DESPUÉS DEL TERCER DEBATE

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Foto: La Otra Opinión

Han terminado los debates, de los candidatos presidenciales, de la Ciudad de México y las ocho gubernaturas, de alcaldías y legisladores. Han mostrado, los candidatos, un rostro a los futuros electores del 2 de junio.

Si, la democracia mantiene la deliberación, la discusión, la presentación de propuestas de manera pública, abierta, para contrastar proyectos de nación, de gobierno, de municipios y comunidades, de cómo lograremos desarrollo y seguridad. Cuando se suprime eso, o se pretende imponer un pensamiento único o denostar a los que se oponen en y critican, estamos alejados de la democracia y nos acercamos a la tiranía o a la oligarquía.

Todas las candidaturas se han quedado muy atrás de las expectativas de la ciudadanía, han seguido las estrategias de sus partidos o coaliciones, de los intereses que representan, de sus sueños y aspiraciones y, sin duda de lo que consciente o inconscientemente viven, piensan, dicen y hacen. Han recurrido a todo, a la verdad y la mentira, al insulto y a la convocatoria, al desdén, a la soberbia, al no te veo, ni te escucho y menos, te respondo. A provocar, a llamar por las respuestas, a señalar corruptelas, omisiones y acciones de narcodelincuentes disfrazados de servidores públicos y de la impunidad rampante. A supuestos llamados propositivos, con la sonrisa cínica, al deslinde, a unirse con el oficialismo en lo oscurito y con el disfraz de la crítica y los llamados, un papel mercenario lastimoso, al ritmo de sus canciones de propaganda.

LA DEMOCRACIA NECESARIA

El debate tuvo sus momentos estelares que cada candidato reiteró después en entrevistas y aclaraciones, albergadas por los analistas y comentaristas. Desde luego, se vieron dos opciones más o menos claras: cambio democrático o continuidad que concentra poder, y una difusa tercera de alguien que busca la sobrevivencia partidaria.

El día del debate tuvo el antecedente de la manifestación ciudadana, de reclamos y escaramuzas, de expresiones de inconformidad y coraje, de demandas para satisfacer necesidades, intereses y deseos. La marea rosa logró sus objetivos de hablar al mundo, a México, de convocar a participar y de ir a votar. Había tensión y temor, que fueron superados con la alegría de defender la República, la democracia, la libertad, la vida, la justicia de manera incluyente y a los cuatro vientos. La bandera ondeó en pleno sol. Así fue la fiesta democrática del zócalo, de la marea rosa. A pesar de los ciegos, sordos e insensibles políticos al llamado ciudadano. Después vino el debate, después vendrán las expresiones ilegales unas y abiertamente claras otras, de lo que quieren y temen, de lo que no quieren y defienden desde sus trincheras.

Los ejércitos electorales trabajan en lo suyo, los cierres de campañas van, el llamado al voto masivo está en todos lados, nada es un trámite, todo se defiende, se lucha por conquistar, por convencer y porque cada quien haga de su voluntad, la oportunidad de mantener o cambiar la ruta, de mirar el futuro o el pasado, de evitar mayor violencia, ya sea electoral, social o política.

LO QUE VIENE

Evitar la mayor injerencia de la delincuencia, es defender la estabilidad y gobernabilidad, defender a las personas en todos lados, defender la voluntad soberana, es defender el estado de derecho, para continuar una vida de libertades, desarrollo y seguridad.
Viene la hora de los ciudadanos, de sus minutos de gloria, de sus decisiones. Sigue la intromisión de quienes quieren el río revuelto, para socavar la democracia, el buen gobierno y defender sus intereses poco legales y menos legítimos.

Cada quien sabe qué trae en su morral y que le aprieta en el zapato y así, cada quien sabe cómo y por quién votará, disminuye la corrupción del voto y se dirigen hacia el votante, lo que viene es la hora ciudadana y los minutos del votante, que así sea. Listos? Fuera!