En este país, las tragedias suelen evidenciar la violación de los derechos humanos: sucedió en 1985 cuando, por el sismo, varios edificios se derrumbaron y descubrieron la explotación de las mujeres “costureras”.
El lamentable deceso de dos jóvenes periodistas (Berenice Giles y Miguel Hernández) por dentro de un festival en el Parque Bicentenario trajo un enfrentamiento entre autoridades para ver quién era responsable de la falta de verificación en materia de protección civil. Gran parte del foco informativo se dirigió a ese tema y a ver cuáles serían las sanciones a los organizadores.
La indignación sobre los jóvenes muertos quedó en sus familiares y amigos y en una breve protesta de otras personas que se dedican al periodismo. Sin embargo, muchos medios de comunicación dejaron de lado las condiciones laborales de Berenice y Miguel con los medios para los que cubrían la nota.
Y es que hay que decirlo, detrás de decenas de “estrellas” de los medios de comunicación hay miles de jóvenes que tienen que esforzarse para cubrir horarios complicados a cambio de salarios miserables. A veces, sin recibir algún apoyo económico. Las y los jóvenes periodistas viven en condiciones precarias mientras una parte de sus jefes están en la burbuja del éxito y con todos los beneficios económicos.
Cuando era adolescente, mis padres me promovieron en varios empleos para que “aprendiera un oficio”. Se trataba de invertir mi tiempo para “aprender”, sin paga. Y así, miles de jóvenes se enfrentaron a la vida laboral sin tener derechos. Lo siguen haciendo.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía están ahí:
“En el primer trimestre de 2024, en México, 54 de cada 100 personas entre 15 y 29 años eran económicamente activas.
25.3 % realizó actividades en ocupaciones de carácter elemental o de apoyo, 16.5 % se ocupó en actividades de tipo profesional o técnicas y 15.6 %, en actividades comerciales.
81 de cada 100 personas jóvenes trabajaron de forma subordinada y asalariada; 10, por su cuenta, 2 fueron empleadoras o empleadores y 7 no percibieron ingresos.
Su salario promedio fue de 33.8 pesos por hora trabajada.”[1]
¿Cómo pueden las personas jóvenes de este país aspirar a un mejor desarrollo si desde los inicios de su vida laboral son explotados?
Recientemente, en una de las páginas de Facebook de alguna facultad de la Universidad Nacional Autónoma de México, una joven preguntó si la carrera de geografía garantizaba empleo. La respuesta de otro participante fue contundente: no te preocupes, en México no vamos a encontrar trabajo y si lo encontramos no será bien remunerado.
Hace menos de veinte años, personas candidatas y candidatos a puestos de elección popular, pregonaban que el futuro de México sería para los jóvenes. Ese México aún no llega por que las personas que, afortunadamente, nacieron en un hogar económicamente estable quizá vivan mejor ahora, pero los que no tuvieron ese privilegio, en su gran mayoría, permanecerán así pese a sus esfuerzos. Las y los jóvenes viven en esta condición.
Gobiernos van y viene, y prometen que las y los jóvenes tendrán más oportunidades. No es así y parece que no será así.
Generar empleos y mejores condiciones laborales no es solamente una responsabilidad del o los gobiernos en turno; es también una responsabilidad de las y los empresarios que solamente van por su ganancia por y no mejores condiciones para las personas que laboran con ellos.
El deceso de Berenice Giles y Miguel Hernández debe indignarnos no solamente porque no los veremos más y sus familiares tendrán un dolor permanente; debe indignarnos por que las condiciones precarias en las que trabajaban son las mismas tienen miles de jóvenes en empresas de comida rápida, en supermercados, como repartidores de comida; debe indignarnos que las y los jóvenes periodistas sean explotados por esa elite de “héroes” nacionales que lucha por la democracia en México.
El gobierno de la Cuarta Transformación prometió, con sus programas, dar a las personas jóvenes mejores condiciones. Sí, las transferencias directas que reciben miles de ellas son buenas y ayudan, pero eso no es suficiente para garantizar un presente y un mejor futuro.
México sigue siendo desigual y arrastra a las personas jóvenes a la precariedad y no es solamente con actitud positiva como ellas saldrán adelante: hay un sistema que hace a los ricos más ricos y a los pobres más pobres.
La defensa de los derechos laborales de miles de jóvenes y contra la explotación por parte de empresas y patrones es una obligación ineludible que no debe dejar pasar la mayoría de MORENA en el Congreso de la Unión. Por qué ellos, porque la oposición sigue en el Holandés Errante por asesinar al albatros de la democracia y honestidad.
Así que no nos indignemos solamente por los decesos de Berenice Giles y Miguel Hernández, indignémonos por las condiciones laborales de los jóvenes periodistas y dejemos que “las vacas sagradas” sigan en su burbuja culpando al gobierno y a los demás, mientras otras y otros hacen la chamba en horas extenuantes, sin mayor reconocimiento y con bajos salarios.
[1] Comunicado de prensa núm. 481/24 9 de agosto de 2024, INEGI [En línea] Estadísticas a propósito del Día Internacional de la Juventud [Consulta: 10 de abril del 2025]