¡LOS HORRORES DE GUERRA TAMBIÉN ESTÁN EN MÉXICO!

Resulta penosa y denigrante de la política exterior mexicana la respuesta de López Obrador al terror lanzado por Hamas contra Israel

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Especial

Resulta penosa y denigrante de la política exterior mexicana la respuesta de López Obrador al terror lanzado por Hamas contra Israel, lo que desató los horrores de la guerra.

Penoso que el presidente mexicano no haya condenado el terrorismo empleado por los extremistas de Hamas, contra la población civil de Israel; incluyendo mujeres y menores de edad. 

Y es que, “como pateando un bote”, el mandatario resumió la crisis global con un inocuo: “Estamos a favor de la paz y no queremos la guerra”.

Parece que López no quiere ver que no es tiempo de lo “políticamente correcto” y tampoco de un tibio “si a la paz y no a la guerra” sino que el fondo del conflicto es la reaparición del terrorismo y las atrocidades cometidas por un grupo extremista como Hamas, en contra de la sociedad civil de Israel.

Por eso las preguntas de rigor.   

¿Cómo entender la tímida y timorata respuesta del jefe de las instituciones mexicanas frente a las atrocidades terroristas?

¿Cómo entender que López apela a la paz y repudia la guerra, pero no sanciona al terrorismo desatado contra civiles por los extremistas de Hamas?

¿O será que estamos ante el cinismo, la estulticia o la irresponsabilidad de un mal gobernante, como AMLO?

No, lo cierto es que la respuesta es clara y contundente. Sí, asistimos a uno de los actos de la más pura y dura congruencia del mandatario mexicano.

¿Un acto de congruencia de AMLO?

En efecto, el jefe del Estado mexicano no se atreve a condenar a los terroristas internacionales porque su gobierno solapa y estimula el terror en México; no condenar el terror que mata a la población civil en Israel porque tampoco tiene el valor y la honestidad de perseguir a grupos terroristas como los cárteles criminales que se han adueñado de todo México. 

En efecto, nadie duda que la guerra es un extremo indeseable que sólo provoca dolor y muerte entre la población civil. Pero también es cierto que resulta imperdonable escudarse en lo “políticamente correcto” para solapar la violencia y el terror de la guerra.

Pero, en el otro extremo, también es cierto que nadie puede exigirle al presidente mexicano que se comporte como lo que nunca ha sido; como un político honesto y un gobernante respetuoso de la vida, preocupado por la salud, la seguridad de los ciudadanos y respetuoso de las leyes.

Peor aún, todos saben que López Obrador se alió con grupos mafiosos y criminales como los cárteles de Sinaloa y Jalisco, para financiar su proyecto político –llamado Morena–, al tiempo que medró políticamente con tragedias como la masacre de “Los 43”.

Sí, mientras que AMLO dice estar “a favor de la paz” y “contra la guerra”, su gobierno es la gestión con más muertes violentas –más de 170 mil–, con más masacres en la historia, con más feminicidios que nunca, con más desaparecidos que todos los tiempos –casi 70 mil–, y con más periodistas asesinados en cinco años.

Por eso volvemos a las preguntas.

¿Cuál es la paz que busca López y cual es la guerra que repudia, cuando México es uno de los lugares del mundo más peligrosos para vivir; de mayor peligro para las mujeres; para periodistas y en donde el crimen organizado es dueño del territorio nacional completo?

  Sí, con toda razón el mundo se escandaliza por las atrocidades cometidas por extremistas de Hamas, pero pocos quieren ver el tamaño de las atrocidades que cometen los terroristas mexicanos; los cárteles que se disputan el país, y que son aliados del gobierno de AMLO.

Y si lo olvidaron, aquí las atrocidades cometidas sólo en el primer semestre del 2022. Según la Real Academia, una “atrocidad” se define como toda “acción desmesurada y desproporcionada que se realiza con brutalidad extrema”. 

A su vez, Causa en Común, la ONG que realiza el recuento más detallado de violencia extrema, define “atrocidad” como “el uso intencional de la fuerza física para causar muerte, laceración o maltrato extremo; para causar la muerte de un alto número de personas; para causar la muerte de personas vulnerables o de interés público y/o provocar terror”.

En su más reciente recuento, Causa en Común documenta que de enero a junio del 2022, en México se cometieron 3 mil 123 atrocidades, con 5 mil 463 víctimas; un promedio por día de 17 actos atroces.

Sólo en enero se registraron 507 hechos atroces y mil 157 víctimas; en febrero 387 hechos atroces y 639 víctimas; marzo 553 y mil 117 víctimas; en abril 493 hechos atroces y 635 víctimas; mayo es el mes del mayor número de atrocidades, con 548 y 874 víctimas. Por último, en el mes de junio del 2022 se detectaron al menos 535 atrocidades y mil 39 víctimas.

Aquí la tipología de las atrocidades en el primer semestre del 2022.

1.- Masacre, 250 casos.

2.- Fosa clandestina, 144 casos.

3.- Mutilación, descuartizamiento y destrucción de cadáver, 426 casos.

4.- Calcinamiento, 127 casos

5.- Tortura, 856 casos.

6.- Asesinato de niños y adolescente, 193 casos.

7.- Asesinato de mujeres con crueldad extrema, 410 casos.

8.- Asesinatos de defensores y derechos, 11 casos.

9.- Asesinato de periodistas, 12 casos.

10.- Asesinato se personas de grupos vulnerables, 27 casos.

11.- Asesinato de actores políticos, 34 casos.

12.- Asesinato de funcionarios de relevancia en seguridad, 125 casos.

13.- Terrorismo, 10 casos.

14.- Linchamiento, 11 casos.

15.- Violación agravada, 96 casos.

16.- Esclavitud y trata, 28 casos.

17.- Intento de linchamiento, 122 casos.

18.- Violencia contra migrantes, 26 casos,

19.- Actos violentos entre grupos delictivos o contra la

autoridad, que generan un alto impacto en una comunidad, 214 casos.

De nuevo las preguntas: ¿Es distinta la realidad que vivieron los mexicanos, en la primera mitad del 2022, a las atrocidades documentadas en la guerra desatada contra Israel por los extremistas de Hamas?

Si, los horrores de la guerra se dispararon en México desde 2019, a partir del actual gobierno, cuyo presidente, López Obrador, se ha convertido en el peor terrorista mexicano de la historia.

Al tiempo.