Regresar o no regresar a la escuela… ese es el dilema

Dra. María Elena

“Yo quiero regresar a la escuela porque ya no quiero estar encerrada en mi casa. Tengo ganas de ver mi salón de clases, mi escuela, a mis compañeros en vivo y a mi maestra. Tengo muchas ganas de platicar con ellos pero también tengo miedo de que me vaya a contagiar y que me tengan que poner oxigeno”.

Lo anterior son las declaraciones de una niña de 8 años que está por iniciar el tercer año de primaria y que se debate entre acudir a la escuela o seguir tomando clases en línea desde su casa.

La escuela para el niño no es sólo un centro de aprendizaje, sino además es un lugar para hacer amigos, un espacio de juego. El asistir a la escuela le da la posibilidad a los menores de  poder separase de los padres por un lapso de tiempo permaneciendo en un lugar seguro.

El primer grupo al que pertenece el ser humano es la familia, en donde el bebé desarrolla una total dependencia. Si los cuidados fueron los suficientemente buenos por parte de la madre, el niño a lo largo del desarrollo va a lograr superar este tipo de dependencia y es entonces cuando llega el momento de ingresar a la escuela.

En el colegio, el menor no sólo va a poder acceder al conocimiento de diferentes aspectos teóricos, sino que además, va a adquirir la capacidad de interactuar con otros niños de su edad que actúan y piensan diferente a él,  desarrollando así la capacidad de respetar las opiniones ajenas al descubrir que son diferentes a las suyas.

Para Piaget, esta interacción le da al menor la posibilidad de desarrollar habilidades cognoscitivas que generan la apertura y el ajuste a las opiniones de los demás y la evaluación de los conceptos personales, ambos aspectos contribuyen al desarrollo de las habilidades de interacción social y del conocimiento social.

El aprendizaje, la interacción social, el conocimiento social, el juego en grupo y la separación de los padres son algunas de las bondades que ofrece el asistir a la escuela pero que la pandemia lo ha imposibilitado, reducido la actividad escolar a un aprendizaje teórico y dificultado la posibilidad de interacción con el grupo escolar.

Sin embargo, con el regreso a clases, los niños y los adolescentes se enfrentaron a la disyuntiva de regresar a las clases presenciales o seguir en casa tomando clases en línea.

Los menores que optaron por acudir a la escuela, se encontraron con una escuela muy diferente a la que dejaron en marzo del año pasado en que salieron de vacaciones de semana santa y ya no regresaron.

Encontraron un ambiente escolar en donde no estaban todos sus amigos, pues no todos optaron por el regreso y con los que sí acudieron, tuvieron que mantener la “sana distancia”. En muchas de las escuelas, acudirán sólo dos días y en algunas otras, tres días a la semana.

Además tuvieron que acudir con cubrebocas y careta, lo que dificulta la comunicación. La ansiedad  se hizo presente por el miedo a ser contagiados. No, definitivamente la escuela no es la de antes y aquel medio ambiente escolar que los alumnos dejaron en marzo, la pandemia lo ha cambiado y quizás no exista una gran diferencia en tomar clases presenciales o en línea.