#MásPoesía Jaime Labastida

Orden

No sé qué escribiré, nunca he sabido.

Escribo por encargo y he ignorado

quién ordena lo escrito, quién leerá estas palabras.

Una mano me dicta, ciega,

cuanto he de borrar. Por detrás

de mí mismo, un ojo manco, o mudo,

o sin respuesta, le da forma

a mi angustia. Lo que importa

es un ritmo. Te fijarás tan sólo

en el acento exacto, en la sílaba

sexta, la adónica, silbante, o la sáfica,

la heroica, en las desnudas letras

palatales. ¿Y el mundo, entonces?

 

Una gardenia subterránea se derrama

en la página y su perfume dibuja

en el poema un extraño marfil,

con sangre y uñas. El concepto

se funde ahora en una sola y larga,

lenta frase que destruye

al ojo seco que me mira.

 

Escribo porque sí, porque me da la gana.

Pero me gana el mundo y muchos

Muertos se adensan en mi mano.

¿Para ellos escribo, aunque nunca

lo sepan? ¿Para ellos me dicto

cuanto he de escribir? Un mundo

silencioso corrige o enmienda

mis palabras. Me dice: bien,

no borres, añade aquí no sólo

un adjetivo, sino los huesos,

la garganta desnuda, el continente

amargo en el que habitas, este

áspero tiempo en el que vives.

 

Y en ciertas ocasiones obedezco.

 

Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.