antes de votar nosotros debemos decidir quien es el candidato o partido que merece nuestra confianza. Después de las elecciones los candidatos y partidos deben reconocer los aciertos y errores que los llevaron al triunfo o a la derrota.
Entiendo que los candidatos consideran una buena estrategia salir a decir que ganaron antes de que aparezcan los datos oficiales, pero es una falta de respeto a la jornada electoral. Esperen a las cifras oficiales, y después de ellas actúen en consecuencia. Tampoco es una buena estrategia salir a culpar a otros de las derrotas. No hay campaña de desprestigio que funcione cuando los ciudadanos no quieren un cambio; son los errores y omisiones lo que nos hace buscarlo. No se engañen, ni nos vengan con cuentos.
Al día siguiente de la elección nuestro alcalde Victor Hugo Romo, envió un video al chat de vecinos antes de cerrarlo, en donde aceptaba su derrota y le deseaba lo mejor al nuevo alcalde. A diferencia de otros candidatos, en su discurso no había denuncias de fraude ni compra de votos. Lo mismo hizo el concejal Raúl Paredes en sus redes sociales.
Finalmente, lo importante es entender que una vez que finalizan las elecciones, se acabó la competencia y ya no son “adversarios”, sino ciudadanos que buscan el bien de su comunidad. Tristemente es algo que a muchos todavía no les queda claro.
Muchos dicen que no fue una elección de grandes ganadores o perdedores. Se ganaron unas posiciones y se perdieron otras. Cierto, pero también quedó claro que ya no hay tal cosa como un “partido invencible” y que distritos que tradicionalmente fueron para tal o cual partido, hoy son de otro.
Hace seis u ocho meses, los analistas políticos y encuestas le daban todo al partido en el poder. Hoy, sabemos que eso ni remotamente ocurrió; por algo soy tan escéptica de las encuestas. Me despido reiterando lo que dije al inicio: ni el voto no es un cheque en blanco, ni la confianza es para siempre. Espero que los candidatos que resultaron triunfadores, así lo entiendan.

Buen domingo a todos y gracias por leerme.

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