OJALÁ

Lo más importante para un gobernante es saber decidir. Ser capaz de tomar buenas determinaciones.

Un gobernante no puede basar su conducta en arrebatos o caprichos. Sus decisiones deben estar fundamentadas y ser producto de la reflexión serena y el análisis a detalle.

En el breve tiempo transcurrido desde que López Obrador ganó las elecciones, los mexicanos hemos podido darnos cuenta de la manera en que ha dado marcha atrás en posturas que constituyeron pilares de su campaña.

Una muestra de ello, resulta lo concerniente al precio de los combustibles, que se comprometió, de manera imprudente a bajar de precio.

Calificamos de imprudente el compromiso, porque independientemente del partido en el poder, o la ideologia consustancial a su tendencia política, es innegable que México tiene una economía petrolizada, que se sustenta con base a los ingresos producto de la venta de energéticos.

Prescindir pues, del monto que aportan los impuestos anexos a los combustibles, representa para el gobierno, un dilema financiero prácticamente irresoluble.

Sabemos que un 40 por ciento aproximadamente, del importe correspondiente a un litro de gasolina, son impuestos.

Eliminar los gravámenes a los combustibles, solo sería posible por dos vías, que a final de cuentas, son complementarias:

Por una parte, haría falta diversificar nuestra producción y sus respectivas fuentes de ingreso (agricultura, pesca, ganadería, pesca, minería, industria, turismo y demás).

Y por otro lado, habría que incrementar la recaudación fiscal, acabando con los privilegios y regímenes especiales (cosa que no recuerdo que López Obrador haya mencionado tras ganar las elecciones) y simplificar el pago de las contribuciones, de modo que resulte más sencillo y barato cumplir, que evadirlas.

Otro caso que ejemplifica la necesidad de rectificar, es lo referente a seguridad.

En su campaña, López Obrador aseguró que mandaría soldados y marinos de vuelta a sus cuarteles.

Subrayó que crearía una guardia nacional que se encargase de los temas de seguridad.

Pero al percatarse de la realidad: que la Policía Federal no se ha consolidado como cuerpo, que estados y municipios no han cumplido su obligación de profesionalizar sus organismos de seguridad y depurarlos, de constatar el peso económico y el poder de fuego de la delincuencia organizada, el presidente electo, rectificó: el ejército y la armada continuarán la labor desarrollada hasta hoy.

En lo personal, aplaudo a López Obrador por saber rectificar. No cualquiera es capaz de hacerlo. Dar marcha atrás, es muestra de mesura y realismo político. Habla muy bien del primer mandatario poder hacerlo.

Sobre todo, manda una señal de capital importancia a los futuros integrantes de su gabinete: hay que ser realistas, tener capacidad de adaptarse a la realidad, la obstinación no tiene cabida en un gobierno que tiene la obligación de dar resultados de inmediato, acorde a la expectativa ciudadana que ha despertado.

Y así como López Obrador ha sabido rectificar y dar marcha atrás en materia energética y de seguridad, millones de mexicanos hacemos votos porque sea capaz de hacer lo propio en otros rubros.

Por ejemplo, en lo referente a la descentralización y traslado de dependencias federales y los correspondientes recursos materiales y humanos de cada una.

Cambiar de sede, para cada dependencia, implica una serie de contrariedades, que vale la pena revisar:

Por ejemplo, resulta más barato viajar a la Ciudad de México, desde cualquier parte del país, que ir de extremo a extremo.

Muchas familias se verían afectadas, al trabajar el esposo en un lado, la mujer en otro, tener hijos estudiando o existir dependientes del trabajador que debiera mudar su residencia. En semejantes casos, el traslado, puede devenir en cantidad inimaginable de conflictos de toda laya.

El costo del traslado sería considerable, tomando en cuenta que habrá que arrendar o comprar locales y habría que pagar eventuales claúsulas de penalización de contratos vigentes, que deberán rescindirse.

La opinión de los sindicatos y agrupaciones de trabajadores, deberá valorarse y tomarse en cuenta.

Habrá que considerar también, el tiempo que llevará a cada dependencia, funcionar a plena capacidad y el atraso laboral que en muchos aspectos, irá de la mano del cambio de sede.

En fin, sería conveniente que el presidente electo le de una pensada al asunto y vuelva a pensarlo…

De idéntica forma, sería fabuloso que el presidente rectificase en asuntos tan espinosos y polémicos como resultan: la legalización de la marihuana, el aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo y muchísimos otros, que no son de importancia capital para el país y sus habitantes.

Se trata de temas, que sin entrar a su análisis, polarizan y generan rechazo de por lo menos, medio país; y resulta inexplicable que un gobierno quiera iniciar su quehacer, en medio del conflicto y la polémica.

Hacemos votos porque el presidente López Obrador, haga gala nuevamente de su gran capacidad para rectificar.

Ojalá asi sea para tranquilidad de todos:

Para tranquilidad del gobierno, para que pueda consolidarse, como opción política de cambio;

Y también para tranquilidad del pueblo mexicano, que se encuentre con un primer mandatario que respete sus creencias, valores y modo de vida.

Ojalá…

Dios, Patria y Libertad