Feminicidios, dólar y petróleo: hablemos de la rifa

Especial

En pocas ocasiones hemos visto una conferencia mañanera con una intención tan clara de alejarse de la realidad y tan golpeada por ésta. En un lunes donde buena parte del país estaba paralizado por la protesta de las mujeres, cuando el precio del petróleo se caía dramáticamente y el peso se devaluaba, el presidente López Obrador inició su conferencia mañanera hablando de la exitosa subasta de bienes decomisados (y de la rifa), pero cuando las preguntas lo llevaron al tema del día, no entró en él.

Y cuando lo hizo volvió a hacerlo mal: el presidente López Obrador sigue sin entender de qué se trata el movimiento de las mujeres y a la manifestación multitudinaria del domingo la sigue viendo como parte de una conspiración en su contra. Insiste en que la violencia es una parte inherente a ese movimiento cuando resulta más que obvio que se trata de provocadores que en ninguna ocasión son detenidos por las fuerzas de seguridad y termina comparándose, él mismo, con Díaz Ordaz.

En el camino, sus paleros cotidianos en la conferencia tratan de desviar a los verdaderos comunicadores del tema. En un día como el de ayer, ni siquiera alcanzó para quitarle la acreditación a Paul Velázquez, “el falso pirata” youtuber, que amenazó y pidió que le dispararan a la reportera, querida y curtida en mil batallas, Isabel González.

Pero al mismo tiempo, se caía el dólar y el precio del petróleo, crecía la amenaza del coronavirus y sigue aumentando la cifra de muertos por medicinas adulteradas en el hospital de Pemex, en Tabasco. Y para nada de eso hubo una respuesta que se apartara de una suma de generalidades.

De poco sirve que se hable de las mujeres y que se diga que se apoya su causa (aunque al mismo tiempo se opine que están manipuladas). Lo que se espera es un plan efectivo en la lucha contra el feminicidio y la violencia contra las mujeres. Se trata de programas concretos (ahí está la reciente ley de libertad sexual de España si no se les ocurre nada).

Y pasan las semanas y no se presenta ni una medida paliativa a una tragedia que crece día con día. El mismo 8 de marzo fueron asesinadas con alevosía tres mujeres, dos en Guanajuato y otra en Torreón. Una de ellas, una joven activista universitaria. No es posible creer que no se pueda presentar una iniciativa, un paquete de medidas para atender la que es hoy la mayor demanda ciudadana y, además, la más visible.

No se puede argumentar que ante los actos de violencia y las provocaciones no se ejercerá la represión porque “no somos iguales” a Díaz Ordaz. Se asemejan a Díaz Ordaz quienes confunden un legítimo movimiento social con una conspiración, pero aquí la única conspiración es la de los provocadores que aparecen en todos los actos de protesta pacíficos realizando acciones que esos colectivos rechazan. Llegan en autobuses, como el domingo, que tienen que haber rentado o robado. Atacan cada vez con más saña y se van. Y nadie los molesta, nadie hace el imprescindible trabajo de inteligencia para identificarlos y saber quién los mueve y financia, para no dejar tantos hechos en la más absoluta impunidad. Ésa es tarea del gobierno, federal y local.

El presidente López Obrador debe tranquilizar a los mercados. Todos sabíamos que el lunes iba a comenzar con mercados turbulentos. No hubo un solo anuncio de medidas para atacar el nerviosismo económico.

En la crisis de 2008 se tomó una serie de medidas anticíclicas que permitieron, no sin costos, sortearla: ayer no se anunció nada. El programa de inversiones energéticas sigue detenido y el pesimismo se ha adueñado de los empresarios. Ese programa, y las reglas para invertir en el sector, serían parte de las medidas que pueden ayudar a recuperar la economía, pero todo sigue igual, mientras se avanza con políticas sectoriales dignas, ahora sí, de los tiempos de Díaz Ordaz.

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El coronavirus es una amenaza latente en el mundo, pero el único mensaje es que estamos en fase de prevención.

Está muy bien y ojalá los casos que tengamos sean, como se ha dicho, exclusivamente de importación. Pero qué previsiones estamos tomando en todos los terrenos ante la posibilidad de la llegada del virus al país y su expansión en el mundo.

Qué hacemos, pensando otra vez en mecanismos anticíclicos, para prevenir que el costo económico global que provoca la epidemia pueda, por lo menos, amortiguarse en el país. Nadie lo sabe.

En esta coyuntura de inseguridad, violencia, feminicidios, legítima protesta de las mujeres, devaluación del peso, caída de los precios del petróleo y peligro de una pandemia de coronavirus, ¿a quién diablos le importa hablar de la rifa del avión presidencial?