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Mando Único, el pleito es político

Tras su llegada al gobierno de Cuernavaca, el futbolista venido a alcalde, Cuauhtémoc Blanco, advirtió que no permitiría la implementación del llamado Mando Único.

Sin explicar los motivos de la negativa –y sin ofrecer una opción–, Blanco cerró la puerta a una estrategia que –según el Doctor Javier Oliva, experto en temas de seguridad–, logró reducir marginalmente la incidencia delictiva en Morelos.

En entrevista para La Otra Opinión, Oliva recordó que a finales de 2015, el Consejo Nacional de Seguridad reveló que los gobiernos estatales arrastraban un grave subejercicio en cuanto a la aplicación de los recursos que corresponden a las policías locales.

Es decir, que existen evidencias sólidas del buen funcionamiento del Mando Único. Aun así, Blanco insiste en oponerse a la estrategia y en convertir la causa en un asunto político.

Si existen dudas de lo anterior, basta echar una mirada a las declaraciones del alcalde de Cuernavaca y del gobernador de Morelos –Graco Ramírez–; ambos encabezan un pleito de niños que dista del nivel de política –y de políticos– que requiere una entidad como Morelos y un municipio con la incidencia delictiva de Cuernavaca.

Acaso lo más grave es que el alcalde Blanco se planta en la negativa y no presenta opciones. Es decir, que se niega al Mando Único, se niega a cooperar con el gobierno estatal pero no dice cómo hará para reducir la violencia en Cuernavaca, ¿cuál es la seriedad de un gobierno así?

Por lo pronto, Cuauhtémoc Blanco dejó ver que el error que cometieron los que los habitantes de Cuernavaca al votar por él.

Hasta ahora, lo único que parece seguro es que Blanco llegó al poder sin un proyecto de gobierno, que su distanciamiento con el gobierno de la capital podría marcar el resto de su administración y que los únicos afectados por estas pugnas sin sentido serán, como siempre, los ciudadanos.

Temixco; ¿de qué tamaño es la crisis?

Todo el mundo sabe que Gisela Mota –la alcaldesa de Temixco, en Morelos–, fue asesinada a las pocas horas de haber asumido el cargo.

Todo el mundo sabe que, según el gobernador Graco Ramírez–, a Gisela Mota la mató el crimen organizado.

Y todo el mundo sabe que el crimen de Gisela Mota ocurrió en medio de una acalorada disputa en torno a la implementación del Mando Único en Morelos.

Sin embargo, lo que pocos explican es el tamaño de la crisis que se vive en Temixco. Es decir, qué tan grande son la influencia y el poder del crimen organizado? ¿cómo se explica que los delincuentes asesinen a una alcaldesa que recién llegó al cargo?

En entrevista para La Otra Opinión, José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano Para la Seguridad Pública y la Justicia Penal AC, explicó que los esfuerzos del gobierno de Morelos para contener la violencia y al crimen organizado son insuficientes.

Prueba de ello es que, durante el año pasado, Temixco ocupó el sexo lugar nacional en incidencia de secuestros. En homicidios, Temixco aparece en el puesto 31, en violación está en el lugar 95 y en robo con violencia ocupa el 73.

De acuerdo con la suma de delitos de alto impacto, Temixco ocupó el lugar número 78 entre los municipios más violentos del 2014. A su vez, el estado de Morelos apareció como el número uno en la lista.

Por eso insistimos, ¿qué espera el gobierno de Morelos para voltear a ver las evidencias? ¿qué espera el gobernador Graco Ramírez para reaccionar frente a los números de la incidencia delictiva? Si los números demuestran que Morelos es la entidad más violenta y que cuenta con algunos de los municipios con mayor número de delitos –como Cuernavaca que encabeza las listas–, ¿por qué los políticos parecen ajenos al problema?

Las cifras no mienten, ¿por qué la autoridad parece empecinada en defender una realidad que no existe?

Elías Azar; a pesar de todo… llegó

A pesar de que unos cuantos trataron de frenar su reelección, hace ayer, el Doctor Edgar Elías Azar tomó protesta —por tercera ocasión— como presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

Como aquí le comentamos, grupos políticos vinculados a Andrés Manuel López Obrador promovieron una serie de amparos en tribunales locales y federales con tal de evitar que Elías Azar repitiera en el cargo.

No obstante, a pesar de los intentos de una minoría de magistrados, los jueces fallaron en favor de Elías Azar y, desde hace unas horas, el magistrado encabeza el poder judicial de la capital.

