Gobierno ilegal e irresponsable

Especial

En la última semana, los nuevos casos de coronavirus en España e Italia se han venido reduciendo. Esto ocurre después de tener más de 12 mil y 8 mil muertos, respectivamente, y cerca de 5 mil personas en estado crítico en cada uno de esos países. Después de tres semanas de aislamiento casi total, lo más grave parecería haberse controlado.

Sin embargo, estos datos dependen de cuántas pruebas se están realizando, qué tan bien reflejan lo que ocurre, y del aislamiento que ha permitido limitar el contagio. Dicho de otra forma, regresar a algo parecido a la normalidad, sin una cantidad extraordinaria de pruebas disponibles, no parece todavía posible.

A nivel global, también tenemos cifras que podrían documentar un poco de optimismo, pero su dependencia del número de pruebas es todavía mayor, considerando que hay muchos países (como éste) donde se ha medido a una proporción realmente pequeña de la población.

Esto significa que tenemos una dependencia considerable del aislamiento, que durará al menos varias semanas. Pero el aislamiento implica una actividad económica muy limitada, que en las sociedades modernas es un problema mayúsculo. Tal vez ahora podamos justipreciar lo que la humanidad ha hecho en los últimos 200 años. En ese lapso logramos multiplicar la población del mundo por poco más de 7 veces, al mismo tiempo que el ingreso promedio crecía en 14 veces. Es decir, multiplicamos por más de cien veces la riqueza en estos dos siglos, pero lo hicimos a través de una mayor interconexión entre todos.

En el fondo, así lo hemos hecho desde hace 15 mil años, cuando aprendimos a vivir juntos en grupos mayores a lo “natural”. Pero lo logrado en este último trecho fue espectacular. La riqueza de cada uno de nosotros depende de la que hemos construido entre todos. Si la gran red se viene abajo, todos nos hundimos. Cada vez que usted se corta el cabello, el peluquero puede ir a comprar ropa, y la modista puede ir a comer al restaurante, con lo que el cocinero logra salir de vacaciones. Si usted no va a cortarse el cabello, como no irá en las próximas cuatro semanas, toda una cadena de personas pierde posibilidades.

Impedir este derrumbe no será sencillo. Requiere esfuerzos extraordinarios de parte de buena parte de los países del mundo, con mayor peso para los más ricos, cuyo impacto en los demás es mayor. La economía número 15 del planeta, o la número 9 medida en dólares comparables, es México. Es decir que entre los primeros puñados de gobiernos reaccionando frente a la situación crítica, uno debería esperar encontrar a este país.

No ha sido así hasta ahora, aunque nos dicen que el domingo van a ofrecernos soluciones, como si tuviéramos tiempo de sobra. Al momento de escribir estas líneas, por ejemplo, faltan unas pocas horas para las declaraciones anuales de empresas. Muchas de ellas, especialmente las más pequeñas, hubiesen agradecido un mes, o dos, de plazo para pagar sus obligaciones. Ese margen permitiría cubrir la nómina en abril, que no habrá ventas. O pagar parte de la renta y los servicios indispensables, para poder retomar actividades en mayo, si es que entonces se puede.

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El gobierno, en cambio, no sólo no ha ofrecido alguna flexibilidad fiscal (a diferencia de todas las demás economías del mismo tamaño), sino que ordena, ilegalmente, que se mantenga la planta laboral durante abril, aunque no haya actividades. No declararon formalmente una Contingencia Sanitaria en los términos de la Ley Federal del Trabajo, simplemente anunciaron una decisión sin base legal.

Insisto en lo que comentamos ayer: no existe manera de que funcione un país moderno sin Estado de derecho, instituciones y empresarios. Van a acabar con todo y mucho más rápido de lo que todos imaginan.