Salman Rushdie contra la censura

Este fin de semana, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el escritor Salman Rushdie fue galardonado con el Premio Carlos Fuentes.

Sin duda, se trató de un merecido reconocimiento.

Sin duda, la pluma de Rushdie merece ése y otros muchos premios.

Y sin duda, la Feria del Libro de Guadalajara se engalanó con la presencia de esta leyenda viva de las letras.

No obstante, más allá del talento y la obra de Salman Rushdie, vale la pena aprovechar el reconocimiento para traer a cuenta la historia de censura, de represión y de acoso que ha vivido.

Como seguramente sabe, una de las obras más populares de Rushdie lleva por título Los Versos Satánicos. En el libro, el autor se mofa del Profeta Mahoma.

La burla a una de las figuras más relevantes del Islam provocó que, en 1988, el Ayatola Ruhollah Jomeini condenara a muerte a este artista.

Acusado del pecado de apostasía –similar a la blasfemia–, Rushdie fue obligado a huir. Su cabeza tenía un precio de tres millones de dólares.

Durante años, el escritor tuvo que cambiar de nombre, firmar su trabajo con seudónimos y mantenerse en la clandestinidad.

Hoy día, incluso después de la muerte del Ayatola y a pesar de los reclamos e indignación mundial, Rushdie sigue condenado a muerte. Todavía en este momento su cabeza tiene un precio.

De ese tamaño es la censura en algunas partes del mundo. En pleno siglo XXI, todavía hay gobiernos que persiguen a quienes piensan distinto. Incluso hoy, escribir, opinar o decir algo diferente a lo que creen algunos puede provocar una condena de muerte.