El bloqueo de último momento que un grupo de diputados federales de Morena realizó para impedir que la priista Dulce María Sauri Riancho fuera elegida presidenta de la Mesa Directiva de San Lázaro, refleja la guerra civil que se vive dentro del partido en el poder.
Quienes votaron en contra de la planilla encabezada por Sauri Riancho intentaban no solo bloquear a la política yucateca, sino hacer quedar mal al coordinador de la bancada de Morena, Mario Delgado, el cual ya hace sus maletas para mudarse a la dirigencia nacional de este partido.
La línea enviada desde Palacio Nacional era respetar el acuerdo fundacional de la legislatura y hacer que el PRI encabezara la Mesa Directiva durante el tercer año de los trabajos, y todo parecía indicar que eso ocurriría. Por eso, Delgado presumió ante los medios el acuerdo logrado en la Junta de Coordinación Política –encabezada por él— por el que se proponía elegir presidenta a Sauri.
Pero a la hora de la votación, 78 diputados de Morena se le salieron del huacal a Delgado y votaron en contra, sin importarles que al hacerlo contravenían también al presidente Andrés Manuel López Obrador, que por la mañana había dado a entender que la Presidencia de la Mesa debía ser para el PRI.
Ante la división que se dio en la bancada de Morena, a muchos diputados de este partido, incluido el propio Delgado, no les quedó otra opción que abstenerse para evitar que el PRI encabezara los trabajos del último año legislativo con una bancada mayoritaria fracturada. La estrategia fue abrir un espacio de cinco días –los que marca la ley- para operar de mejor manera la sucesión.
Al bloquear el acuerdo político que ya había logrado Delgado, los ultras de Morena que forman parte de la bancada en San Lázaro enviaron el mensaje de que si el coordinador llega a la dirigencia nacional del partido, como se prevé, no tendrá precisamente un día de campo.
La llegada de Mario Delgado a la dirigencia nacional implicará una nueva derrota para los ultras, los cuales no han podido colocarse en los espacios de decisión dentro de las cámaras del Congreso.
La eventual llegada del coordinador parlamentario de Morena en San Lázaro a la dirigencia nacional representará un reposicionamiento interno de los moderados, pero sobre todo del jefe político de Delgado, el canciller Marcelo Ebrard, quien tendrá la posibilidad de palomear las candidaturas a diputados federales en las elecciones del próximo año.
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Los ultras no están dispuestos a dejar pasar esta opción sin raspones. Por eso la maniobra del pasado lunes en San Lázaro y por eso la votación de 12 senadores, encabezados por Martí Batres, en contra de la elección del presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Alta, Eduardo Ramírez Aguilar.
Por eso también la repentina renuncia de Antonio Attolini a la beca que tenía en el IMSS, con la intención de buscar la Secretaría General de Morena, para convertirse en una cuña de los ultras en la nueva dirigencia.
Ultras y moderados están en plena guerra civil. Que a nadie le extrañe que el próximo sábado, cuando se lleve a cabo la nueva votación para elegir a la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el recinto legislativo de San Lázaro se convierta nuevamente en una arena de lucha política entre facciones del partido en el poder.
OFF THE RECORD
**¿YA NO HAY MASACRES?
“Ya no hay torturas, desapariciones, ni masacres”, dijo ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador, durante el mensaje ofrecido con motivo de su segundo informe de gobierno.
Ayer en este espacio documentamos 20 masacres en lo que va de su sexenio. ¿En serio cree que todo mundo se va a tomar el atole con el dedo?
**MACHUCÓN A GERTZ Y A ZALDÍVAR
El primer mandatario no se quedó con las ganas de externar su enfado ante el desaire que recibió de parte del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, y del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, quienes no acudieron a escuchar su mensaje.
Es inusual que personajes de esa talla falten a un evento protocolario, que no oficial, como el realizado ayer en Palacio Nacional.
También es inusual que el primer mandatario haga berrinche por eso y lo externe públicamente.
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