DONALD TRUMP, VLADIMIR I. LENIN Y MÉXICO

José Alberto Márquez Salazar

En 1990 se celebró en México el encuentro “La experiencia de la libertad” promovido por la revista “Vuelta” y Televisa. En una de las mesas, la filósofa Agnes Heller señaló: “No queremos ya redenciones políticas.” El Muro de Berlín había caído unos años antes.

Para la pensadora húngara, después de la caída del Muro de Berlín, la redención debía buscarse “… en el terreno del arte, en la religión, en la filosofía, en lo que Hegel llamó el Espíritu Absoluto, y no en la política”.

Este 21 de enero se cumplen ciento un años de la muerte de Vladimir I. Lenin. Éste es una de las figuras más controvertibles del siglo XX. Las lecciones que nos da la historia son muy importantes y hay que aprenderlas.

Vladimir I. Lenin fue un pensador y estratega que promovió un régimen de violaciones a los derechos humanos probablemente comparable al del Nacionalsocialismo en Alemania, con Adolfo Hitler. Dictadores hubo desde las dos visiones político/económicas (el socialismo y el capitalismo, si se quiere simplificar).

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De acuerdo con cifras conservadoras, en la entonces Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS) el régimen que construyó después de la Revolución de octubre de 1917, tuvo a más de 90 millones de víctimas.

Pero también, Lenin fue un político pragmático y un estratega al que una parte del espectro de la izquierda sigue, tanto en métodos como en acción colectiva.

En su libro clásico, “Qué hacer” (1902), Lenin plasmó las ideas que lo llevarían al poder entre 1917 y 1922, cuando murió. En éste, planteó las claves del movimiento revolucionario:

1) Construir “una organización de dirigentes estable que guarde la continuidad”.

2) “…cuanto más vasta sea la masa que se incorpore espontáneamente a la lucha… tanto más imperiosa será la necesidad de semejante organización …”

3) “… dicha organización debe estar formada, en lo fundamental, por hombres que hagan de las actividades revolucionarias su profesión”.

4) Incluir en la organización “… a los que hacen de las actividades revolucionarias su profesión y que tengan una preparación profesional en el arte de luchar contra la policía política…” pues así será “…más difícil ´cazar´ a esta organización”.

5) “…tanto mayor será el número de personas de la clase obrera y de las otras clases de la sociedad que podrán participar en el movimiento y colaborar en él de un modo activo”.

Estos ejes fueron el cimiento de la construcción del partido comunista que ganaría el poder en 1917. Lenin, fue un teórico, un organizador y un activista que se apoyó en la teoría marxista. Hoy, muchos partidos políticos han tomado las bases prácticas de la teoría del partido para sus actividades y conquista del poder, al costo que sea.

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La acción desarrollada por el partido sugerido por Lenin, también promovió recursos que hemos visto desarrollarse en el México: la provocación, la propaganda engañosa, la intimidación contras quien no piense de la misma forma, la infiltración en organizaciones sociales e instituciones y la redención política a través del poder.

Con Lenin también se inaugura una época del terror y de la redención basada en las tareas para cumplir con el supuesto objetivo final del qué hacer político a favor del “partido” “del pueblo” de “los obreros” de esa causa suprema que debía llevar a la humanidad a escenarios de igualdad, fraternidad y solidaridad.

Si al principio fueron los ideales, ahora basta con ser fiel al líder, al movimiento, al partido político, a la transformación, a la historia que nos llama hacia el futuro.

Bajo el “terror revolucionario”, Lenin también fue un promotor imprescindible para el “culto a la personalidad” que, lamentablemente, hoy se multiplica en las esferas de la política y en la promoción de las redes sociales y medios de comunicación tradicionales.

Este lunes, Donald Trump se convirtió en el 47 presidente de los Estados Unidos y su discurso inicial advierte una lección leninista: la provocación y el terror. Entre las frases de su alocución escuchamos:

“Dios nos ha permitido volver a hacer de Estados Unidos un país grande de nuevo”

“…será política oficial de Estados Unidos reconocer únicamente dos géneros: masculino y femenino”.

“´Se detendrá de inmediato toda entrada ilegal y comenzaremos a devolver millones de extranjeros criminales”.

¿Dónde está la agenda pública?

El culto a la personalidad en la política, en el arte, en la vida diaria, es una tendencia que el siglo XXI ha fortalecido. Una visión contraria a la pluralidad, a la aceptación del otro, de las diferencias.

Aunque el sistema político de Estados Unidos del norte tiene pesos y contrapesos frente al presidente, con Trump vuelve el culto a la personalidad (Milei, el presidente de Argentina bailando grotescamente). ¿Cómo vamos a desacelerarlo?

Las democracias necesitan contrapesos, necesitan olvidar el culto a la personalidad y a líderes que se dicen impolutos, perfectos e incorruptibles.

México no está lejos de Lenin y de Trump. La frase de Agnes Heller sigue siendo importante: “Lo que podemos hacer es un mundo vivible, un mundo con libertades”. No lo hubo con Lenin, no parece haberlo con Donald Trump.