El presidente Andrés Manuel López Obrador prometió que durante sus primeros tres años de gobierno daría muchos recursos para ayudar a Petróleos Mexicanos (Pemex) a sacarla en la crisis en la que estaba; esto con la intención de que a mitad de su sexenio cuente con finanzas sanas y así sea “su palanca de desarrollo nacional”.
Sin embargo, diversas calificadoras han recortado sus calificaciones sobre esta empresa petrolera, incluso han calificado sus bonos como “basura”, esto por la incertidumbre y nula confianza que tienen los inversionistas sobre Pemex.
“Si bien Pemex implementó una medida de reducción de costos y recibió reducciones de impuestos moderadas de México, la compañía continúa con una inversión insuficiente en su negocio principal, lo que podría llevar a una mayor producción y disminución de las reservas”, advirtió Fitch a principios de junio de 2019.
Y ahora este problema se sigue agravando, y es que la paraestatal cerró el 2019 con números muy bajos en materia de producción de gasolinas desde 1990, y también con el peor arranque de los últimos cuatro sexenios.
Las refinerías que opera la empresa productiva del Estado generaron 189.5 mil barriles diarios en promedio el año pasado, es decir, 8 mil 600 menos que en 2018, lo que se traduce en una caída de 4.4%.
Estos datos revelan que este volumen representa una oferta de la petrolera al consumo nacional de apenas 2.6 litros por cada 10 de consumo diario, el mismo porcentaje que se registró un año antes.
Mientras que los 7.4 litros restantes para cubrir la demanda se tuvieron que adquirir a productores de petrolíferos de otros países.
Por su parte, estadísticas del Sistema de Información Energética de la Secretaría de Energía (Sener) muestran que el primer año de la administración de AMLO reportó la peor caída si se le compara con el arranque de sexenio del ex presidente Vicente Fox, cuando se reportó una reducción de 0.21% en la producción de gasolinas entre 2000 y 2001.
Parte del problema, según la Subsecretaría de Hidrocarburos de la Sener, tiene que ver con el bajo índice de capacidad instalada al que operaron los complejos que integran el Sistema Nacional de Refinación —las refinerías de Tula, Salamanca, Madero, Minatitlán, Cadereyta y Salina Cruz.
Además, indicó, que influyen también los reducidos presupuestos para mantenimiento, así como la falta de petróleo crudo para procesar.
Por todo ello debemos preguntarnos ¿Realmente funcionara la refinería de Dos Bocas con estos datos que revelan una baja producción de gasolina?
Con información de El Universal y El Diario de Coahuila
