EL DILEMA PRESUPUESTAL

En los últimos días se ha hablado mucho del dilema presupuestal en que se ha metido López Obrador. La razón es muy sencilla, ya los analistas económicos habían anticipado que no alcanzaría el dinero para cumplir con todos los compromisos adquiridos y todas las promesas realizadas.

Siendo más que evidente el talante populista del jefe del ejecutivo, es de suponerse que la estrategia de gobierno de su régimen es una sola: el reparto de dinero a discreción, a efecto de garantizar contar con clientelas políticas leales.
No es la intención del primer magistrado resolver los grandes problemas nacionales y las contradicciones resultantes.

Por el contrario, López Obrador intenta acentuar los enconos existentes y de ser posible, generar otros nuevos, con el afán de que sus clientelas encuentren en él, un instrumento que les permita vengarse de quienes consideran los han hecho objeto de agravios.

De tal suerte, no interesa al hombre de la Chontalpa, procurar que mejoren el campo, los servicios de salud o la seguridad. Por esta razón retira dinero a estos rubros. No le interesa reducir la brecha entre ricos y pobres, por eso no apuesta a proyectos económicos viables y solo se empeña en emprender aquellos que resulten favorables a sus allegados, para poder lucrar y cumplir con el pago de favores de campaña.

No interesa a Lopez Obrador un país productivo y con una moral sana entre su población; por el contrario, le resulta primordial mantener satisfechos a los grupos de radicales que lo apoyan y que constituyen tremendos factores de discordia social: es en tal virtud, que promueve iniciativas perversas como las que buscan legalizar el consumo de drogas, el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo.

Para López Obrador no es importante que el pueblo prospere y mejore sus condiciones de vida, para él lo que importa es mantenerlo pobre, para garantizar tenerlo sometido, a base del reparto de migajas, que no lo dejen crecer, pero que impidan muera de hambre.

Es preciso entender que el dilema presupuestal para López Obrador radica en que ha percibido que somos un país de flojos, renuentes al trabajo, esperanzados en recibir apoyos del gobierno, que es lo que procura garantizar. Démonos cuenta que mientras esta actitud social no cambie, la postura oficial permanecerá inmutable, idéntica y que no podremos pretender mejorar cuanto acontezca en nuestra patria.

De la capacidad de los actores políticos presentes en el escenario nacional, depende auspiciar las sumas y alianzas electorales, favorables al país, que permitan desplazar a los actuales gobernantes, cuya labor es deleznable. Ojalá se imponga la cordura, para frenar la locura presidencial, que se ve planteada en el dilema presupuestal prevaleciente: financiar la entrega de dádivas a discreción o optar por contar con proyectos capaces de detonar el desarrollo.

Alguien debería decir a López Obrador que apostar por subvenciones y subsidios, es una postura que inevitablemente nos llevará al despeñadero, como ya ha sucedido anteriormente. Es de lamentarse la falta de memoria política y económica.

Dios, Patria y Libertad