No está de más preguntar, ¿qué viene ahora? ¿cómo será la relación entre el presidente reelecto y sus detractores? ¿vendrá el tiempo de pagar facturas?

Por cierto, tampoco sobra cuestionar, ¿cuál será la reacción de los cercanos a López –como el ex jefe de gobierno Marcelo Ebrard–, ahora que Elías Azar se encuentra en la presidencia del TSJDF? Después de todo, los intentos por bloquear al magistrado respondían –según se ha dicho–, al temor de Andrés y Marcelo por tener que rendir cuentas ante la justicia capitalina. ¿Será que ahora, luego de la feroz ofensiva en contra del Doctor Edgar Elías, finalmente serán llamados a cuenta los señores Ebrard –por la fallida Línea 12–, y el señor López, por sus opacos segundos pisos?

La revancha de la Reina del Pacífico

Después de 10 meses de haber sido exonerada, la Reina del Pacífico, Sandra Ávila Beltrán, solicitó la recuperación de sus pólizas de seguros.

Cabe recordar que a principios del año pasado, Ávila Beltrán recuperó su libertad luego de casi ocho años de trámites y procesos penales. Durante este tiempo, la Reina del Pacífico fue acusada por tráfico de drogas y, en septiembre de 2014, finalmente la condenaron por operaciones de procedencia ilícita.

No obstante, un Tribunal Unitario de Jalisco determinó que Ávila Beltrán ya había sido juzgada por esa falta –tanto en México como en el extranjero– y concedieron su liberación.

En su momento, la salida de Ávila Beltrán por la puerta principal de una prisión mexicana fue un severo golpe para la credibilidad y la imagen del Estado. Después de todo, la incapacidad de las instituciones nacionales detonó la salida de una criminal acusada, procesada y sentenciada.

Lo llamativo de todo esto es que el escarnio del Estado mexicano no concluyó con la liberación de Ávila Beltrán. Ahora resulta que la Reina del Pacífico quiere lo que le quitaron.

Entre los contratos de seguros que exige la señora Ávila sobresale uno con Seguros Monterrey Antena, por 100 mil dólares; así como otros cinco con Seguros Monterrey New York Life, de los cuales uno es por 100 mil dólares, tres son por cinco mil dólares, y uno por nueve mil dólares.

Se sabe que estos seguros fueron pagados a través de cuentas bancarias en Banorte, Bancomer, HSBC y Santander; las cuales fueron inmovilizadas debido a los movimientos de grandes sumas que no fueron justificados.

En su momento las pólizas se confiscaron por ser consideradas pruebas incriminatorias contra la Reina del Pacífico. No obstante, ahora que Ávila recuperó su libertad, exige que le regresen lo que es suyo.

Además, Ávila Beltrán exige le devuelvan un predio localizado en Hermosillo, Sonora, de 600 metros cuadrados. Y no está de más recordar que cuando la Reina del Pacífico fue detenida le decomisaron 234 propiedades a su nombre, ubicadas en diversos estados del país y sobre todo en Hermosillo, donde se incautaron 227 inmuebles.

PRD en peligro, ¿no que no?

En agosto del año pasado, luego que Andrés Manuel López Obrador renunció al PRD, el ex presidente nacional de ese partido –Jesús Ortega–, aseguró que el Sol Azteca era la principal fuerza política de México. De hecho, Ortega afirmó que la salida de Obrador era una buena noticia para su agrupación: “vamos a una renovación generacional basada en nuevos pensamientos y vamos a superar los viejos dogmas, para ser una izquierda contemporánea, del siglo XXI”, sentenció.

Cuando Cuauhtémoc Cárdenas abandonó al partido amarillo, otro de los ex presidentes del partido –Jesús Zambrano–, confió en que su partido no se desmoronaría. Incluso advirtió que nadie es indispensable en esa agrupación de izquierda; “el equipo tiene otros jugadores que están jugando en conjunto, que es lo que importa en la política para lograr el campeonato”, explicó.

Sin embargo, luego de una terrible derrota electoral –el pasado siete de junio–, luego de la fallida presidencia nacional del último de los Chuchos –Carlos Navarrete–, y luego de que las encuestas muestran al PRD en el fondo de las preferencias, la historia parece ser distinta.

Hace días, recién comenzado el año, el presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, advirtió que el PRD estaría condenado a desaparecer si no se alía con otras instituciones políticas.

En palabras de Zambrano, “sería una insensatez pensar que solos podríamos salir adelante y ganar elecciones y hacerlo arrolladoramente. Sería, prácticamente, condenarnos a un proceso de extinción paulatina”. ¿Qué pasó? ¿se les acabó el empuje? ¿dónde quedaron los buenos ánimos que el clan de los Chuchos mostró cuando el PRD sufrió dos de las fracturas más importantes en su historia? ¿será que los otrora líderes partidistas hablaron demasiado pronto?

