DE APAGONES, INEPTITUDES, COMANDOS Y OTRAS LINDEZAS 

Hace solo unos cuantos días la península de Yucatán se vio afectada en su totalidad por un macroapagón, que nos puso a todos sus habitantes a recordar la genealogía del licenciado Manuel Bartlett Díaz, principalmente la correspondiente a la línea materna.

Algunos dirán que es una exageración tomar una postura tan extrema por algo más de un par de horas sin energía eléctrica. No obstante, quisiera preguntar a esas personas, si han pisado alguna vez nuestra península y tienen idea de lo que significa una temperatura de 44 grados a la sombra, con sensación térmica de 50 y con un 85 por ciento (si no es que más) de humedad.

Iba a decir que es una temperatura de infierno, pero afirmar eso es poca cosa y no alcanza a reflejar el rigor del clima peninsular.

Tal vez a nuestros amables lectores del centro del país (los del norte saben de lo que hablo), les ilustre el siguiente símil: estar a baño María. Es decir, dentro de un recipiente cerrado, que contenga agua o cualquier otro líquido hirviente, que nos cubra en su totalidad. La posibilidad, créanme, no es muy seductora y estando a la intemperie y sin aire acondicionado, nos deja con ánimo de abrir en canal al primero que se nos ponga enfrente.

Así que ya podrán suponer de lo que disfrutamos recientemente por cortesía de la Comisión Federal de Electricidad.

La empresa (de clase mundial, según su publicidad), se apresuró a curarse en salud y culpó a un incendio forestal del percance. Sin embargo, dejó entrever que habrían más apagones, lo que nos dejó con el alma en un hilo, a quienes habitamos en esta región del país.

Y son la inminencia de tales apagones, lo que nos lleva nuevamente a cuestionar la idoneidad del perfil del licenciado Manuel Bartlett Díaz, para estar a cargo de la CFE, toda vez que él lo único que sabe de energía eléctrica es lo que se necesita para provocar la caída del sistema (o sea, nada). Y es ahí donde nos preguntamos si la baraja de opciones de la que disponía el presidente de la república para cubrir la plaza, era tan corta.

Muchos nos preguntamos si no habría alguien que conociera el paño, para poder hacerse cargo de la dependencia; y tomar las decisiones que fueran pertinentes, llegado el caso de una eventualidad. Pero en fin, uno pone, Dios dispone, viene el ganso y todo lo descompone.

Así que a los habitantes del sureste, no nos queda más que encomendarnos a San Isidro Labrador, para que ponga la lluvia y quite el sol y no padezcamos los rigores de la canícula, porque si de confiar nuestra suerte a las capacidades del director de la Comisión se trata, estamos perdidos.

Por otro lado, el ex presidente Fox, aún no sabemos si bajo el influjo de la cannabis o de algún otro alucinógeno, se quejó de que un comando armado se introdujo furtivamente en su propiedad, con aviesas intenciones, situación que lo obligó a responsabilizar del cuidado de su integridad al titular del ejecutivo federal, que ni tardo ni perezoso, instruyó al secretario de la defensa nacional, a efecto de designar una guardia, encargada de la seguridad del ex primer mandatario.

Lo anterior, alebrestó a la chairiza que puebla las redes sociales, que de inmediato reaccionó reprochando al titular del ejecutivo federal, haber asignado de inmediato guardaespaldas. ¡Cuanta razón tenía Umberto Eco!

Por último y para cerrar con broche de oro, la chairada morenaca presente en ambas cámaras, se ha obstinado en imponer a toda costa en el territorio nacional el matrimonio entre homosexuales y el aborto, tildándolos de ser derechos humanos, situación que no solo contraviene todo buen sentido, sino que ofende la sensibilidad y los más caros valores populares. Ante lo anterior, algunos ciudadanos nos aprestamos a la defensa de nuestras instituciones y valores, sin importar la oleada de denuestos y descalificaciones provenientes del lopezobradorismo, que insiste en sus posturas radicales, a fin de conservar su clientela política.

Toca el tiempo de dar la batalla por México, por la familia, la moral y el estado de derecho. No podemos permitir que minorías rijosas impongan sus caprichos a tutiplén, con el consentimiento oficial.

Como decía un personaje de historieta: es hora de pelear. Hay situaciones con las que no es posible transigir y que es preciso defender, aún a costa de la vida, para que los demás se den cuenta. Ojalá no haya necesidad de llegar a esos extremos, pero si fuera menester, estamos listos a hacerlo, con la fuerza de los pacíficos y con las armas de la ley en la mano. Ya veremos muy pronto…

Dios, Patria y Libertad