Orfeo
Espejo de la muerte sin retorno,
sombra en la oscuridad menuda actínea
vuelto a mirarte, moradora línea
que vela al sueño el acido contorno.
Forma pura, interior, trabe y adorno,
en la tumba de nácar apolínea
nace de yeso y Venus la broncínea
noche de carne, múltiple soborno.
¡Qué muertes, qué corales, qué petróleos,
qué germen de la luz que se percibe
en la forma, renacen –nuevos óleos-.
Y despiertan en sueños desiguales,
que inerte el cuerpo, fragua de metales,
salva de sueño y muerte lo que vive!
Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.