Por donde se vea, la actitud derrotista de uno de los hombres que mejor conoce al PRD contrasta con los buenos ánimos que el mismo Zambrano –y otros–, mostraron a lo largo del año pasado.

En consecuencia, no sobra preguntar, ¿Qué fue lo que cambió?

Por un lado, es evidente que el PRD vive uno de sus procesos electorales más complicados en mucho tiempo. Las pugnas internas y los pleitos hacia fuera tienen a los amarillos entre la espada y la pared.

Es probable que el contexto poco favorecedor diezmara los buenos ánimos de Zambrano.

No obstante, tampoco sobra recordar que en política todo tiene una intención. O si lo prefiere, que no sería extraño que, con su declaración, Zambrano estuviera enviando un mensaje. La pregunta sería, ¿para quién es el mensaje?

¿Será, acaso, una misiva para las graderías? Es probable que Jesús Zambrano intente convencer a sus correligionarios de que las alianzas con la derecha –aunque contranatura– son necesarias para garantizar el éxito electoral.

¿Será, acaso, un guiño para el PAN? Y es que, a pesar de que las dirigencias de Agustín Basave –en el PRD– y de Ricardo Anaya –en el PAN–, dicen que los acuerdos van viento en popa; lo cierto es que el acercamiento entre la izquierda y la derecha parece encontrar dificultades en algunos estados.

¿O será, acaso, que Jesús Zambrano habla con alguien más? ¿no será un mensaje para López Obrador?

Al final del día, las alianzas políticas han demostrado ser capaces de unir al agua y al aceite. Prueba de ello es el pacto oportunista entre el PAN y el PRD.

Pero hay más. El crecimiento de Morena a costa del PRD obliga a que los dos partidos sumen esfuerzos si pretenden lograr un resultado favorable en los procesos electorales.

En junio del año pasado, la suma de los votos de los partidos de izquierda fue prácticamente igual a la de los sufragios por el PRI.

Por eso insistimos, ¿a quién le habló Jesús Zambrano? ¿se trata de un coqueteo con López? ¿será que en el PRD ya sienten la ausencia de su cacique y pretenden jugar al “pégame pero no me dejes”?

#Moneros Más Que Mil Palabras

¿Qué dicen hoy los moneros de la prensa nacional?

Para Rapé las diferencias entre el alcalde de Cuernavaca y el gobernador de Morelos por el Mando Único, son una cascarita de futbol.

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#MásPoesía Laura Méndez de Cuenca

Nieblas

 

En el alma la queja comprimida

y henchidos corazón y pensamiento

del congojoso tedio de la vida.

 

Así te espero, humano sufrimiento.

¡Ay! ni cedes, ni menguas ni te paras:

¡Alerta siempre y sin cesar hambriento!

 

Pues ni en flaqueza femenil reparas.

No vaciles, que altiva y arrogante

despreciaré los golpes que preparas.

 

Yo firme y tú tenaz, sigue adelante:

No temas, no, que el suplicante lloro

surcos de fuego deje en mi semblante.

 

Ni gracia pido, ni piedad imploro:

ahogo a solas del dolor los gritos,

como a solas mis lágrimas devoro.

 

Sé que de la pasión los apetitos

al espíritu austero y sosegado

conturban con anhelos infinitos.

 

Que nada es la razón si a nuestro lado

surge con insistencia incontrastable

la tentadora imagen del pecado.

 

Nada es la voluntad inquebrantable,

pues se aprisiona la grandeza humana

entre carne corrupta y deleznable.

 

Por imposible perfección se afana

el hombre iluso: y de bregar cansado,

al borde del abismo se amilana.

 

Deja su fe en las ruinas del pasado;

y por la duda el corazón herido;

busca la puerta del sepulcro ansiado.

 

mas antes de caer en el olvido,

va apurando la hiel de un dolor nuevo

sin probar un placer desconocido.

 

Como brota del árbol el renuevo

en las tibias mañanas tropicales

al dulce beso del amante Febo,

 

así las esperanzas, a raudales

germinan en el alma soñadora

al llegar de la vida a los umbrales:

 

Viene la juventud como la aurora,

con su cortejo de galanas flores

que el viento mece y que la luz colora;

 

Y cual turba de pájaros cantores,

los sueños, en confusa algarabía,

despliegan su plumaje de colores.

