El papa Francisco I, en su visita a los Estados Unidos, pronunció un discurso frente a la Congreso. Ahí, pidió a los legisladores norteamericanos la abolición de la pena de muerte y abordó otros temas de la agenda política de ese país.
¿Qué dijo el papa jesuita? La Otra Opinión reproduce el discurso íntegro.
Les agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes». Me gustaría pensar que lo han hecho porque también yo soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común.
Cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social. La de ustedes como Miembros del Congreso, por medio de la actividad legislativa, consiste en hacer que este País crezca como Nación. Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues éste es el principal desvelo de la política. La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo. La actividad legislativa siempre está basada en la atención al pueblo. A eso han sido invitados, llamados, convocados por las urnas.
Se trata de una tarea que me recuerda la figura de Moisés en una doble perspectiva. Por un lado, el Patriarca y legislador del Pueblo de Israel simboliza la necesidad que tienen los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Por otra parte, la figura de Moisés nos remite directamente a Dios y por lo tanto a la dignidad trascendente del ser humano. Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: ustedes están invitados a proteger, por medio de la ley, la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada rostro.
En esta perspectiva quisiera hoy no sólo dirigirme a ustedes, sino con ustedes y en ustedes a todo el pueblo de los Estados Unidos. Aquí junto con sus Representantes, quisiera tener la oportunidad de dialogar con miles de hombres y mujeres que luchan cada día para trabajar honradamente, para llevar el pan a su casa, para ahorrar y –poco a poco– conseguir una vida mejor para los suyos. Que no se resignan solamente a pagar sus impuestos, sino que –con su servicio silencioso– sostienen la convivencia. Que crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas pero también a través de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados.
Me gustaría dialogar con tantos abuelos que atesoran la sabiduría forjada por los años e intentan de muchas maneras, especialmente a través del voluntariado, compartir sus experiencias y conocimientos. Sé que son muchos los que se jubilan pero no se retiran; siguen activos construyendo esta tierra. Me gustaría dialogar con todos esos jóvenes que luchan por sus deseos nobles y altos, que no se dejan atomizar por las ofertas fáciles, que saben enfrentar situaciones difíciles, fruto muchas veces de la inmadurez de los adultos. Con todos ustedes quisiera dialogar y me gustaría hacerlo a partir de la memoria de su pueblo.
Mi visita tiene lugar en un momento en que los hombres y mujeres de buena voluntad conmemoran el aniversario de algunos ilustres norteamericanos. Salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades propias de los seres humanos, con sus muchas diferencias y límites, estos hombres y mujeres apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor. Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo. Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad. Estos hombres y mujeres nos aportan una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad. Honrar su memoria, en medio de los conflictos, nos ayuda a recuperar, en el hoy de cada día, nuestras reservas culturales.
Me limito a mencionar cuatro de estos ciudadanos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.
Estamos en el ciento cincuenta aniversario del asesinato del Presidente Abraham Lincoln, el defensor de la libertad, que ha trabajado incansablemente para que «esta Nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad». Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad.
Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar. Y, por otra parte, puede generarse una tentación a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos. Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No.
Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy. También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.
El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia.
En estas tierras, las diversas comunidades religiosas han ofrecido una gran ayuda para construir y reforzar la sociedad. Es importante, hoy como en el pasado, que la voz de la fe, que es una voz de fraternidad y de amor, que busca sacar lo mejor de cada persona y de cada sociedad, pueda seguir siendo escuchada. Tal cooperación es un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas sólo con nuevas políticas y consensos sociales.
La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo.
En esta sede quiero recordar también la marcha que, cincuenta años atrás, Martin Luther King encabezó desde Selma a Montgomery, en la campaña por realizar el «sueño» de plenos derechos civiles y políticos para los afro-americanos. Su sueño sigue resonando en nuestros corazones. Me alegro de que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los «sueños». Sueños que movilizan a la acción, a la participación, al compromiso. Sueños que despiertan lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos.
En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes. Trágicamente, los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados. A estos pueblos y a sus naciones, desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento. Aquellos primeros contactos fueron bastantes convulsos y sangrientos, pero es difícil enjuiciar el pasado con los criterios del presente. Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los «vecinos», a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos.
Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mt 7,12).
Esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros. La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo.
Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. Recientemente, mis hermanos Obispos aquí, en los Estados Unidos, han renovado el llamamiento para la abolición de la pena capital. No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación.
En estos tiempos en que las cuestiones sociales son tan importantes, no puedo dejar de nombrar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico. Su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos.
¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional. Al mismo tiempo, quiero alentarlos a recordar cuán cercanos a nosotros son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza. También a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema.
No es necesario repetir que parte de este gran trabajo está constituido por la creación y distribución de la riqueza. El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable. «La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común» (Laudato si’, 129). Y este bien común incluye también la tierra, tema central de la Encíclica que he escrito recientemente para «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común» (ibíd., 3). «Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos» (ibíd., 14).
En Laudato si’, aliento el esfuerzo valiente y responsable para «reorientar el rumbo» (N. 61) y para evitar las más grandes consecuencias que surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos –y este Congreso– están llamados a tener un papel importante. Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una «cultura del cuidado» (ibíd., 231) y una «aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza» (ibíd., 139). La libertad humana es capaz de limitar la técnica (cf. ibíd., 112); de interpelar «nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder» (ibíd., 78); de poner la técnica al «servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral» (ibíd., 112). Sé y confío que sus excelentes instituciones académicas y de investigación pueden hacer una contribución vital en los próximos años.
Un siglo atrás, al inicio de la Gran Guerra, «masacre inútil», en palabras del Papa Benedicto XV, nace otro gran norteamericano, el monje cisterciense Thomas Merton. Él sigue siendo fuente de inspiración espiritual y guía para muchos. En su autobiografía escribió: «Aunque libre por naturaleza y a imagen de Dios, con todo, y a imagen del mundo al cual había venido, también fui prisionero de mi propia violencia y egoísmo. El mundo era trasunto del infierno, abarrotado de hombres como yo, que le amaban y también le aborrecían. Habían nacido para amarle y, sin embargo, vivían con temor y ansias desesperadas y enfrentadas». Merton fue sobre todo un hombre de oración, un pensador que desafió las certezas de su tiempo y abrió horizontes nuevos para las almas y para la Iglesia; fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones.
En tal perspectiva de diálogo, deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad. Un buen político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios (cf. Evangelii gaudium, 222-223).
Igualmente, ser un agente de diálogo y de paz significa estar verdaderamente determinado a atenuar y, en último término, a acabar con los muchos conflictos armados que afligen nuestro mundo. Y sobre esto hemos de ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas.
Tres hijos y una hija de esta tierra, cuatro personas, cuatro sueños: Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios.
Cuatro representantes del pueblo norteamericano.
Terminaré mi visita a su País en Filadelfia, donde participaré en el Encuentro Mundial de las Familias. He querido que en todo este Viaje Apostólico la familia fuese un tema recurrente. Cuán fundamental ha sido la familia en la construcción de este País. Y cuán digna sigue siendo de nuestro apoyo y aliento. No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia.
De modo particular quisiera llamar su atención sobre aquellos componentes de la familia que parecen ser los más vulnerables, es decir, los jóvenes. Muchos tienen delante un futuro lleno de innumerables posibilidades, muchos otros parecen desorientados y sin sentido, prisioneros en un laberinto de violencia, de abuso y desesperación. Sus problemas son nuestros problemas. No nos es posible eludirlos. Hay que afrontarlos juntos, hablar y buscar soluciones más allá del simple tratamiento nominal de las cuestiones. Aun a riesgo de simplificar, podríamos decir que existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia.
Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day en su incesante trabajo; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton.
Me he animado a esbozar algunas de las riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo. Me gustaría que esta alma siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América.
Si el Presidente se reúne con los padres de los 43 normalistas desaparecidos y los asesores de estos, malo, porque lo que les diga el mandatario, no lo creerán y, al contrario, lo van a acusar hasta de lo que no. Y si no los recibe, será peor, porque dirán que hasta se está escondiendo. Así que de los males, el menor, los recibirá (este jueves 24) aunque cada quien se quedará con su verdad.
