Este viernes, al más puro estilo antidemocrático se va a imponer al líder único –al iluminado- como dirigente nacional del partido.
Sus leales lo destaparon como en los viejos tiempos.
Y todos sus seguidores, sus más fervientes admiradores, lo aclamarán para que los guíe por el “sendero del triunfo”.
Como en la época del viejo PRI, el más rancio y autoritario, los militantes del partido representarán una versión 2015 del “día de presidente”.
Y es que “el único” tomará las riendas del partido para cabalgar rumbo a las próximas elecciones en un caballo que ellos imaginan imponente, brioso, un verdadero pura sangre.
Todos, peinaditos y bien arreglados, saben que “el que se mueve no sale en la foto”, aunque ellos conocen de antemano que en esa foto sólo podrá salir “el elegido”, el tocado por una mano divina.
Y es que contra las costumbres del mundo moderno -donde los lideres de partidos no pueden ser candidatos-, ellos saben que en su agrupación eso es justo lo que va a ocurrir.
Su nuevo presidente nacional tendrá todo el poder y todos los trucos y trampas, para llegar a la próxima elección presidencial como el número uno.
Sus fieles saben que nadie puede desobedecerlo, ni contradecirlo, porque con todas sus fuerzas, el líder los mandará destruir, hasta verlos acabados. Su estilo es cortar cabezas y hablar para la gradería.
Por eso nadie opina, solo obedecen. Sí, justo como en ese PRI que tanto detestan y, al parecer, extrañan.
Los aplausos, luego de ungir a su líder, llenarán el auditorio. Y todos se mirarán sabiendo que lo que estaba escrito se ha cumplido. El dueño del partido sólo vino a cumplir las formas y a ordenarles con todas las credenciales.
No, lo anterior no ha sido tomado de ningún texto de la época en la que el viejo PRI gobernaba sin contrapesos.
No, en realidad se trata del proceso de simulación de elecciones que lleva a cabo la Morena de Andrés Manuel López Obrador; para elegirlo a él, al “único”, como su dirigente nacional.
