LA “FILOSOFÍA DE LAS VACAS” y ABSURDISTÁN

La lógica pierde peso y los insultos (argumentos de quien no tienen argumento) proliferan

Lo ideal sería que todos nuestros pensamientos fueran empáticos, positivos y compasivos. Desafortunadamente, bien sabemos que hay sentimientos que carecen de las características anteriores y  que no podemos evitar.  Un buen ejemplo de esto es la envidia.
Me refiero a la envidia “de la mala” –dudo que exista de la buena–  ese sentimiento de enojo que surge cuando otra persona obtiene algo que nosotros deseamos y que (secreta o abiertamente) pensamos que tenemos más derecho que ellos.  ¿Quién no la ha sentido alguna vez? Si bien es difícil evitarla, lo cierto es que cuando lo pensamos fríamente, estacionarnos en la envidia es una auténtica pérdida de tiempo.
Por mucho que envidiemos la buena fortuna de otros, esa envidia no hará nada para que consigamos lo que deseamos. Por ello, resulta inútil malgastar nuestro tiempo envidiando el nuevo puesto de mengano, el viaje de zutano o la pareja de fulana porque la envidia no nos hará conseguir el trabajo, el novio o irnos de viaje.
Otro sentimiento, terrible quizá, pero profundamente humano, es la alegría por el sufrimiento o la desgracia ajena. Este sentimiento que en alemán se denomina schadenfraude, mismo termino que usamos en español, y que algunos traducen como regodearse o complacencia maliciosa.
La envidia es un sentimiento humano, pero alegrarse por la desgracia ajena es diabólico, como decía Arthur Schopenhauer. Diabólico o no, lo cierto es que desde pequeños, somos presas de este sentimiento como cuando en el jardín de niños un compañerito no te daba de su almuerzo y cuando se le caía la bolsita de papas o las jícamas le decíamos: “Me alegro, ésto te pasa por no compartir tu comida”.
Hay un concepto aún más complicado y dañino que une a conceptos anteriores. No sólo sientes envidia, o te alegras de la desgracia de otro, sino que harás todo lo posible por sabotearlo; aún a costa de tu propio bienestar.
Una amiga croata lo llama  “la filosofía de las vacas” y lo usa para definir una forma de pensar que, me explica, se da con frecuencia en su país y se resume en la frase: “Qué se muera mi vaca, antes de que tú tengas dos”. El rencor y resentimiento es tan grande que eres capaz de sacrificar a tu vaca, con tal de que tu vecino no prospere y tenga más vacas que tú.  Es estar dispuesto a cualquier cosa (hasta arruinar tu propio bienestar) con tal de que no estés mejor que yo.
El nivel de rencor, odio o las ganas de venganza, sobrepasa a nuestro instinto de supervivencia, de buscar estar mejor para dirigirlo a que otro sea desgraciado. A pesar de que esta filosofía es propia de “Absurdistán”; basta echarse un clavado a las redes sociales en cualquier momento para ver grandes ejemplos de la filosofía de las vacas en nuestro país.
Ahora que estamos en tiempos electorales, con el ánimo crispado y el enojo y la frustración a flor de piel, la “filosofía de las vacas” florece nuevamente. La lógica pierde peso y los insultos (argumentos de quien no tienen argumento) proliferan. Si bien ya vivimos algo parecido en 2018, cuando escribí originalmente sobre el tema, tres años más tarde volvemos al mismo lugar.
Hagamos un poco de memoria, de las tres opciones punteras en las encuestas, la mayoría coincidía en que José Antonio Meade contaba con sobrada experiencia e incuestionable preparación. Su patrimonio era claro y su enriquecimiento lógico y entendible. Daba confianza a los inversionistas. A pesar de coincidir en que era un gran candidato, decidieron no votar por él, por no querer darle un voto al PRI, partido que lo postuló y la mayoría le dio un voto de confianza a Andrés Manuel Lopez Obrador, a pesar de que varias de sus propuestas eran preocupantes.
Tres años después, estamos pasando una crisis económica y sanitaria, periodistas son atacados con frecuencia desde el poder, la inseguridad sigue amenazándonos y no ha disminuido la corrupción. Las instituciones que hemos construido con esfuerzo ciudadano durante años, están amenazadas.
Por ello, me parece incomprensible, digno de Absurdistán, que en estos momentos todavía haya quienes sigan promoviendofilosofía de las vacasdefendiendo lo indefendible o justificando lo que antes criticaban. Lejos de ayudar al presidente a corregir el rumbo, ahondan el problema. Alegrarse de que otros “perdieron privilegios” cuando el país no va bien, es absurdo. Es un buen momento para exigir al gobierno que se enmienden errores y se corrija el rumbo.
¿Será que éste seis de junio seremos capaces dejar la filosofía de las vacas atrás, para  proteger el futuro democrático del país? Tengo confianza en que así sea.
Los dejo con está reflexión:“Si existiese en el mundo de hoy un número tan grande de gente que deseara su propia felicidad más de lo que desean la infelicidad del resto, tendríamos el paraíso en unos pocos años”. Bertrand Russel
Buen domingo a todos y gracias por leerme.
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