 

En concurso la suelta fantasía

con el inquieto afán de lo ignorado,

forja el amor que el ánimo extasía.

 

Ya se asoma, ya llega, ya ha pasado;

ya consumió las castas inocencias;

ya evaporó el perfume delicado;

 

ya ni se inquieta el alma por ausencias,

ni en los labios enjutos y ateridos

palpitan amorosas confidencias;

 

ya no se agita el pecho por latidos

del corazón, y al organismo activa

la congoja febril de los sentidos.

 

¡Oh ilusión!, mariposa fugitiva

que surges a la luz de una mirada,

más cariñosa cuanto más furtiva:

 

Pronto tiendes tu vuelo a la ignorada

región en que el espíritu confuso

el vértigo presiente de la nada.

 

Siempre el misterio a la razón se opuso;

el audaz pensamiento el freno tasca

y exámine sucumbe el hombre iluso.

 

Por fin, del mundo en la áspera borrasca

sólo quedan el árbol de la vida

agrio tronco y escuálida hojarasca.

 

Voluble amor, desecha la guarida

en que arrullo promesas de ternura,

y busca en otro corazón cabida.

 

¿Qué deja al hombre al fin? Tedio, amargura,

recuerdos de una sombra pasajera,

quién sabe si de pena o de ventura.

 

Tal vez necesidad de una quimera;

tal vez necesidad de una esperanza,

del dulce alivio de una fe cualquiera.

 

Mientras tanto en incierta lontananza

el indeciso término del viaje,

¡ay!, la razón a comprender no alcanza.

 

¿Y esto es vivir?… En el revuelto oleaje

del mundo, yo no sé ni en lo que creo:

Ven, ¡oh dolor!, Mi espíritu salvaje

te espera como al buitre Prometeo.

 

 

 

 

 

Argentina: una historia de drogas, política y futbol

El 13 de agosto de 2008 los empresarios farmacéuticos Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina aparecieron muertos en la ciudad General Rodríguez, en la provincia de Buenos Aires, Argentina.

Según se sabe, los tres personajes estarían involucrados en el tráfico de efedrinas, la sustancia base para la fabricación de metanfetaminas.

Al paso del tiempo, el gobierno argentino detuvo a Cristian Lanatta, Martín Lanatta, Víctor Schilacci y Marcelo Schilacci; presuntos autores intelectuales y materiales del que ahora se conoce crimen triple de General Rodríguez.

Sin embargo, el pasado domingo 29 de diciembre, Martín Lanatta, Cristian Lanatta y Víctor Schillaci huyeron de prisión.

El reporte oficial indica que los ahora prófugos sometieron a los gendarmes con pistolas de juguete y, posteriormente, abandonaron la prisión de máxima seguridad ubicada en la provincia de Buenos Aires.

Al botepronto, pareciera que estamos ante otra fuga espectacular, como la de Joaquín “el Chapo” Guzmán.

No obstante, todo indica que el escándalo es mucho mayor. Que la fuga de los tres asesinos es sólo la punta del iceberg. Que, en realidad, el asunto va más lejos e involucra a políticos de primer nivel.

La historia se remonta a los tiempos en que Néstor Kirchner gobernaba Argentina. Entre 2003 y 2007 –periodo de gobierno de Kirchner–, en aquél país se avaló el libre paso de efedrinas. Es decir que se toleró la importación de la sustancia que permitía fabricar una de las drogas más cotizadas en el mundo.

Evidentemente, la apertura del gobierno de Kirchner llamó la atención de los criminales mexicanos. Al cabo de meses, las redes criminales de nuestro país extendieron sus operaciones al Cono Sur. De acuerdo con reportes periodísticos, entre 2006 y 2008 la importación de efedrina se incrementó como nunca. Mientras que en Argentina el kilo de efedra –que se cultiva en China e India–, se vendía en 100 dólares; en México su valor era de más de 10 mil. Un negocio de gran magnitud.

En su columna del 4 de enero, el periodista Jorge Lanata recordó que entre 2004 y 2005 –en Argentina– se importaron 3 mil 449 kilos del producto. En 2006, la cifra aumentó a casi 7 mil kilos y para 2007, la efedrina importada llegó a los 19 mil 200 kilos.

No está de más recordar que en 2006, el empresario de origen chino, Zhenli Ye Gon, fue señalado por resguardar casi 20 toneladas de efedrinas en una de sus propiedades en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Y durante las investigaciones, se descubrió que el responsable de popularizar la frase “o copelas o cuello” tendría vínculos comerciales en Argentina.