Y es que sea cual sea la información, explicación y conclusión, oficiales, sobre lo acontecido la Noche de Iguala, de hace casi un año, no tendrá consenso, porque los mexicanos no le creen ni a su propia sombra, porque ante los ojos de millones de ciudadanos gran parte de las instituciones carecen de credibilidad, y porque el asunto se ha politizado a tal grado que, la verdad de lo que ocurrió la tarde y noche de los días 26 y 27 de septiembre del año pasado, y la exigencia de justicia a secas, han pasado a segundo término.
Desde el sacerdote Alejandro Solalinde, hasta la Procuraduría General de la República, pasando por unos cien peritos nacionales y extranjeros, y los testimonios de 111 detenidos, se ha construido una versión, la oficial:
Los 43 normalistas fueron confundidos por la banda de los Guerreros Unidos, con la banda rival, Los Rojos; por ello, con el apoyo del perredista Presidente Municipal de Iguala y la esposa de este, y de la policía de este mismo municipio y el de Cocula, fueron levantados, asesinados, incinerados en el basurero de Cocula y sus cenizas echadas al río San Juan. Y el gobierno estatal, también perredista, no hizo lo suficiente, para impedir la tragedia. Punto.
En el alegato de la PGR no se pone énfasis en el trasiego de heroína, ni en la posible complicidad, de algunos integrantes de los normalistas con bandas del crimen organizado, para no criminalizar, se dijo, a dichos normalistas; Y tampoco se ahonda en el papel jugado en alguna parte del suceso, por algunos personajes del PRD y algunos otros que hoy son del Morena, para no lastimar la relación con algunos hoy ex aliados del gobierno en el llamado Pacto por México.
Por otro lado aparece la versión no oficial, respaldada por los asesores de los padres de los 43 estudiantes, por los propios familiares, y por organizaciones civiles y guerrilleras y medios de comunicación, afines, ideológicamente hablando y, de alguna manera, por el Grupo de Expertos de la CIDH, quienes no dejan de repetir que:
Fue un crimen de Estado, operado por autoridades y policías, locales, estatales y federales y, si los cadáveres de los estudiantes fueron quemados, ello no ocurrió en el basurero de Cocula, sino en los crematorios del ejército. Pero pueden estar vivos. Y el principal responsable de la tragedia, es el Presidente de la República, por lo que si “vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Una versión detallada de esta “verdad”, aparece en el más reciente número de la Revista Proceso. (Una versión más periodística de la otra “verdad”, apareció en la Revista Nexos, de enero pasado).
Y que más quisiera uno, que todos los desaparecidos, los 43 normalistas y los cientos más que tampoco aparecen (lo que sí aparecen son fosas clandestinas, por aquí y por allá, en varios lugares del país), cuyo reclamo casi no se escucha, aparecieran y vivos.
Pero como se ve, salvo que en ambas versiones aparece como actor el crimen organizado, casi no hay punto de encuentro entre ambas “verdades”. Cualquier diálogo será un dialogo de sordos. Y una guerra por ganar las percepciones de los ciudadanos y de la opinión pública, nacional e internacional.
Para enturbiar más el panorama, ya aparece el 2018, es decir, la lucha por el poder – entre otros cargos a disputar dentro de tres años, está la Presidencia de la República – está a la vista y…los intereses de los grandes empresarios, de las bandas del crimen organizado y de los EU también mueven sus hilos, como siempre.
Ojalá esta tragedia, que debería desembocar en justicia para las víctimas, sirva para hacer conciencia en todos, de que este tipo de hechos no deben volver a repetirse, y que es necesario cerrar filas en contra del crimen organizado, el cual se ha colado en la vida social, económica y política (incluido en la llamada izquierda) de la nación. Y esto a nadie conviene. Como tampoco conviene a nadie, provocar más violencia, pues es como echarle mas leña a la hoguera. Y los que pierden son los más desvalidos.
Por lo pronto, todo apunta, como algunos ya sugieren, a que la Noche de Iguala, será a la izquierda, como la Noche de Tlatelolco lo fue al viejo PRI, pues en este caso, la opacidad y la impunidad, se impusieron y en La Noche de Iguala pues, quizá, sea lo mismo.
Porque ¿quién gobernaba el municipio de Iguala cuando ocurrieron los lamentables hechos, quien gobernaba el Estado de Guerrero, cuando ello ocurrió? ¿Quién mandó a los estudiantes desaparecidos, de su escuela Normal directo al matadero? ¿Se está haciendo algo para responder preguntas como estas? O de plano, merced al dictamen del Grupo de Expertos, los 111 detenidos, incluido el Abarca y su esposa, serán liberados? ¡Ah, la noche de Iguala!
