EL PRECIO DE VOTAR DE MANERA IRRESPONSABLE

Una de las características de Andrés Manuel López Obrador es su locuacidad y su charlatanería.

Como buen populista, es el típico agitador de plazuela: habla incesantemente, al grado de marear con el parloteo de su voz chillona.

La peculiaridad de López Obrador es que a pesar de su gusto por la arenga y la retórica, que por lo general se traduce en diatriba, es que nunca propone nada sensato y mucho menos, resuelve nada.

Lo anterior es entendible, porque su estrategia proselitista de toda la vida, se basa en confrontar y en dividir y si resuelve conflictos, esto no es posible.

Pero además hay que decir, que en su estilo personal y en su discurso, pesan mucho sus complejos; su ignorancia aflora y por ello busca rodearse de individuos igualmente ignaros (o más de ser posible).

Es por estas razones (su ignorancia y sus complejos) que López Obrador no viaja: porque teme verse exhibido y ridiculizado al verse confrontado y comparado con figuras, que han hecho de la preparación y el estudio, disciplinas al servicio de su pueblo.

Pero no es el caso de López Obrador, un alumno mediocre, que tardó catorce años en titularse y que requiere de Dios y su ayuda, para articular coherentemente un par de frases en su lengua natal, porque ni por error habla lengua extranjera alguna.

La falta de ideas es una falencia acusada en el gobierno de López Obrador. De tal suerte, no hay estrategia, ni políticas de estado en su régimen, tendientes a solventar la problemática nacional. En una administración cuyos sellos característicos son el amiguismo y el chambismo, la politica a implementar es únicamente el clientelismo.

López Obrador no tiene en mente más que repartir el dinero que no le pertenece y que el país no tiene, ansioso por lograr popularidad a toda costa y granjearse la lealtad de las hordas famélicas de sus seguidores, dispuestos a cualquier indignidad, en aras de ganarse la atención de su mesías.

Sabemos que López Obrador va a causarle mucho daño a México y esperamos no sea irreversible, porque subrayamos, es un individuo que no resuelve nada y que hace exactamente lo contrario de lo que predica, pero que por su propensión a la controversia y la polémica, puede suscitar un estallido social, toda vez que la turba que lo sigue, confía en que sin dar un golpe y con solo obedecer los deseos de su amo, será capaz de obtener lo que no les pertenece y que a otros, les llevó años de esfuerzo y estudio conseguir, pero que ellos lograrán a base de fanatismo y fidelidad caninas. No se pone nadie a ver, que lo anterior implica la aniquilación del aparato productivo nacional.

Empero, la inclinación de López Obrador hacia la división y la discordia, pueden contener el germen de su aniquilación, porque tarde o temprano, la parte pensante de la población descubrirá que es el causante de sus desgracias y se volverá furiosa contra él.
Esperemos que para entonces no sea demasiado tarde.

El régimen lopezobradorista es la glorificación de la ineptitud y la mediocridad y la mejor muestra de que elegir, dejándose llevar por la ira, la envidia, la ignorancia y el resentimiento, pueden provocar los peores resultados.

Esperemos que México aprenda tan dolorosa lección y no la deba pagar a precio de sangre.

Dios, Patria y Libertad