Como sea, el relato comienza a tener sentido cuando se toma en cuenta que los tres hombres asesinados en 2008 –Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina–, habrían estado involucrados en el tráfico de esta sustancia. De hecho, se dice que su muerte habría sido la consecuencia de que el negocio de este trío afectaba los intereses de otros importantes “empresarios de la droga”.

Curiosamente, uno de los afectados por las transacciones de los tres de General Rodríguez sería un hombre apodado “la Morsa”. ¿Y quién es la Morsa? Nadie lo sabe con certeza. No obstante, uno de los ahora prófugos, Martín Lanatta, señaló a Anibal Fernández –ex jefe de gabinete de Cristina Fernández–, como el jefe de las redes de importación de efedrina. Es decir, que la mano derecha de la ex presidenta de Argentina podría ser el misterioso personaje.

Pero hay más.

Los ahora prófugos –Lanatta y Schillaci–, habrían desarrollado su carrera criminal en la ciudad de Quilmes –provincia de Buenos Aires–; y de acuerdo a lo que publica Nicolás Wiñazki en su columna de El Clarín, durante la administración anterior, uno de los peores trabajos de supervisión –a través de cámaras de video–, ocurrió en dicha región. O si lo prefiere, que el negocio criminal habría crecido bajo el cobijo de la autoridad.

Lo anterior cobra relevancia cuando se toman en cuenta dos factores:

El primero, que Aníbal Fernández –posiblemente La Morsa–, buscó sin éxito el gobierno de Buenos Aires. ¿Acaso para mantener el control en el centro de operaciones del tráfico de drogas?

El segundo, que no son pocos quienes aseguran que la campaña presidencial de Cristina Fernández en 2007 contó con financiamiento de empresarios farmacéuticos. Es decir, de quienes se beneficiaron con las políticas laxas en la importación de efedrinas. Una vez más, sale a la luz el aparente vínculo entre el gobierno de Fernández y las redes de tráfico de drogas.

En pocas palabras, la comercialización de efedrinas, el arribo de narcos mexicanos a tierras argentinas y el crecimiento exponencial en la fabricación de metanfetaminas no se explicarían sin el apoyo, la impunidad y la complicidad de Cristina Fernández y sus colaboradores más cercanos.

Y si esta historia no lo termina de sorprender, habrá que agregar otro factor relevante en todo esto: el futbol.

Como escribió Osvaldo Pepe en su colaboración en El Clarín, los responsables del tráfico de efedrinas –cercanos a Cristina Fernández–, tendrían el apoyo de grupos de choque; es decir, de golpeadores a sueldo. ¿Y de dónde salían estos matones? En efecto, de las barras de los clubes de futbol.

De hecho, hace horas la policía argentina detuvo a Marcelo Mallo, un líder de las barras del club Quilmes que fue detenido con armas de dudosa procedencia. Anteriormente, Mallo ocupó cargos menores en el gobierno argentino. De acuerdo con lo que publica la prensa de Argentina, el ascenso de Marcelo Mallo estaría vinculado al apoyo brindado por Aníbal Fernández, la supuesta Morsa.

A todas luces, en Argentina se desarrolla un escándalo de proporciones enormes. Acaso lo más llamativo es que se trata de un asunto que involucra a las primeras filas de la anterior administración, que el caso rebasa las fronteras argentinas, que no sólo implica a políticos –también a clubes deportivos– y seguramente seguirá dando de qué hablar en los próximos días. Al tiempo.

 

Gil Zuarth asistirá a la Asamblea Nacional de Venezuela

El pasado 21 de diciembre, Gil Zuarth recibió invitación de parte del diputado Timoteo Zambrano, coordinador de la Comisión Internacional de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), coalición opositora que obtuviera la mayoría legislativa en los recientes comicios para que asistiera al juramento de instalación de la nueva Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela..
Y es que como se sabe, Venezuela celebró los comicios parlamentarios para elegir a los 167 integrantes de la Asamblea Nacional, en donde la MUD –la alianza opositora en Venezuela—obtuvo la mayoría calificada de 112 diputados, contra 55 del chavismo y otros partidos minoritarios además los partidos de oposición en Venezuela se han dado cuenta de que el gobierno de Nicolás Maduro busca impugnar los resultados electorales con el objetivo de disminuir el número de escaños obtenidos por la oposición, de tal forma que no puedan transitar reformas constitucionales, entre otras facultades que, con los resultados actuales, podrían implementarse.
Al respecto Gil Zuarth dijo que  “El 6 de diciembre la voluntad de cambio expresada por la mayoría de los venezolanos, significó una contundente victoria con 112 diputados elegidos, lo que representa la mayoría
calificada en la nueva Asamblea Nacional, la cual iniciará sus labores a partir del 5 de enero (…) En este contexto, tendrá gran significado su solidaria presencia en el acto de instalación de esta nueva Asamblea Nacional”
Se prevé que a la instalación también acuda Andrés Pastrana, ex presidente de Colombia, entre otros participantes que han entendido esta visita como una muestra de solidaridad con el parlamento recién electo.

