JUZGAR DOS VECES POR EL MISMO DELITO

Lamentar nuestra acción y culparnos no soluciona nada. El que te sientas culpable no te hace ningún bien ni ayuda al ofendido

“El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida.” Oscar Wilde
Todos cometemos errores. Algunos son de poca transcendencia (afortunadamente la mayoría) y otros son graves, que lastiman a otros y nos hacen sentir avergonzados y arrepentidos.
Después de estas descomunales “metidas de pata” es fácil quedarnos atrapados sintiéndonos culpables. Nos juzgamos y condenamos interminables veces por el error y parece imposible poder perdonarse a uno mismo. Vivimos en una pesadilla.
En la mayoría de los países, las leyes para ser justas, siguen un principio de derecho llamado Non bis in ídem (no dos veces sobre lo mismo) es decir: “Nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, ya sea que en el juicio se le absuelva o se le condene”.
Para ser justos con nosotros mismos deberíamos juzgarnos solamente una vez por nuestro error, asumir sus consecuencias, tomar las medidas para remediarlo y perdonarnos.
Lamentar nuestra acción y culparnos no soluciona nada. El que te sientas culpable no te hace ningún bien ni ayuda al ofendido. Es mejor actuar, pedir perdón y tratar de hacer todo lo que esté en nuestras manos para resarcir el daño.
El principio Non bis in ídem no sólo es útil cuando nos equivocamos, sino también cuando somos la parte ofendida. Digamos que tu pareja, un amigo o familiar cometió una falta que te lastimó profundamente. Si decides continuar con la relación y perdonar esa falla, no puedes sacar a relucir ese error del pasado en cada nueva discusión. Esa ofensa ya fue juzgada una vez y no debería ser juzgada nuevamente, si queremos que se haga justicia.
Bien dicen que el perdón es un regalo que te haces a ti mismo, pero no siempre nos damos ese regalo. Hay veces que no queremos perdonar al otro porque pensamos que al hacerlo estamos justificando ese error.
Nos aferramos al rencor como una especie de “castigo” hacia quien nos ofendió. El problema es que el rencor, nos roba la posibilidad de perdonar y nos deja anclados en el dolor. Por algo decía Nelson Mandela que el rencor es como tomar veneno y esperar que mate a tus enemigos.
Algo similar ocurre cuando no podemos perdonarnos. A pesar de que  las consecuencias de nuestro error hayan sido dolorosas y desagradables, seguir reprochándonos no cambia lo sucedido, nos llena de amargura, y nos impide dar vuelta a la página.
Seas tú la parte ofendida y sientas rencor o bien la parte agresora y te sientas profundamente culpable, no te quedes anclado en lo que te lastima. Recuerda que nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito y trata de perdonar o perdonarte.
Buen domingo a todos. Gracias por leerme.
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