La denuncia la formularon trabajadores de distintas dependencias federales que tienen sus oficinas en la capital del país.
El anonimato fue la condición para mostrar sus recibos de pago, su identificación y los billetes de lotería para “El Magno Sorteo” del 15 de septiembre que, “voluntariamente” se les obliga a pagar.
Es decir, que miles de trabajadores del gobierno federal, sobre todo de los niveles medios, han recibido, junto con su salario nominal y su respectivo comprobante de pago, un billete de lotería con valor de 500 pesos, que ya les había sido descontado.
Se trata de una extorsión denunciada por empleados federales, ordenada desde Palacio por el presidente López Obrador quien, en reciente “mañanera”, anunció que los billetes de lotería estaban disponibles para los trabajadores del Estado y, claro, para el público en general.
Los denunciantes también aseguraron que a los niveles más altos de la estructura laboral de la administración federal se les entregan entre tres y cinco billetes de lotería, con el argumento de que reciben un salario que les permite asumir el costo de ser parte del “Magno Sorteo”.
Hasta la tarde de ayer no habíamos confirmado el boletaje total del sorteo, tampoco si se trata de la misma emisión de los billetes que se venden al público en general o, por el contrario, si es una emisión especial.
Lo cierto es que de nueva cuenta queda exhibido, a los ojos del mundo, que para el presidente mexicano la estafa y la extorsión ya son una más de sus locuaces políticas públicas.
Por eso, las preguntas obligadas.
¿Cuántos miles o cientos de miles de trabajadores del gobierno federal son víctimas de tal extorsión?
¿Cuántos billetes fueron elaborados y cuál es el monto total de la recaudación por la estafa disfrazada de venta a los empleados públicos?
¿A dónde van a parar los cientos o miles de millones de pesos que se recaudarán por la extorsión de la lotería?
¿Qué tiene en la cabeza un presidente, como López Obrador, que en lugar de resolver los grandes problemas nacionales, se dedica a extorsionar a los empleados federales, mediante la venta de billetes de lotería?
¿Es el presidente de los mexicanos o el billetero de Palacio?
La única respuesta posible a las interrogantes arriba planteadas es que lo suyo es la estafa y la extorsión; una depurada práctica que ha convertido a López Obrador en todo un maestro.
Y si lo dudan, un breve recuento de extorsiones del Estado.
Apenas la noche del pasado miércoles 27 de julio del 2022, López Obrador le regaló a México y al mundo una prueba más de que, en efecto, la estafa y la extorsión son algunas de sus más depuradas habilidades.
Y es que el mandatario convocó a una cena –en Palacio–, a medio centenar de los más importantes empresarios del país –y algunos de los más reputados del noroeste–, para comprometerlos “voluntariamente a fuerza” a comprar un billete de lotería por la nada despreciable suma de 20, 30, 40 y 50 millones de pesos… “o más”.
La extorsión no sólo sorprendió e indignó a muchos de los hombres de empresa convocados a la cena más cara de la historia, ya que del monto exigido para “la rifa”, fueron obligados a participar sin sus teléfonos celulares y ningún aparato que pudiera dar testimonio de la estafa.
Aún así, algunos de los asistentes lograron llevar al exterior de Palacio una copia del formato de “la extorsión de Estado” de la que fueron víctimas en Palacio Nacional y por parte del propio presidente López Obrador quien, sin pudor alguno, “pasó la charola”.
Un “moche” que según palabras del propio mandatario, era para terminar la construcción de una presa en Sinaloa. Curiosamente “los premios de la rifa” serían lotes turísticos en codiciadas playas de Sinaloa.
Pero tampoco es nuevo que AMLO es el rey de la extorsión.
Y es que durante más de 25 años, López organizó cientos de movilizaciones y plantones que terminaron en una grosera extorsión política, tanto a alcaldes, como a gobernadores y no pocos presidentes en turno.
Durante su cargo como jefe de gobierno del entonces DF, Obrador extorsionó a los trabajadores del gobierno capitalino, a quienes por nómina les descontaban “un moche” de entre 20 y 30 por ciento de su salario.
Cuando se desempeñó como jefe nacional del PRD, instituyó “la bonita costumbre” de exigir “moche” del 20 por ciento “de la dieta”, tanto de senadores, como diputados federales y locales del PRD.
Mismo “moche” que exigía a los gobiernos estatales y municipales del partido amarillo. Y el argumento era “ponerle para la causa”.
En las campañas presidenciales de 2006, 2012 y 2018, “el pase de charola” a favor del candidato López Obrador fue generalizado.
Se obligó a todos los gobiernos, legisladores y líderes del PRD a “aportar para la causa”, mientras que operadores de la extorsión como Claudia Sheinbaum, Yeidckol Polevnski y Julio Scherer –entre muchos otros–, “pasaron la charola” con los empresarios de todo el país.
Y ay de aquel que se negara, porque entonces era víctima de la pandilla de sicarios mediáticos a sueldo del candidato eterno, López Obrador.
Pero el extremo de la extorsión se produjo a las bandas criminales.
Entre 2012 y 2018, una veintena de operadores de AMLO recorrieron el país para contactar a los jefes de las más poderosas bandas criminales.
Los operadores de Obrador ofrecieron poder e impunidad, a cambio de dinero sucio para financiar Morena.
Y hoy están a la vista de todos los narcogobiernos y la alianza del presidente con las bandas del crimen organizado.
¿Aún dudan que López Obrador es el rey de la extorsión?
Al tiempo.