¿O ustedes qué opinan, estimados cuatro o cinco lectores?
Notitas:Una.- Que la creación de 6 universidades, como se anuncia, a cargo del Morena, en 6 Delegaciones del DF, ¿no es privatizar la educación superior? ¿Y ello no es una incongruencia con lo que se ha pregonado siempre, o únicamente se trata de conseguir votos para el 2018? Sólo pregunto. Dos.- Que insisto: si los CC. Diputados quieren congraciarse un poco con sus patrones, o sea, con los ciudadanos, deberían aprovechar la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación, para suprimir del mismo, todos los privilegios económicos de que gozan los titulares y los mandos principales, de los tres Poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, en los tres niveles de gobierno, y los de los llamados órganos autónomos. Tres.- Que ¡Pobre del PRD! Su recién Congreso Nacional sirvió para… dividirlo más. El mal que le inocularon desde 1996, sigue minándolo. Cuatro.- Que si viviera, uno de mis ídolos, El Santo, “el enmascarado de Plata”, cumpliría este 23 de septiembre, 98 años. Cinco.- Que en los tiempos de Porfirio Díaz, en la capital del país había 26 ríos. En los tiempos de Lázaro Cárdenas, a casi todos esos ríos, los habían convertido en canales. Y hoy…sólo quedan los nombres de esos caudales y ya falta agua potable en la capirucha. ¿Qué seguirá? Seis.- Que la Coalición de Organizaciones Alternativas, lleva al cabo un Taller de Análisis y Diseño Constitucional. Es el lunes 28 de septiembre, a las 15 horas, en Serapio Rendón 71, 5º. Piso, Colonia San Rafael, cerca de la estación del Metro Revolución, en el DF. Están invitados. Me invitaron a hablar del articulo 122 (DF) y… Siete.- Que hay que recuperar ríos para los capitalinos, sembrar aunque sea un árbol cada año y…hacer ejercicio diario. Todo sea por la salud. Y…de paso adquieran mi libro, “Cuando correteábamos utopías”. No se arrepentirán ¿Va?
Mañana soleada inicio del Otoño. A la entrada en la Casa Blanca en un modesto vehículo de la marca Fiat, el papa jesuita fue saludado con trompetas. El presidente Obama y su esposa Michel le saludaron y de inmediato subieron a un estrado, mientras la banda interpretaba, primero el himno del Vaticano y después, el de Estados Unidos.
En nombre de Michel y mío, bienvenido a la Casa Blanca, dijo Obama.
Y elogió la labor social de la Iglesia y “la personalidad” del papa americano.
“Usted nos recuerda que el mensaje más poderoso de Dios es la misericordia”, le dijo Obama, y lo calificó de “emperador de la paz”.
El presidente agradeció a Jorge Mario Bergoglio su mediación en la apertura a Cuba, su defensa de la libertad religiosa, su apoyo a los inmigrantes y su defensa del medio ambiente, con la enciclica Laudato si’
¡Había en el jardín de la Casa Blanca 15 mil personas, una cifra que dicen los que saben no se había alcanzado en los 200 años de existencia de la Casa Blanca!.
Después habló el primer papa americano, lo hizo en inglés, este es su mensaje:
Buenos días
Señor Presidente:
Le agradezco mucho la bienvenida que me ha dispensado en nombre de todos los ciudadanos estadounidenses. Como hijo de una familia de inmigrantes, me alegra estar en este país, que ha sido construido en gran parte por tales familias. En estos días de encuentro y de diálogo, me gustaría escuchar y compartir muchas de las esperanzas y sueños del pueblo norteamericano.
Durante mi visita, voy a tener el honor de dirigirme al Congreso, donde espero, como un hermano de este País, transmitir palabras de aliento a los encargados de dirigir el futuro político de la Nación en fidelidad a sus principios fundacionales.
También iré a Filadelfia con ocasión del Octavo Encuentro Mundial de las Familias, para celebrar y apoyar a la institución del matrimonio y de la familia en este momento crítico de la historia de nuestra civilización.
