El populismo: trampas y tentaciones

Creo que lo más complicado para los actores que intervienen en el reparto de la llamada cuarta transformación, es elegir que tipo de representación quieren llevar a cabo.

De todos ellos, pero principalmente de Andrés Manuel López Obrador, que en este caso, hace las veces de director, depende la naturaleza de la representación a escenificar.

La verdad es que muchos de los protagonistas del reparto consideraban que se trataba de una epopeya de ribetes históricos, aunque en la práctica, los mexicanos nos hemos podido percatar que las capacidades histriónicas del reparto son muy limitadas y solamente alcanzarán para géneros menores. Lo esencial, en estos casos es que no vayan a degenerar, merced a su incapacidad, en un sainete, una ópera bufa o de plano, en tragedia.

El populismo implica y significa multiplicidad de trampas y tentaciones para quienes se mueven dentro de esta tendencia política, que equipara a sus prosélitos con artistas noveles, ansiosos de popularidad.

Por tanto, estarán dispuestos a realizar los peores disparates, con tal de atraerse notoriedad, con tal de que se hable de manera perenne de ellos, con tal de figurar siempre en el candelero.

Tal es el riesgo: querer darle gusto a todos. Pretender figurar a toda costa en primera línea en los afectos del pueblo, con lo cual, los protagonistas se vuelven incapaces de la sinceridad, pretenden prescribir solo tónicos dulces y agradables; son incapaces de admitir lo amargo, complicado y escabroso de la vida cotidiana. Son como diría Ángel Verdugo, incapaces de contrapuntear y discutir con esa visita inoportuna, pero inevitable que se llama Doña Realidad y que periódicamente pasa a visitarnos.

Porque el riesgo más grande que entraña el populismo, es querer distorsionar el orden natural de los acontecimientos, para presentar escenografías a modo, tal cual hacía aquel conde ruso de apellido Potemkin, para dar gusto a sus soberanos.

Y perder de vista la realidad, por caer en las trampas y tentaciones del populismo, presupone riesgos análogos a los que implica perderse en un desierto, sin llevar el equipo editorial indumentaria requerida para la supervivencia.

Solamente que admitir la realidad cotidiana, cruda y descarnada; y evadir las trampas y tentaciones del populismo, es un ejercicio que por razones ignotas no se le da a los integrantes de las corrientes de izquierda, que tienen por lo que sabemos, una ingente necesidad de saberse amados por el pueblo y son por tanto, incapaces de llevarle la contraria y de darle malas nuevas, ignorando que la vida es así y no todo es miel sobre hojuelas.

Evadir las trampas y tentaciones del populismo es lo primordial para que López Obrador y sus corifeos logren llevar el presente gobierno, autodenominado la cuarta transformación a buen puerto.

El tema, reiteramos, es que la capacidad y calidad del reparto es muy corta y para colmo, falta sensatez y oficio político, con lo que pudiera de pronto compensarse de alguna manera las limitaciones de los participantes.

De manera tal, que nos toca a los ciudadanos de este país, constituirnos en contrapesos verdaderos y en oficiosos asesores de las autoridades, tratando de que nuestro clamor incida en la actuación del elenco.

Ya veremos la naturaleza de la obra a la que la cuarta transformación nos invita a asistir. Con que no se trate de una tragedia, podemos darnos por bien servidos.

Dios, Patria y Libertad