Hay de todo en los distintos grupos de conversación social. Desde la algarabía a la indiferencia, de las posiciones tomadas a la duda e incertidumbre, del saber repetitivo al ignorar premeditado; de la propaganda convenenciera a la negación de lo evidente. Todo tiene que ver con las campañas y la elección.
Las filias y las fobias a flor de piel, las necesidades, intereses y deseos acompañan al elector; todo es incierto, un día creen que sus candidatos ya ganaron, otro que ya perdieron; uno repite lo que oye, otro niega al que repite. Hay quienes creen que todo ya está resuelto, hay otros que miran lo contrario. Nadie confirma sus dichos. Vamos de las conjeturas a las refutaciones. Solo se habla de que después del tercer debate, viene lo bueno, lo verdadero, lo que definirá los próximos años en la política, en los programas, en las dádivas, en los que serán los beneficiados, en los nuevos afortunados del poder y de sus cercanos.
En muchos lugares esta efervescencia política, ha devenido en malestar, el balance no logra convencer de que se ha avanzado, pero tampoco se mira con esperanza el porvenir. Los que gobiernan prenden veladoras para que todo siga igual, los que se oponen muestran el rostro de los desaciertos, corrupción e impunidad. Ambos pretenden que harán lo mejor en lo que sigue.
Se duda hasta de la conveniencia de la democracia, se dan cuenta de que la autoridad está disminuida, de que los verdaderos gobernantes son los delincuentes organizados, que imponen con plomo y violencia un orden alterno. Nada está resuelto, se sigue echando leña al fuego, usando el poder en contra de críticos y opositores, usando discursos y redes sociales para contrarrestar ataques del poder.
En lo rural y urbano los grupos criminales han ido creciendo, han tomado el control y el poder con sangre y fuego, cobrando por todo aquello que pueden, por árboles, comercios, productos, movilización, intercambios, se volvieron los individuos que extraen recursos de la población por todo, y no hay poder que los detenga, salvo cuando se les enfrenta con violencia también, y surge una escalada de violencia, guerra, de muertes.
Una moneda en el aire va, lo bueno y lo malo en un volado, si gana Claudia y pierde Xóchitl, si gana Xóchitl y pierde Claudia, y lo que viene, hay temores sobre las consecuencias violentas que puedan tener los resultados, temores azuzados por todos lados, que pueden generar una gran participación ciudadana o, de plano, un triunfo del abstencionismo.
Desde luego que la vida cotidiana seguirá después de la jornada electoral, nadie sabe cómo intervendrá la delincuencia, se observa que ya está votando, que ya interviene botando a candidatos, que ya está metiendo su cuchara y que junto con algunos candidatos y autoridades interesadas están haciendo su operación electoral delictiva, comprando votos, induciendo conductas, pretendiendo determinar quién debe ganar.
Hay de todo en las conversaciones, que suben y bajan de tono conforme a los acuerdos o disensos.
Esperemos que la pasión no lleve la sangre al río, que triunfe la democracia y se logren gobiernos legítimos, legales y en beneficio de la sociedad.
Así son los tiempos que corren en la ciudad y el campo, en el territorio nacional mexicano, siguen teniendo la palabra los electores, a pesar de todo. Muchos ven que ganan o que pierden, su arqueo de caja interesado va a determinar sus decisiones, es una razón instrumental del debe y el haber, es una manera de decidir, no siempre la mejor, pero es la decisión soberana del votante y de los interesados en llevar agua a su molino.
