El presidente Andrés Manuel López Obrador no desperdició la oportunidad de volver a exhibir su talante autoritario y dictatorial al amagar con cambiar la Constitución si el Poder Judicial determina –como seguramente ocurrirá– que su reforma eléctrica es inconstitucional.
El jefe del Ejecutivo tiene la facultad y el derecho de enviar al Congreso todas las iniciativas que quiera para cambiar la Constitución o las leyes reglamentarias o secundarias. De hecho, proponer modificaciones al marco jurídico es seguir un camino institucional.
Sin embargo, en el caso que nos ocupa el problema está en la forma. Lo que hizo ayer el primer mandatario durante el púlpito de la mañanera no fue un anuncio, sino un amago. Más que como una alternativa, se entendió como una amenaza.
El amago vino después de varios días de exhibir públicamente al juez segundo de distrito, Juan Pablo Gómez Fierro, y de pedir que sea investigado, por atreverse a suspender la entrada en vigor de las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica promovidas por el presidente.
Y entre líneas, López Obrador afirmó que si los jueces y magistrados determinan que la reforma es inconstitucional, serán “cómplices del robo”, del atraco a la hacienda pública, que hacen los particulares.
En la lógica de López Obrador, si la ley estorba para alcanzar sus fines políticos o afecta sus intereses personales, entonces hay que cambiarla o de plano eliminarla.
Esto ya lo ha llevado a la práctica en varias ocasiones, como cuando hizo aprobar, por la mayoría morenista obediente en el Congreso, la “Ley Taibo”, como se le conoció a la reforma a la Ley Federal de Entidades Paraestatales, a la que se le quitó el candado de que solo mexicanos por nacimiento podían dirigir empresas del Estado.
De esta forma, el escritor obradorista Paco Ignacio Taibo II, mexicano naturalizado que nació en España, pudo acceder a la dirección del Fondo de Cultura Económica.
Esta práctica también la puso en marcha López Obrador para eliminar la Ley Orgánica de la Lotería Nacional para la Asistencia Pública, que impedía la realización de sorteos en especie, lo que hacía imposible rifar el avión presidencial, como quería el presidente.
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En este caso, López Obrador no se conformó con modificar la ley, sino que de plano ordenó su derogación y, mediante una maniobra maquiavélica, fue creado un nuevo organismo denominado Lotería Nacional que ahora se rige por decretos y reglamentos, los cuales ya permiten los sorteos en especie.
Si estuviera en sus manos, el presidente ya habría modificado varios artículos de la Constitución para desaparecer los organismos autónomos que le son incómodos, como el INE, garante de la limpieza de las elecciones, y el INAI, garante la transparencia y la protección de los datos personales.
Pero por fortuna, el presidente no tiene el poder que necesita para modificar a modo la Constitución. Si bien Morena y sus rémoras de ocasión tienen una mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y el Senado para aprobar modificaciones legales, no logran la mayoría calificada que se requiere para reformar la Constitución.
El amago de ayer queda solo como eso, como una amenaza y como una intimidación más al Poder Judicial. Queda también como un elemento que confirma el perfil dictatorial de quien en estos momentos ocupa el cargo de jefe del gobierno y del Estado mexicano.
OFF THE RECORD
**HASTA EN PU…¿QUÉ?
El coordinador de los diputados del PAN en Michoacán, Javier Estrada Cárdenas, se voló la barda al decir que se puede gastar los recursos públicos “hasta en putas”.
La expresión del legislador molestó a mujeres de distintas fuerzas políticas.
Lo relevante del caso es que el CEN del PAN removerá de su cargo al diputado Cárdenas.
Nada que ver con la defensa a ultranza que Morena hace, todavía, de Félix Salgado Macedonio.
**EN OAXACA HACE AIRE
Por cierto, Morena le quitó a Humberto Santos Ramírez la candidatura a la diputación local por el distrito 10 de Oaxaca, ante los señalamientos en el sentido de que promovió un chat en el que se exhibía a mujeres indígenas y se promovía la pornografía.
Bastaron únicamente los señalamientos públicos para que Santos fuera bajado de la contienda.
¿Y Félix?
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