CONGRUENCIA, POR FAVOR

Especial

Ya lo dijo Johan Wolfgan Von Goethe: “Pensar es fácil. Actuar es difícil. Actuar como uno piensa, es lo más difícil”. Ser congruente, o que nuestras palabras coincidan con nuestras acciones es toda una tarea que requiere de ética, amor propio y temple.

La reflexión sobre la complejidad de la congruencia no es una novedad. El jurista y erudito inglés John Selden en su libro Table-Talk, publicado en 1654 habla de los predicadores y dice: Los predicadores dicen: haz lo que yo digo, no lo que yo hago. Pero si un médico tuviera la misma enfermedad que yo tengo, y me pidiera que hiciera una cosa mientras él hace algo muy distinto ¿podría creerle?

Desde luego que no. Dicho de otra manera, no podemos pedir que obedezcan nuestras palabras, pero que ignoren nuestro comportamiento. Resulta prácticamente imposible creerle a un hipócrita.

¿Podemos creerle a un “ecologista” que tiene un avión privado o a políticos que hablan de las virtudes de las escuelas públicas y envían a sus hijos a escuelas privadas? ¿A un sacerdote que habla de moralidad mientras encubre a pederastas? Ejemplos, tristemente, sobran. 

Lograr tener congruencia es el reto más grande que tenemos los  seres humanos. Se trata de conseguir un balance entre lo que pensamos, creemos, decimos y hacemos. Nada fácil.

Lo cierto es que podemos decir muchas cosas preciosas; hablar con elocuencia de grandes temas, defender tal o cual postura, pero lo que realmente nos define como personas son nuestras acciones. No hay más.

De nada sirve decir que la mujer “es un ser divino” si maltratas a tu pareja. De nada sirve hablar de las virtudes de la honestidad si tú eres deshonesto. Serán tus hechos los que hablen por ti.

Repetir sin cesar “te amo” no significa nada si esas dos palabras no van a acompañadas de hechos que las demuestren. ¿Para qué queremos oír te amo de boca de alguien quién no nos es leal o nos maltrata? Sus palabras podrán ser muy bonitas pero sus acciones nos obligan a alejarnos de ellos.

Vivimos en tiempos en que la incongruencia está por todas partes. Parece que cada vez es más difícil honrar nuestros valores y vivir de acuerdo a ellos. Las redes sociales están inundadas de personas que aplauden o justifican lo antes criticaban.

Nos escudamos bajo el “todo mundo lo hace” lo cual es poco inteligente porque el que todo mundo lo haga, no hace que algo sea correcto. Después de todo, una persona integra será fiel a sus valores, aunque nadie lo esté mirando, a pesar de que todos digan lo contrario o su postura le traiga problemas. 

Como en todo, hay que empezar por uno mismo y ser fieles a nuestros valores, pero también, hay que aprender exigir a los demás la congruencia e integridad, en especial a quienes favorecemos con nuestro voto.

Las “maromas” e incongruencias, se multiplican y seguirán haciéndolo si nosotros no exigimos que se cumpla la palabra dada. Para ser mejores personas y tener una mejor sociedad es imprescindible valorar a la integridad y la congruencia.

“Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas” – Blaise Pascal

Buen domingo a todos.

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