En Argentina se fugaron tres “Chapos”

En medio del proceso de transición, la política Argentina vive un gran escándalo.

Resulta que el domingo 27 de diciembre, tres asesinos se fugaron de una prisión de máxima seguridad en la provincia de Buenos Aires.

A las pocas semanas de que Mauricio Macri llegó al gobierno de Argentina, los asesinos Victor Schiallaci, Martín Lanatta y Christian Lanatta sometieron a los gendarmes con un arma de juguete y escaparon de la cárcel.

Lo relevante del caso –además de que a Macri se le fugaron tres criminales de una prisión de seguridad máxima–, es que previamente, uno de los prófugos acusó a Anibal Fernández –ex jefe de gabinete de Cristina Fernández, quien fue presidenta de Argentina–, de liderar una red de tráfico de drogas.

Pero hay más, las acusaciones en contra de Aníbal Fernández —quien también buscó sin éxito la gubernatura de Buenos Aires en la elección pasada—, han exacerbado los conflictos al interior de la clase política argentina.

Y por si fuera poco, la fuga de los tres asesinos reveló conexiones del narco argentino con criminales de México, con empresarios que financiaron la campaña presidencial de Cristina Fernández y con políticos de alto nivel en el régimen kirchnerista.

Por eso, en La Otra Opinión reproducimos la opinión y el análisis de la prensa argentina.

En su texto, Carlos Pagni documenta –a detalle–, las redes de complicidad entre el crimen organizado en Argentina y la cúpula del poder.

Crimen y política, el legado más tenebroso de la era K

Por Carlos Pagni

La fuga de Martín y Cristian Lanatta y de Víctor Schillaci significa, reducida a escala, lo que representó para México la de “el Chapo” Joaquín Guzmán de un penal mexicano de máxima seguridad. Más allá de su atractivo cinematográfico, pone en evidencia el nivel de penetración del crimen organizado en la estructura estatal de la provincia de Buenos Aires. En su policía, en su sistema penitenciario, en su Poder Judicial.

Es difícil encontrar un aspecto más perturbador de la herencia del kirchnerismo. Quien con mayor claridad advirtió ese drama fue el electorado bonaerense. El 25 de octubre los votantes realizaron lo que se creía imposible. Mediante un multitudinario corte de boletas, repudiaron a Aníbal Fernández y confiaron la administración a María Eugenia Vidal.

Fernández había sido señalado por Martín Lanatta, uno de los tres fugitivos, como “la Morsa”, el poderoso funcionario que daba protección a una banda de traficantes de efedrina para la que ellos trabajaban. Fernández, por supuesto, rechazó la imputación.

En la perspectiva de la larga duración es una anécdota: al votar contra “La Morsa”, quienquiera que sea, los ciudadanos rechazaron una vinculación entre delincuencia y política con raíces extensísimas. José Luis Cabezas, Julio López, Candela Rodríguez, los adolescentes masacrados a manos de dealers de José León Suárez, Luciano Arruga, y los millones de vecinos que están a merced de los delincuentes que prosperan en el conurbano son, todos, víctimas de alguna “Morsa”.

El “no a la Morsa” fue el principal mandato que recibió Vidal. Es un imperativo para regenerar la política allí donde ésta se muestra más densa, más opaca: el aparato represivo del Estado. Satisfacer ese encargo es uno de los principales desafíos de Vidal. Y también de Mauricio Macri. Importa poco cuánto quiera aproximar su imagen al fuego del problema. Él sabe que el destino de su presidencia depende en gran medida de cómo satisfaga las expectativas del electorado bonaerense. En su discurso inaugural dijo que uno de sus tres objetivos principales es derrotar al narcotráfico. Y en 2017 se vuelve de disputar el liderazgo de la provincia. Sergio Massa y Margarita Stolbizer entrarán en esa competencia discutiendo, con distintas modulaciones, sobre la seguridad. Ese duelo es decisivo para Macri.