Señor Presidente, los católicos estadounidenses, junto con sus conciudadanos, están comprometidos con la construcción de una sociedad verdaderamente tolerante e incluyente, en la que se salvaguarden los derechos de las personas y las comunidades, y se rechace toda forma de discriminación injusta. Como a muchas otras personas de buena voluntad, les preocupa también que los esfuerzos por construir una sociedad justa y sabiamente ordenada respeten sus más profundas inquietudes y su derecho a la libertad religiosa. Libertad, que sigue siendo una de las riquezas más preciadas de este País. Y, como han recordado mis hermanos Obispos de Estados Unidos, todos estamos llamados a estar vigilantes, como buenos ciudadanos, para preservar y defender esa libertad de todo lo que pudiera ponerla en peligro o comprometerla.
Señor Presidente, me complace que usted haya propuesto una iniciativa para reducir la contaminación atmosférica. Reconociendo la urgencia, también a mí me parece evidente que el cambio climático es un problema que no se puede dejar a la próxima generación. Con respecto al cuidado de nuestra «casa común», estamos viviendo en un momento crítico de la historia. Todavía tenemos tiempo para hacer los cambios necesarios para lograr «un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar» (Laudato si’, 13).
Estos cambios exigen que tomemos conciencia seria y responsablemente, no sólo del tipo de mundo que podríamos estar dejando a nuestros hijos, sino también de los millones de personas que viven bajo un sistema que les ha ignorado. Nuestra casa común ha formado parte de este grupo de excluidos, que clama al cielo y afecta fuertemente a nuestros hogares, nuestras ciudades y nuestras sociedades. Usando una frase significativa del reverendo Martin Luther King, podríamos decir que hemos incumplido un pagaré y ahora es el momento de saldarlo.
Nosotros sabemos que la fe nos dice que «el Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común» (Laudato si’, 13). Como cristianos movidos por esta certeza, queremos comprometernos con el cuidado consciente y responsable de nuestra casa común. (Cuba)
Señor Presidente, los esfuerzos realizados recientemente para reparar relaciones rotas y abrir nuevas puertas a la cooperación dentro de nuestra familia humana constituyen pasos positivos en el camino de la reconciliación, la justicia y la libertad.
Me gustaría que todos los hombres y mujeres de buena voluntad de esta gran Nación apoyaran las iniciativas de la comunidad internacional para proteger a los más vulnerables de nuestro mundo y para suscitar modelos integrales e inclusivos de desarrollo, para que nuestros hermanos y hermanas en todas partes gocen de la bendición de la paz y la prosperidad que Dios quiere para todos sus hijos.
Señor Presidente, una vez más, le agradezco su acogida, y tengo puestas grandes esperanzas en estos días en su País. ¡Que Dios bendiga a América!
Después de la ceremonia en el jardín de la Casa Blanca, el papa Francisco entró al interior de la casa para un encuentro privado con Obama., habrá regalos. Sólo ellos sabrán lo que hablen.
La agenda de hoy
-11:00 horas. Encuentro con obispos de EU en la Catedral de San Mateo.
-16:15 horas. Santa Misa para la canonización de Fray Junípero Serra en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción.
Hace horas, un Tribunal Federal negó –por segunda ocasión– la prisión domiciliaria a la señora Elba Esther Gordillo.
De acuerdo con el Magistrado Luis Pérez de la Fuente, la señora Elba Esther Gordillo no califica para recibir el beneficio de la prisión domiciliaria, ¿por qué? Porque al momento de su detención tenía 68 años y no los 70 que marca la ley.
Al botepronto, todo apunta a que el argumento del togado se vendría abajo con el menor cuestionamiento.
Por ejemplo, hace semanas, el narcotraficante Ernesto Fonseca –Don Neto–, salió de prisión y se benefició de la prerrogativa del arresto domiciliario.
El capo dejó la cárcel a los 85 años, luego de 30 años de arresto. Es decir, que llegó a la cárcel con 55 años.
Por eso la pregunta, ¿qué parámetros siguieron los jueces de ambos casos?
¿Por qué a Don Neto sí y a Elba Esther no?
¿Será, acaso, que la justicia no es la misma para unos y para otros?
¿Será, acaso, que existen otros intereses en el caso de Gordillo?
