¡PACTOS INCONFESABLES ENTRE AMLO Y ZEDILLO!

En 1996, Obrador siguió los pasos del PAN y propuso un amasiato con el gobierno de Zedillo, en abierta traición a Cuauhtémoc Cárdenas

itinerario-aleman
Especial

Primero un ejercicio de imaginación.

Vamos a suponer, por un momento, que el presidente mexicano tiene una pizca de pudor y de vergüenza.

Si así fuera, López Obrador nunca habría formulado, de manera pública, las preguntas que le hizo al ex presidente Ernesto Zedillo, sobre el Fobaproa y respecto a las reformas de pensiones y de ferrocarriles, entre otras.

¿Y por que no habría lanzado esas preguntas?

Por una razón elemental; porque en su momento, Obrador y Zedillo pactaron acuerdos inconfesables que fueron la plataforma de lanzamiento de AMLO a los primeros planos de la política y del poder.

Dicho de otro modo, si López tuviera una pizca de vergüenza y de pudor, debía agradecer que, de no ser por Zedillo, nunca habría llegado a la dirigencia al PRD y menos a la ilegal candidatura de gobierno del antiguo DF.

Y es que, si acudimos a la memoria, sabríamos que, entre 1996 y el año 2000, Zedillo y AMLO pactaron amasiatos políticos que, hicieron presidente del PRD al tabasqueño, luego dieron paso a la democracia electoral y, al final, lo convirtieron en candidato y jefe de gobierno del DF, de manera ilegal.

Sí, esa es la historia negra del amasiato político que tanto López como Zedillo pretenden borrar de su pasado. Pero vamos al detalle fino.

En 1996, Obrador siguió los pasos del PAN y propuso un amasiato con el gobierno de Zedillo, en abierta traición a Cuauhtémoc Cárdenas.

Así lo consignó la nota principal de La Jornada, del 3 de junio de 1996: “Conspiran contra Zedillo: López O.”. La nota daba cuenta de una declaración que AMLO formuló en Misantla, Veracruz, el domingo 2 de junio, en donde proponía “un acuerdo de unidad y apoyo político” al gobierno de Zedillo.

Así lo dijo Obrador: “No queremos alianzas con el presidente Zedillo, deseamos acuerdos donde él se comprometa con el pueblo y con la nación, y nosotros a construir una verdadera transición democrática… queremos acceder al poder, pero no sobre el cadáver de la República”. (Fin de la cita)

La respuesta de Zedillo fue una alianza que convirtió a Obrador en jefe del PRD, en medio de severas críticas por lo que muchos llamaron “la gran traición” a Cuauhtémoc Cárdenas.

Por ejemplo, en su artículo del semanario Proceso, número 1023, del 10 de junio de 1996, titulado: “Lombardismo en el PRD”, Heberto Castillo denunció: “Los bandazos de López Obrador”, y enumeró las incongruencias de un político que se decía de izquierda y pactaba con el PRI.

Al final, López se convirtió en jefe del PRD gracias al aval de Zedillo y, en 1997 su partido ganó el gobierno del DF, con Cárdenas, además de Tlaxcala, Baja California y Zacatecas; éste último con Ricardo Monreal.

Luego, entre 1996 y 1997, los entonces líderes del PAN y del PRD, Felipe Calderón y López Obrador, pactaron con el gobierno federal la más importante reforma electoral de la historia; iniciativa que normalizó la democracia mexicana, que dió vida al IFE, al Tribunal Electoral y garantizó elecciones limpias, confiables y creíbles, con el financiamiento público.  

Un “salto cuántico” que marcó el inicio de la alternancia en el poder en México; que provocó la caída del viejo PRI y que, sobre todo, permitió el arribo a la primera magistratura de un populistas como López Obrador.

Y es que en 1999, AMLO y Zedillo se confabularon para que, de manera ilegal, el tabasqueño consiguiera la candidatura al GDF. Si Zedillo no hubiese cometido tal ilegalidad de ordenarle al IFE del DF pasar por alto la residencia de López, nunca habría sido jefe de gobierno del DF y menos candidato presidencial. 

Lo paradójico es que, 25 años después, Zedillo y Calderón, alertaron al mundo sobre el objetivo de Obrador, de dar muerte a la democracia mexicana.

Resulta que en octubre del 2022, los ex presidentes participaron en el “Foro 20 años de FIL: Democracia y Libertad”, en donde el Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa convocó a quienes alguna vez llamó “los héroes de la construcción de la democracia en México”.

En ese foro, Zedillo fue contundente: “Hay qué decirlo con toda claridad… En nuestros países latinoamericanos se vive una regresión democrática que cumple el ciclo del populismo, despotismo, autoritarismo, fascismo y en algunos casos la dictadura”.

Luego explicó que Latinoamérica vive “la década perdida” –2015-2025–, con un crecimiento económico mediocre, con más pobreza y mayor desigualdad y, sobre todo, cuestionó el deterioro político y social de los gobiernos de la región, “cuyos liderazgos surgen a partir de fórmulas mágicas y culpando a los otros de todos los males”; en clara alusión a López Obrador.

Luego dijo que lo más preocupante es que se reproduce sin freno el ciclo del populismo; “aquel en donde los líderes populistas y demagogos acceden al poder mediante la democracia, pero lo primero que hacen, es atentar contra la propia democracia”. ¿Y cómo lo hacen?, preguntó Zedillo.

Y él mismo respondió: “buscando formas de callar a los críticos, a quienes censuran, persiguen e intimidan, además de debilitando los contrapesos institucionales creados para impedir el abuso en el poder”.

Y volvió a preguntar: “¿Y para qué debilitan la democracia? para cumplir el ciclo del populismo, despotismo, autoritarismo, fascismo y en algunos casos, una dictadura. Y esto hay que decirlo con toda claridad”, sentenció Zedillo.

A su vez, Felipe Calderón también fue lapidario: “Hoy México es una democracia a punto de caer…”, advirtió. Luego enumeró los signos vitales que confirman que la mexicana es una democracia al borde de la muerte.

1.- Explicó que Obrador rechaza el respeto al juego democrático y los mejores ejemplos son sus consultas a mano alzada para tirar el NAIM, para enjuiciar a los ex presidentes y los ataques diarios a INE y a sus consejeros

2.- En el gobierno de AMLO nadie tiene derecho a disentir; los críticos son perseguidos, silenciados y hasta acusados de traición a la patria

3.- En el México de Obrador, además de tolerar a los grupos de presión existe una abierta complicidad entre el crimen organizado y el poder público, al extremo de que en no pocas regiones del país se vive la captura del Estado por parte del crimen.

4.- Por eso, Calderón sintetizó el gobierno de AMLO en tres palabras: populismo, polarización y posverdad.

Por eso llamó a los partidos opositores –PRI, PAN, PRD y MC–, a un ejercicio auténtico para abrir sus puertas a la sociedad y, a partir de un padrón depurado, buscar una candidatura presidencial única.

¿Les queda claro el tamaño de las incongruencias de López Obrador y de las traiciones a la democracia mexicana?

Al tiempo.