Vidal adoptó una estrategia controvertida para superar este reto. Ensayó un acuerdo parcial con el orden preexistente. Para administrar el Servicio Penitenciario confirmó a César Albarracín, alter ego de Ricardo Casal, el ministro de Justicia de Daniel Scioli. En Seguridad designó a Cristian Ritondo, quien reemplazó al jefe de la Policía Hugo Matzkin por Pablo Bressi, quien venía de ser Superintendente de Drogas Ilícitas. Ritondo pactó con Alejandro Granados, su antecesor, la continuidad del resto de la conducción.

Podrían esgrimirse atenuantes para evaluar ese curso de acción. Vidal, que procede de la administración porteña, fue puesta de improviso al frente de un gobierno sin mayoría en la Legislatura. Y depositó la Seguridad en manos de Ritondo, dirigente de su máxima confianza que tampoco es bonaerense. El criterio puede haber sido asentarse en el nuevo territorio para, recién entonces, modificar el esquema recibido. No funcionó.

El fracaso de la receta es progresivo. Se va demostrando a medida que los Lanatta y Schillaci siguen escapándose. La primera señal fue la fuga. Las autoridades denuncian la connivencia de los carceleros con los tres condenados por el triple crimen de General Rodríguez. Pero para advertir esa complicidad no era necesario que escaparan. No sólo la entrevista de Martín Lanatta con Jorge Lanata se realizó con la venia de las autoridades del penal. También fue necesario ese visto bueno para un encuentro mucho más escabroso: el que mantuvieron Lanatta y Schillaci con el abogado Antonio Solibaret, que ingresó en la cárcel como emisario de Aníbal Fernández para negociar. Esa reunión fue filmada y divulgada de modo fragmentario. Quienes vieron la versión completa dicen que es explosiva para la suerte de Fernández.

La evasión de los tres presos fue misteriosísima. ¿Tiene sentido salir de un presidio para deambular por el gran Buenos Aires? Se podría pensar que alguien les prometió que a la salida se encontrarían con dinero, logística y documentos que nunca aparecieron. Que alguien los ayudó a fugarse, pero los dejó expuestos a la cacería policial. ¿O huyeron sin plan alguno porque presentían que dentro del penal estaban más expuestos a la muerte que fuera de él? Esta es la tesis que anoche divulgaba la familia Lanatta a través de uno de sus abogados: “No fue una fuga. Les dieron algo de plata, les abrieron la puerta, y les dijeron que terminen con las denuncias”.

De ser así, los presidiarios deben evadirse de dos perseguidores. Los policías y los que, puede suponerse, podían liquidarlos tras las rejas. ¿El motivo? La conjetura más firme es que los presidiarios pidieron declarar en febrero en la causa que sigue Servini de Cubría por tráfico de efedrina. La hipótesis de que alguien los incitó a una fuga suicida busca perjudicar a Aníbal Fernández, blanco de las imputaciones de Lanatta. En los tribunales se afirma que Fernández está inquieto con el expediente de Servini. Y que intentó, sin éxito, tomar contacto con el fiscal Gerardo Pollicita para hablar del tema.

La búsqueda de los Lanatta y Schillaci es la segunda burla del aparato de Seguridad bonaerense a Vidal. Los prófugos sólo estuvieron cerca de la policía cuando, el jueves, atacaron a tiros a los agentes Lucrecia Yudati y Fernando Pengsawath. Es un episodio muy raro. Carecían de dinero para vivir, pero tenían armas largas para defenderse. Ese día circuló la versión de una negociación con el abogado de Schillaci, Hugo Icazati, que se habría aproximado a la investigación a través de un periodista. La propuesta habría sido que su cliente se entregaría si se lo destinaba a una cárcel federal. Pero las autoridades y la familia de los presos niegan esa posibilidad. Aunque la esposa de Schillaci estaría por plantear que el triple crimen debe pasar a la esfera federal porque el juicio en Mercedes estuvo sometido a la influencia de Aníbal Fernández. Más allá de las desmentidas, funcionarios cercanos a la Bonaerense insisten: “Cuando el abogado dijo que ya no tenía contacto con Schillaci, el jefe de la policía, Bressi, pidió a Ritondo que declarara que los tenía cercados”.

El único cerco que se tendió la noche del año nuevo se habría basado en la identificación de los celulares de los fugitivos. A esa altura, la crisis bonaerense entraba en una segunda fase. Ya se había demostrado la infiltración de la delincuencia en las cárceles. Ahora quedaba en evidencia que alcanzaba a la fuerza policial. El indicio más elocuente fue que Christian Lanatta pudo visitar a su ex suegra, en busca de dinero y de un vehículo. Si lo hizo, razonan los investigadores, es porque alguien le avisó que esa casa no era vigilada. Lo mismo puede decirse de la internación en la quinta del pizzero Marcelo Melnyk, “el Faraón”. Esa propiedad estaría a nombre de un pariente de Schillaci. El “Faraón” visitaba a los condenados de General Alvear. Se le atribuye administrar una cadena de restaurantes que servirían para lavar dinero de la droga, en Quilmes.