¿Será, acaso, que como hemos dicho desde hace meses, Elba Esther es el preso político del sexenio de Enrique Peña Nieto?
En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal se vive un grosero tráfico de compra de diputados.
Aunque no lo crea.
Los partidos mayoritarios –el PRD y Morena–, intentan comprar lo que los ciudadanos les negaron en las urnas.
Como si se tratara de un mercado o de una subasta, las bancadas amarilla y morena tratan de allegarse el mayor número de legisladores, ¿con qué motivo?
Con la pingüe excusa de convertirse en la primera minoría.
Y es que el arreglo de la ALDF tiene prácticamente empatadas a las bancadas del PRD y Morena. En consecuencia, la batalla entre estos dos bloques no es por una mayoría; en realidad pelean por tener uno o dos votos más que la competencia.
No obstante, en los hechos, ambos partidos tendrían que sumar apoyos del PRI, del PAN o del resto de la chiquillería; claro, si es que pretenden echar a andar un proyecto de ley.
En resumen, los legisladores del PRD y Morena insultan el voto de los capitalinos y lo hacen por una recompensa menor.
Por eso la pregunta, ¿de qué sirvieron los votos? ¿de qué sirvieron las campañas? ¿de qué sirvió la faramalla democrática?
¿No sería más fácil, en todo caso, que los partidos compren sus curules y se repartan espacios hasta donde les permita el dinero público?
El Doctor Alberto Patiño –profesor de religión de la Universidad Iberoamericana–, recordó a este espacio que el término pontífice viene de la palabra puente. Es decir, que un Papa es el encargado de construir puentes. Ya entre países, ya entre religiones, ya entre sociedades.
Por lo anterior, el mismo Doctor Patiño comentó a La Otra Opinión que la gira del Papa Francisco por los Estados Unidos es un puente que lleva a cabo todo tipo de conexiones.
Por ejemplo, el Papa llega a Washington luego de un largo proceso de cabildeo para acercar a los gobiernos de Estados Unidos y Cuba.
El Papa llega a Estados Unidos para llevar la atención a los migrantes indocumentados.
Y el Papa llega a Estados Unidos para dirigirse a la Asamblea General de Naciones Unidas, donde lo escucharán los líderes de todo el mundo.
Es decir, que Francisco viaja a Estados Unidos a cimentar puentes, a construir otros y a pulir los que ha venido construyendo a lo largo de su papado.
Este miércoles, la ex Primera Dama Margarita Zavala, inició una campaña de posicionamiento en redes sociales.
Como hizo hace meses, la esposa de Felipe Calderón publicó un video en su canal de YouTube. En él, la panista cuestionó la situación económica de México, los gastos excesivos de la autoridad y llamó a los diputados a aprobar un presupuesto sensato y transparente.
Por donde se vea, Zavala tiene razón. El gobierno sigue siendo despilfarrador, los escándalos de corrupción se ven por todos lados y los legisladores tienen la obligación de lograr las mejores leyes para los mexicanos.
Sin embargo, Margarita Zavala comete un grave error. Y es que hoy, desde la trinchera ciudadana, cuestiona todo lo que no criticó cuando su esposo fue presidente, cuando ella fue diputada o cuando mantuvo una vida partidista en las filas de Acción Nacional.
Por ejemplo, dice Margarita Zavala que quien tiene que apretarse el cinturón es el gobierno, ¿por qué no se lo dijo a los ex gobernadores panistas de Baja California Sur y de Sonora, los mismos que dejaron el cargo en medio de escándalos de desvíos y de malas prácticas?
Dice Margarita Zavala que los gastos en publicidad del gobierno federal carecen de justificación, ¿por qué no aprovechó su paso por Los Pinos para fomentar una política austera de comunicación? Se sabe que en el último año del sexenio de Calderón, se gastaron 8 mil millones de pesos en publicidad.
Dice Margarita Zavala que el presupuesto de los partidos también debe revisarse con lupa, ¿por qué no se aseguró de que los panistas hicieran buen uso de los recursos que les fueron asignados? ¿qué dijo Zavala cuando estalló el escándalo de los moches?
Dice Margarita Zavala que se debe reducir el dinero que llega a las manos de diputados y de senadores, ¿acaso presentó una iniciativa en la materia cuando fue diputada?
