¿Ya se le pasó la dosis a AMLO?

Una de las tácticas empleadas por AMLO para tratar de asegurar su triunfo en la elección del 1 de julio es hacer uso del pragmatismo.

Este es definido en la teoría política como el pensamiento en el que “el único criterio válido para juzgar el valor o la verdad de cualquier doctrina o decisión es su efecto práctico”.

O, como dice el conocido adagio: el fin justifica los medios.

En la visión de López Obrador, el fin es ganar la presidencia de la República. En su perspectiva, ese resultado es el fin.

Así que, ahora, a diferencia de lo que ocurrió en 2006, cuando excluyó de su movimiento a quienes pensaban diferente a él, ahora, en el afán de sumar votos, ha dado la bienvenida a todos los que han querido.

Este proceso comenzó con la alianza electoral con el Partido Encuentro Social (PES), pese a las obvias y claras diferencias ideológicas con Morena.

Y en los últimos días se ha hecho manifiesto en su listado de candidatos plurinominales, en donde incluyó a Napoleón Gómez Urrutia, quien salió huyendo del país al ser acusado de fraude en el manejo de los recursos de los trabajadores mineros, o al expresidente nacional del Partido Acción Nacional, Germán Martínez, por citar sólo los casos más conspicuos.

Se ha dicho y se ha escrito en diversas ocasiones que muchos de sus seguidores piensan que él es una especie de ‘Juan el Bautista’ y que, tras la aceptación de su palabra, sigue la plena purificación, sin importar lo que hayan sido o hayan hecho en el pasado.

La realidad es que más allá de patrones religiosos, lo que ha surgido es un pragmatismo absoluto o cínico, según se le quiera calificar.

La pregunta pertinente, a mi juicio, es si esa estrategia, que le pudo sumar votos y simpatías en el pasado, va a acabar operando en contra del candidato de Morena.

Ayer, Tatiana Clouthier, nada menos que la coordinadora de su campaña, se dijo sorprendida por la inclusión de Gómez Urrutia como candidato plurinominal al Senado, y señaló que puede no ser la única sorprendida.

Y para que no hubiera equívocos, ayer mismo López Obrador escribió en Twitter: “Napoleón G. Urrutia ha sido perseguido y estigmatizado por propaganda oficial y oficiosa”.

Es decir, no hay confusión sino pleno respaldo.

En la entrevista que Gómez Urrutia dio a Adela Micha y que fue transmitida por EL FINANCIERO Bloomberg el 17 de mayo del año pasado, se cuestionó al líder minero si había hablado con López Obrador:

“Por teléfono, en alguna ocasión. En una reunión o dos, de saludarnos, en medio de mucha gente. -¿Cómo estás?- Bien, hay que seguir luchando. Cosas muy generales. Pero yo digo… tal vez el país necesita un cambio verdaderamente, por lo menos que verdaderamente quieran a México”. El guiño era clarísimo.

Creo que sí, que ya se le pasó la mano a AMLO y que esta selección de candidatos plurinominales le va a costar. Va a ahuyentar a potenciales electores.

No sé si los suficientes para que pierda la elección, pero sí tendrá un costo.

El votante que no es incondicional de AMLO se sentirá incómodo con ese séquito. Sabe que López Obrador no es ‘Juan el Bautista’ ni tampoco el mesías y que detrás de su presunta facultad de perdonar, está una ambición que en su desmesura puede estar su naufragio.