VA MI VOTO EN PRENDA…

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Foto: La Otra Opinión

Con el voto el ciudadano premia o castiga, al gobierno, a los partidos, a los candidatos, a sí mismo. El voto es la suma de emociones y razones, de supuestas verdades, del poder de la decisión.

La inercia del votante y de su voto, responde a su compromiso por supuesta deuda, cree que algo debe a quien representa un nombre, un partido o un cargo.

No siempre sabe quién es, ni lo que representa un candidato. El votante promedio sabe del candidato lo que los demás, sus promotores, desean que sepa.

El votante no tiene tiempo para informarse más allá de lo que son, de los intereses que tienen, de sus ventajas y desventajas, de lo que esconden y guardan los candidatos.

DESPUÉS DEL TERCER DEBATE

Desde luego que muchos otros ya han decidido a quienes se van a elegir. El decisionismo se mira al espejo en los últimos cinco minutos de gloria, cuando está el ciudadano ante la boleta, que puede cambiar su reflexión previa, enajenar su futuro o decidir lo que realmente le conviene, ante lo deslumbrante del nombre, del partido y de todo lo que acumula en su momento decisivo, en su trazo de la x, con la que marcará su decisión.
Nadie sabe por quién votarán los demás, hay sospechas en los silencios o evasivas, las especulaciones varían, la incertidumbre es parte de la democracia, es el juego de la política.

Hay estudios, encuestas, tendencias, proyecciones, resultados comprados y especulaciones que pueden justificar el sentido del voto. Sin embargo, el próximo 2 de junio, se despejarán las incógnitas.

Desde luego que ha habido injerencismo, de quienes gobiernan y temen que no sean refrendados sus candidatos; de la propia autoridad electoral que pierde la brújula y está dispuesta a sucumbir ante la presión del poder, de la delincuencia organizada que ya ha votado por sus candidatos y quiere imponer por la fuerza una voluntad ajena; también hay ciudadanos interesados que engañan, presionan, que buscan llevar agua al molino que les imponen o que les conviene.

LA DEMOCRACIA NECESARIA

Ya basta de muertos por la delincuencia que caen día con día, de feminicidios constantes, de niños que caen en garras de los criminales, de adultos mayores que mueren por falta de medicinas, de pacientes de cáncer que fallecen por falta de tratamientos. De rateros y corruptos que dañan a la nación, de sepultureros de instituciones.

En última instancia, el ciudadano decide, toma su conciencia, real, voluntaria o fallida, sabe que tiene consecuencias su decisión, no siempre ve el futuro con claridad, sin supuestos falaces de justificación de lo que puede venir en su beneficio y no siempre en beneficio de los demás.

Entonces, ahora sí, veremos qué cuajó en el ciudadano, si el canto de sirenas lo cambió o no. Sabremos de qué está hecho, si optó por el cambio o la continuidad. Si la presión lo derrotó o actuó con libertad.

Mucho está en juego, proyectos de vida, de nación, futuras políticas de seguridad, de salud, de educación, todo converge en la forma de vida que se desea.

Si quiere mantener el estado de cosas actual, con todo lo que ello significa, o cambiar para explorar otras rutas, que mejoren lo que hay o no hay ahora.

LO QUE VIENE

El ciudadano ha estado expuesto a todas las difíciles situaciones, de inseguridad, inestabilidad, carencia en la atención de salud, mala educación, mentiras y triquiñuelas, saqueos a la nación, corrupción, subdesarrollo, pero ante todo, ahora está en juego, su voluntad soberana, si continúa lo que hay y vive cotidianamente, o no.

Que nadie se queje por lo que haga con su voto, sabe que son tres o seis años, de aquello que va a escoger.

Y así veremos de qué está hecho el votante, la democracia, la decisión tomada. Decía el clásico, que nadie llore después, lo que no supo defender con su voto.

Adoptemos un voto con responsabilidad y compromiso por MéXico.