El mapa a inicios de 2018

Por Mario Schettino

Como usted sabe, la fecha de inicio de año es una simple convención y no tiene nada de especial. No es un momento naturalmente significativo, como los solsticios o equinoccios, aunque ahora nos tocó luna llena para empezar 2018. Tampoco representa alguna transformación social o económica, pero se suele aprovechar este momento para pronosticar lo que ocurrirá en los siguientes 365 días, con la misma fortuna de cualquier otro día: ninguna.

Así que más que imaginar lo que ocurrirá, permítame compartir con usted lo que creo que ahora ocurre y es relevante, de manera que, al menos, podamos ubicarnos en el flujo de los fenómenos, si bien no adivinar el futuro.

La efervescencia internacional es extraordinaria. Aunque siempre pasan cosas, las de ahora son poco comunes y abundantes. Continúa el retroceso estadounidense, que no empezó con Trump, sino con Obama, pero ahora de forma más acelerada y, sin duda, diferente. Puesto que no hay potencia mundial que pueda sustituir al país vecino, lo que vemos es el ascenso de potencias regionales. La más evidente es China, que continúa con su intento de cerrar el Mar del Sur de China. Les ha ayudado la atención que ha atraído Corea del Norte, y por lo mismo no parece que vayan a ayudar mucho a Trump en su intento de controlar a Kim Jong-un. China avanza en su proceso de desendeudamiento, cargando el costo a los hogares, y por eso las cifras de crecimiento que publican son increíbles. Para sortear el incremento de presión social, el gobierno chino se ha hecho más autoritario durante los primeros cinco años de Xi, cuyo gobierno parece que se extenderá indefinidamente.

También Rusia ha tratado de extender su presencia desde hace tiempo. Es un país muy grande, con fronteras difíciles de controlar, de forma que siempre ha tratado de construir estados buffer a su alrededor. Es el caso de Bielorrusia y Ucrania, en el lado europeo, y de los stanes en el Asia central. Cuando no hay un gobernante autoritario afín a Moscú, hay problemas, como ha ocurrido con Ucrania desde hace años. Los otros dos segmentos de frontera rusa están en el Cáucaso y frente a China. Para el primer caso, Rusia se ha involucrado en el desorden sirio; para el segundo, hace alianza con los chinos, especialmente en materia energética.

Sin duda, la región más compleja del mundo en este momento va desde el Indo hasta el Mediterráneo. La guerra civil en Siria, con el involucramiento de Turquía, Rusia y Estados Unidos, no es novedad. El cambio de mando en Arabia Saudita sí lo fue durante 2017, y eso parece haber alterado el precario equilibrio en la región. El gran enemigo de los saudíes, Irán, vive momentos de turbulencia que no recuerdo haber visto en los últimos 40 años. Tanto en Arabia como en Irán los gobiernos son virtualmente teocráticos, y justo eso se ha puesto en duda en las últimas semanas, con medidas de liberalización que por acá nos pueden parecer risibles, pero que allá ponen en riesgo todo el discurso sobre el que descansa la legitimidad de los gobernantes.

En Occidente, la noticia desde hace dos años es el avance del populismo, que va acompañado de un fracaso general de los políticos, que no pueden ganar elecciones desde entonces. Pero en América Latina, en ese mismo lapso, lo que hemos visto es un rechazo electoral al Chavismo y sus sucesores. Este año habrá elecciones en México, Brasil, Colombia y Costa Rica. Cuál de las dos fuerzas será más notoria (populismo occidental, rechazo al populismo izquierdista), no parece evidente en este momento.

Ahí tiene usted las líneas que me parecen más relevantes en eso que llaman geopolítica. Pero faltan otras dimensiones.