Esta mañana sucedió lo que en este espacio informativo y de opinión ya vislumbraba desde hace poco más de tres años y se confirma lo declarado por el periodista Ricardo Alemán. Elba Esther –liberada este miércoles– fue una perseguida política durante casi todo el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Su detención se dio al más puro estilo de Joaquín García Hernández, “La Quina”, quien se mantuvo a la cabeza del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) desde 1958, y cayó 1989 tras criticar al expresidente Carlos Salinas de Gortari. El llamado “Quinazo”, fue clave para la legitimación del gobierno entrante, cuestionado por la oposición con todo y “caída del sistema” operado por Manuel Bartlett.
Fue hasta 1997 que, “La Quina” recibió la amnistía por parte del gobierno y fue liberado. Murió en 2013 a los 91 años.
Siguiendo con el tema de La Maestra, lo anterior viene a cuentas, toda vez que Ricardo Alemán advertía sobre el proceso legal para que la exdirigente magisterial continuaría –en ese entonces— su juicio penal en la modalidad domiciliaria. En su columna intitulada “Elba Esther, ¿preso político?”, el periodista auguraba lo que al final sucedió dos años más tarde.
Sin embargo, en el texto publicado el 18 de agosto de 2015, Alemán ponía sobre la mesa algo más importante y en el que retaba a la independencia del Poder Judicial, puesto que sería la única manera de saber si el caso de Gordillo se trataba del de un preso político más.
Ricardo Alemán advirtió en ese entonces que, las evidencias de que detrás del proceso judicial contra la profesora, en realidad se trataban de venganza política producto de los acuerdos del Pacto —firmado entre PRI, PAN y PRD con el gobierno de Enrique Peña Nieto—, y que habrían incluido quitar del camino a la otrora poderosa lideresa sindical.
“… está claro que para hacer creíble la reforma educativa surgida del Pacto y para hacerla operativa con la resistencia de un sindicato controlado de manera vertical como el SNTE —en donde la mandona era la profesora Gordillo—, se requirió de una decisión política por parte de las instituciones del Estado mexicano, más que de una acción legal”, aseveró el periodista.
Más allá de las corruptelas de La Maestra, fue así que se decidió quitar del camino a Elba Esther Gordillo, cumplir acuerdos del Pacto, iniciar acción penal y dejarla fuera de la Reforma Educativa y, de paso, legitimar a un gobierno, el cual iniciaba y daba miras a quien “nadie estaría por encima de la ley”.
A La Maestra le “colgaron santitos”. Fue acusada como presunta responsable de los delitos de defraudación fiscal, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
En febrero de 2017, Elba Esther Gordillo dejó la prisión para seguir su proceso judicial en calidad de arresto domiciliario.
El error de la exlideresa sindical fue, quizá, la soberbia. “Creyó que todo el tiempo tendría a sus pies a todos los Presidentes de la República, jefes de partidos y a los gobernadores, a partir de su poder económico y de la movilización social. Y ese pecado le costó la prisión. Es curioso —por ello—, que la detención de la profesora Gordillo no motivó un solo reclamo de ilegalidad. Todos aplaudieron lo que parecía impensable, su encarcelamiento, al tiempo que fue señalada como estandarte del mal”, argumentó en otra columna el periodista Ricardo Alemán.
Hoy, a sus 73 años queda claro que más allá de una supuesta venganza política, una persecución del poder; más allá del cobro de facturas y la presunta inocencia de la señora Gordillo, funcionaron los contrapesos del poder y la aplicación de la justicia.
Es decir, la persecución política concluyó. ¿Por qué? Porque poco o nada puede hacer ya en el caso de la Reforma Educativa y mucho menos, en el proceso electoral que se da finalizado este miércoles, con la entrega de constancia a Andrés Manuel López Obrador como presidente electo.