Época de regalos

“La excelencia de un regalo reside en su conveniencia y no en su valor.” – Charles Dudley Warner

Suena a cliché, pero todos sabemos qué los mejores regalos son los que no se pueden comprar en las tiendas.

Un regalo es aquella cosa que se da a una persona como muestra de afecto o consideración. A pesar de no ser una obligación, solemos dar regalos en los cumpleaños, nacimientos, bodas y desde luego, en ésta temporada navideña. Reza el refrán que “A caballo regalado no se le ve colmillo”. A los regalos tampoco se les pone “miramientos”, pero tampoco les ponemos la etiqueta con el precio. Una amiga me comentó que su ex-suegra cualquier regalo que daba a ella o a sus hijos de cumpleaños o navidad, tenían siempre la etiqueta con el precio. Nunca le dio la nota para que los pudiera cambiar si no le gustaban o no les quedaba, pero invariablemente, tenían la etiqueta del precio. Quizá fue un descuido, o tal vez una manera no muy sutil de que su nuera supiera cuánto había gastado, o que no era un “roperazo”.  

Y hablando de roperazos. Todos sabemos que reciclar o reutilizar está muy bien, pero hay que pensarlo bien cuándo de regalar se trata. Eso de dar algo que nos dieron y no nos gustó o para salir del paso (que es la definición roperazo) no es apropiado para alguien que queremos. Habría que preguntarnos ¿Por qué regalamos? ¿Para agradar al otro? ¿Para demostrar nuestro afecto por ellos? ¿O por salir del paso? Regalar por “salir del paso” o “quedar bien” no es una buena opción y generalmente tiene el efecto contrario. A una amiga, le regalaron (muy bien envuelto, eso sí) el adorno con la inicial de su nombre de un bolso muy costoso que se había comprado la persona que se lo regaló. 

Cuándo damos algo, es por la intención de mostrar nuestro cariño y por ello buscamos algo que le guste a esa persona (de acuerdo a nuestro presupuesto) y si el presupuesto no te permite gastar, siempre puedes regalar tu compañía y apoyo, que será mucho más valorada que un roperazo. El otro día hablando del tema, alguien comentó que a su hijo, el día de su primera comunión le regalaron un frutero de cristal. No es tan difícil entender que el regalo debe gustarle a quien lo recibe, no algo que quisieras para ti.  ¿Cómo para qué querría un niño de diez años un frutero de cristal? ¿Qué haría con él? No pudimos averiguarlo. 

Con el paso de los años he aprendido que lo que más aprecio como regalo es, además de la salud, el tiempo que me dan mis familiares y amigos. En este año que empieza, decidí no hacer una lista de propósitos, sino una lista (y es larga) de todo aquello que agradezco a la vida y al recién finalizado 2022. El tiempo que pasas con la gente que amas es, definitivamente, el mejor regalo que puedo recibir y espero que el 2023 venga cargado de esos maravillosos momentos para todos.  

Feliz Año Nuevo a todos. Gracias por leerme. 

Espero tu opinión dejando un comentario en el blog, en mi cuenta de Twitter @FernandaT o en mi correo: [email protected]