A medida que advertían cómo se filtraban hacia los perseguidos los detalles de la investigación, Vidal y Ritondo fueron descubriendo la red de connivencias en la cúpula policial. Comenzaron por reemplazar al jefe de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Quilmes, Roberto Di Rosa. Y siguieron con una reestructuración regional: la DDI Quilmes fue vaciada y cubierta con personal de La Plata. Y la Jefatura Departamental con sede en esa ciudad fue disuelta. Será absorbida por las de Lanús y Lomas de Zamora. Ayer la limpieza subió un escalón jerárquico: Ritondo relevó a Néstor Larrauri, jefe de Investigaciones de la Bonaerense. Larrauri, superior de Di Rosa, iba a ser el jefe de la Policía en caso de que ganara las elecciones Aníbal Fernández. ¿Se lo advirtió Granados a Ritondo? Desde ayer Larrauri está a disposición de Asuntos Internos, que debe determinar si incurrió en algún tipo de encubrimiento.

Las nuevas autoridades prestan especial atención al entramado policial de Quilmes por sus conexiones con Fernández. Allí se produjo, en agosto de 2008, el crimen por el que están condenados los tres prófugos. El comisario de la zona era Carlos Grecco. El 18 de septiembre de 2013 un tribunal oral ordenó investigarlo por presunto encubrimiento del secuestro de Leonardo Bergara. Pero Granados lo mantuvo al frente de la zona Conurbano Oeste de la policía, de donde fue desplazado en noviembre de 2014 por alquilar patrulleros. Viejos colegas suyos aseguran que, si se consultara a su hermano, Aurelio Greco, se obtendría información sobre los vínculos entre los Lanatta, Schillaci, el tráfico de drogas en Quilmes y la cobertura policial.

La fuga de los tres presos de General Alvear plantea incógnitas rebeldes. Sus familias sugieren que fueron inducidos a escapar por quienes podrían ser víctimas de sus imputaciones. Pero las autoridades sospechan de la protección de policías vinculados a Fernández. Nadie sabe a qué bando responde cada actor. Ni siquiera si hay bandos. Sobre estas arenas movedizas Vidal y Ritondo avanzan con la purga de la Bonaerense. Después de Larrauri, llegaría a Marcelo Chebriau, el jefe de Delitos Complejos y Crimen Organizado. Chebriau estaba al frente de la DDI de La Matanza cuando asesinaron a Candela Rodríguez. La comisión senatorial que siguió ese crimen pidió su exoneración. Pero Granados lo ascendió.

Vidal y Ritondo resolvieron una intervención de facto sobre la Bonaerense. Desde anteayer intervienen en la persecución de los prófugos la Policía Federal y la Gendarmería. La AFI brilla por su ausencia. El responsable operativo, Diego Dalmau, un conocido de Silvia Majdalani, la segunda de esa agencia, tiene buenas calificaciones como profesor de la Escuela de Inteligencia. Pero carece de experiencia práctica. El encargado de coordinar los operativos bonaerenses, que ayer produjeron 37 allanamientos, es Román Di Santo, el jefe de la Federal. El protagonismo de Di Santo abre otros enigmas. ¿Utilizará este policía los servicios prestados para demorar el traspaso de 21000 efectivos a la Policía Metropolitana? ¿Renunciará Bressi a la Bonaerense? Se presumía que, como ex Superintendencia de Drogas, resolvería rápido el caso de una banda de narcos. No fue así.

Macri y Vidal están cayendo en la cuenta de lo que el electorado había advertido con claridad. El contubernio entre crimen y política es el legado más tenebroso del kirchnerismo. Involucra a Aníbal Fernández. Pero también a la ex presidenta, que en 2007 se financió con el dinero de los traficantes de efedrina. Y a Scioli, que dejó avanzar el delito en la estructura del Estado bonaerense. Por complicidad. O tal vez por negligencia. La misma negligencia que lo lleva, como único pronunciamiento en medio de la crisis, a continuar una extemporánea campaña por la Bristol, mientras divulga su foto con Carlitos Balá.

Tomado de La Nación

http://www.lanacion.com.ar/1859178-crimen-y-politica-el-legado-tenebroso-de-la-era-k

 

La Otra Opinión