Bejarano regresa a las grandes ligas

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder la vida le vuelve a sonreír al profesor René Bejarano, pues dirá adiós al ostracismo al que lo condenaron los videoescándalos y regresará a los primeros planos de la política nacional. A las grandes ligas, pues.

Va a vigilar el dinero. El dinero fuerte, que baja de la federación a los estados para sus programas de desarrollo.

Tendrá a su cargo una red de 30 mil dirigentes para supervisar al trabajo de los Coordinadores Estatales de Desarrollo, que reemplazarán a los delegados federales.

¿Qué va a hacer en concreto el profesor Bejarano? Lo dice él mismo:

“Vigilar la transparencia y el manejo de los programas sociales que operarán los llamados Coordinadores Estatales del nuevo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador”.

Como ya se anunció, van a desaparecer las delegaciones federales en los estados y en su lugar habrá una sola figura concentradora que representará al presidente de la República en cada entidad.

Esa persona, designada por el Ejecutivo, va a tener un poder igual o más grande que el gobernador pues los estados viven en un 70 u 80 por ciento –cuando menos– de las partidas federales que financian sus programas de desarrollo. Y para que bajen esos recursos se va a necesitar la aprobación del coordinador.

Aquello significa que los gobernadores –para bien o para mal, electos por sus paisanos–, estarán sometidos al poder del representante de AMLO en cada entidad.

Y como AMLO va a concentrar el poder político del país en sus manos, nombrará coordinadores a dirigentes de Morena –como ya se anunció–, ex candidatos derrotados de ese partido, y futuros candidatos al gobierno del estado.

Pero la idea es tejer más fino: crear 300 zonas de desarrollo en el país. Coincidentemente en el país hay 300 distritos electorales.

Van por todo el poder. Y rapidito.

Y ahí es donde entra en juego el profesor Bejarano y su red de dirigentes para vigilar que los programas se cumplan y los recursos “se manejen con transparencia”.

De acuerdo con Morena, el Movimiento Nacional por la Esperanza, que encabeza René Bejarano, operará “una estructura paralela de vicecoordinadores estatales, que se convertirán en una especia de Contraloría Social a fin de que los beneficios lleguen realmente a la gente”, y para atender las 300 zonas en las que se dividirá el país y por donde bajará el dinero de los programas del gobierno, como informa hoy el periodista Víctor Chávez en El Financiero.

Esas 300 zonas, obviamente, son los 300 distritos electorales del país.

Bejarano lo explica mejor que yo: “Tenemos que armar los equipos para armar una estructura en los 300 distritos electorales federales”.

Informa Bejarano que la estrategia, llamada “Pinza”, en la que van a estar políticos y funcionarios por un lado, y la sociedad de cada distrito por el otro lado, tiene por misión “desarmar el antiguo régimen y que no ocurra como cuando hubo alternancia con Vicente Fox, ya que en ese entonces el PAN fortaleció las estructuras del gobierno saliente”.

Si nosotros queremos hacer de verdad los cambios, explicó Bejarano, “necesitamos desarmar las estructuras de corrupción, corporativas y delincuenciales y al mismo tiempo tenemos que armar una estructura”.

El nuevo “método de gestión social, de obra, de inversión, es parecida a la que trabajó aquí en la ciudad Andrés Manuel. De 2000 al 2006 se hicieron mil 300 programas territoriales, uno por cada área vecinal”.

Puesto en blanco y negro: los Coordinadores Estatales anularán a los gobernadores. La estructura de Bejarano va a gestionar los recursos a las 300 zonas de desarrollo (en lenguaje oficial), que no son otra cosa que los 300 distritos electorales del país.

Bejarano será el líder real del partido Morena, y se va a encargar de controlar los 300 distritos electorales con los recursos de la federación.

De diciembre en adelante van a ganar todo. Como en la Ciudad de México.

El partido y el gobierno se vuelven a fusionar en una “pinza”.

Seguramente Bejarano no va a tener cargo formal en el gobierno ni en el partido. Tampoco aparecerá en nómina alguna. Pero estará en el dugout de la “pinza”.

Sólo recibirá instrucciones, vía telefónica, del propietario del equipo.