Dice Margarita Zavala que no se deben hacer grandes negocios con el dinero del gobierno, ¿qué opinaría, por ejemplo, del caso Oceanografía?
Finalmente, dice Margarita Zavala que el gobierno debe dejar de poner como pretexto lo que pasa en Grecia o en China, ¿no fueron las condiciones extranjeras, en buena
Contrario a lo que muchos dicen, a lo que muchos piensan y a lo que muchos escriben, la corrupción no es exclusiva de los políticos, de los gobiernos, de los partidos o de la burocracia. En realidad, la corrupción está en todos lados.
Hoy día, la corrupción se encuentra en la empresa, en el deporte, en los medios, en la calle, en las escuelas e incluso en la familia. Si nos detenemos a reflexionar, será evidente que, alguna vez, todos hemos sido corruptos.
O si lo prefiere, que en lo que toca a la corrupción, mientras apuntamos un dedo hacia el servidor público o la figura de autoridad, otros tres señalan a nuestros cercanos o a nosotros mismos.
Lo anterior viene a cuenta porque, hace días, la empresa Volkswagen fue señalada por ocultar sus cifras de emisión de contaminantes.
Según se supo, los automóviles de esta compañía tendrían un programa de computadora que reduciría las emisiones durante las pruebas de verificación. No obstante, una vez terminada la revisión, los vehículos contaminarían hasta 40 veces más que lo permitido.
Es decir, que Volkswagen demostró que la corrupción es constante, es frecuente y está en todos lados. Incluso en el supuesto cuidado al ambiente, en la industria automotriz y en las grandes trasnacionales.
En entrevista para La Otra Opinión, el economista José Luis de la Cruz Gallegos explicó que la trampa de Volkswagen es la consecuencia de una empresa que no cuenta –o no respeta– un código básico de ética.
Es decir, que estamos frente a una compañía que faltó a un aspecto esencial de la responsabilidad empresarial: asegurarse de que la calidad de sus programas de cómputo funcionen de acuerdo a las reglas.
A partir de ahora, continuó el experto, Volkswagen tendrá que lidiar con las sanciones económicas, con los problemas legales, pero también con el detrimento en la imagen de su marca. Es decir, que el verdadero daño será en la credibilidad de la gigante alemana. ¿Por qué?
Porque una empresa que trató de engañar al mundo entero con 11 millones de autos tramposos, perderá buena parte de su capacidad de negociación y de certidumbre en la esfera empresarial.
Si bien, concluyó el Doctor de la Cruz Gallegos, Volkswagen tiene lo necesario para recuperarse y volver a la espiral ascendente que disfrutó durante meses, también es cierto que para lograrlo tendrá que reestructurar, transparentar y ajustar. Pero, sobre todo, Volkswagen deberá cuidar a sus eslabones más débiles: sus empleados.
Muchos hablan del encuentro entre el presidente Enrique Peña y los padres de los 43 normalistas desaparecidos.
En los medios de comunicación se han descrito los temas a tratar, las preguntas a realizar y todo lo relacionado a esta reunión.
Sin embargo, al día de hoy, prácticamente nadie ha respondido a una pregunta básica, ¿con quién se reunirá el presidente? ¿realmente son los padres de los 43 normalistas? ¿qué pruebas existen de que estas personas tienen alguna relación con los jóvenes desaparecidos? ¿quién nos asegura que no se trata de vividores de la protesta que intentan obtener raja política? ¿qué certeza existe de que los individuos que se entrevistarán con el presidente son parientes de los estudiantes de Ayotzinapa?
Lo cierto es que, al día de hoy, nadie ha visto un acta de nacimiento de los 43 normalistas. Es decir, que no existen evidencias legales de que quienes marchan, gritan y viajan por el mundo están vinculados con los estudiantes desaparecidos.
Más aun, tampoco se conoce un reporte, un acta o algún documento que certifique que las familias de los 43 acudieron a un Ministerio Público y denunciaron la desaparición de su familiar.
En otras palabras, que legalmente, no existirían delitos que perseguir.
Por todo esto, si asuntos tan elementales como los aquí expuestos, no han sido resueltos, la pregunta obligada sería, ¿quiénes se reunirán con el presidente Peña? ¿realmente se trata de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos?