UNA HISTORIA DE TERROR…

“La satisfacción radica en el esfuerzo, no en el logro. El esfuerzo total es una victoria completa” –Mahatma Gandhi
En este mes de octubre, me llevé un buen susto. No fue nada relacionado a monstruos, brujas o fantasmas, sino un encuentro cercano con un alacrán. Estaba descalza y quitándome la ropa para bañarme cuando lo mire a unos 20 centímetros de mis pies.
Era lo suficientemente grande para que pudiera verlo, a pesar de mi miopía. Tras unos instantes de parálisis pegué un grito y salí corriendo a buscar el matabichos. Por supuesto el Raid no le hizo ni cosquillas, y hubo que recurrir a un zapato para aniquilarlo. Después, para desahogarme, conté la experiencia y pedí ayuda en Twitter.
Los comentarios no tardaron en llegar y junto con ellos, dos recomendaciones de empresas especialistas en fumigaciones por parte de @elsenador. Al día siguiente, a primera hora, me puse en contacto con una de las empresas (llamémosle empresa “A”), vía WhatsApp, como lo indicaba su página web.
Me informaron que necesitaban mi dirección para poder dar informes. Soy un poco reticente a dar mis datos, así que pensé en empezar por datos generales.
– “Vivo cerca de Santa Fe”, escribí.
– “Le pedí su dirección completa”, fue el texto que recibí como respuesta.
Pensando que hablando se entiende la gente (o eso dice un refrán), pregunté si había un número al que pudiera llamarlo.  Como respuesta me mandó varios emoticones riendo. No fue un buen principio. Pero pensando que no se puede juzgar a un empresa por una persona, llamé por teléfono.
La experiencia no fue mejor. La mujer que contestó el teléfono no me explicó mucho del servicio, sólo dijo que los productos que usaban eran de primera calidad (menos mal) y después, tras proporcionarle mi dirección me dio un presupuesto exhorbitante, al que habría que agregar el 16 % de requerir factura y un cargo adicional al pagar con tarjeta de crédito. Le di las gracias y le dije lo pensaría. Una experiencia terrorífica tan poco agradable como mi encuentro con el alacrán.
Llamé a la segunda empresa. Desde el primer momento, la experiencia fue totalmente diferente. La persona que contestó el teléfono, amablemente me hizo varias preguntas sobre el bicho, si había construcciones cercanas y otras preguntas más.
Además me preguntó si vivían mascotas o bebés en casa. Después de mis respuestas, procedió a explicarme todo el procedimiento de fumigación y las razones por las que era conveniente repetirlo.
Me aseguraron que su personal llevaría guantes, cubrebocas y careta. El presupuesto era un 30% menor que con la primera compañía y ya incluía el IVA. Los contraté inmediatamente. Se presentaron al día siguiente exactamente a la hora acordada, para realizar el trabajo. El tema de facturación (que puede ser un verdadero dolor de cabeza) fue eficiente y sencillo, sin cargos adicionales al pagar con tarjeta de crédito. Lo mismo sucedió en la segunda fumigación. Soy un cliente feliz de Fumired y no puedo más que recomendarlos.
Les cuento esta historia porque me sorprendió la diferencia de actitud entre el personal de ambas empresas. Unos con ganas de trabajar y otros sin la menor intención de hacerlo.
Sé que no soy el único cliente en el planeta, pero los trabajadores de la empresa “A” deberían de saber que su empresa no es la única que hace fumigaciones y que la situación económica del país es muy complicada.
Comentándolo en una reunión (vía zoom, desde luego) con unos amigos, me narraron experiencias similares en sus respectivos gremios (diseño y arquitectura). Parecería que hay gente que no quiere, o no le parece importante, dar un buen trato y respuesta oportuna a sus clientes. Sin ganas de chambear, pues.
Aunque trato de ser optimista, no veo que con las medidas que toma el gobierno, podamos contener la pandemia o mejorar la economía pronto. Si en cualquier momento es importante esforzarnos en nuestro trabajo, en los momentos que estamos viviendo, lo es aún más. No es momento para quejas, ni trabajo mal hecho, para quienes tenemos la suerte de tener un trabajo nuestro mantra se resume en dos palabras: échale ganitas. 
Buen domingo a todos.

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