La verdadera profundidad de la crisis

Especial

Resulta casi imposible seguir la evolución de la pandemia de COVID-19 con los números que proporciona el subsecretario López-Gatell. La confusión es la norma porque se cambian metodologías, se dan cifras de supuestamente hace tres semanas como si fueran actuales. Con el tan llevado y traído modelo Centinela se extrapolan porcentajes que, los matemáticos dicen, están errados.

No sabemos siquiera si el número de muertos es el correcto porque muchos fallecimientos, sobre todo si con anterioridad no se les hizo la prueba de COVID-19, terminan designados como muerte por neumonía atípica. Lo único cierto es que, más allá de la credibilidad de las cifras oficiales, no se han hecho pruebas suficientes (no llegan a cien mil desde el inicio de la pandemia) como para tener una radiografía aproximada de lo que realmente está sucediendo.

Por eso hay que guiarse por otros instrumentos. Y uno de ellos es la acción que toman diversas instituciones ante su percepción de la situación. Es sintomático, por ejemplo, que desde ayer hayan entrado en operación el Plan DN III y el Plan Marina. Apenas el viernes les decíamos aquí que el ejército comenzaría a operar sus hospitales COVID (93 en todo el país, incluyendo los que les trasladaron otras instituciones) en cuanto el sistema público fuera rebasado en más del 80 por ciento de su disponibilidad. Ello iría de la mano con la implementación del plan DN III, el cual implica no sólo la operación hospitalaria, sino una cantidad innumerable de tareas, que van desde la protección de los almacenes de depósito de materiales y su traslado, hasta la entrega de despensas o la repatriación de mexicanos varados en otros países, aunque mucho de eso ya se está haciendo.

Para comprender lo que sucede hay que tomar en cuenta otros aspectos. Lo ocurrido el viernes en Ecatepec, en el Hospital de las Américas, muestra que muchos centros sanitarios están rebasados por las circunstancias y cómo muchos sectores sociales no comprenden la gravedad de lo que estamos viviendo. Y cómo otros están apostando a la manipulación. Que México sea prácticamente el único país donde los médicos y enfermeras (que son celebrados en todo el mundo) tengan que tener protección cuando salen de sus agotadoras horas de trabajo lo confirma. Que los diferentes grupos del narcotráfico estén distribuyendo despensas, con total impunidad, en distintos puntos del país, ocupando los vacíos que deja el Estado, es otra demostración de que se requieren medidas de excepción en una situación de debilidad institucional. Por eso tienen que entrar el DN III y el de Marina, y a partir de allí lograr que las cosas funcionen con mayor orden, coordinación y sensatez.

Pero, también, más allá de las cifras oficiales, esa decisión demuestra que, efectivamente, hemos llegado al pico de la pandemia al mismo tiempo que varios otros países, sobre todo Estados Unidos (a pesar del caos institucional que vive), y Europa, en forma mucho más ordenada, comienzan su proceso de reapertura social y económica, lo que implica que como país debemos reactivar cadenas productivas y comenzar a echar a andar la economía en una situación sanitaria y de seguridad muy compleja.

Y ése es todo un desafío que se debe asumir de lleno porque no puede soslayarse. Cuando las cadenas productivas de Estados Unidos comiencen a trabajar (oficialmente el 14 de mayo, aunque algunas ya comenzaron desde este fin de semana) se tendrán que integrar las mexicanas que son parte de ellas. Pero todo eso debe darse en un ambiente que garantice, por una parte, los mayores márgenes de seguridad sanitaria posible y para eso se necesitan muchas más pruebas, localizadas en ámbitos específicos que nos den un diagnóstico de la situación mucho más certero que los de ahora. Y, por otra parte, seguridad: recuperar los espacios que ante la ausencia del Estado han ganado en estas semanas los grupos criminales, quienes, al mismo tiempo, siguen apostando a la violencia. Las cifras de asesinatos de abril lo confirman.

Es una tarea monumental que se debe hacer con eficiencia y unidad, en una época donde impera el desorden y la polarización.

Te puede interesar | ¡Coronavirus letal! Se registran 117 muertes y 1,434 nuevos casos en México

La embajadora

La exembajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, ha sido enfática en desmentir lo publicado el fin de semana respecto a que el gobierno de su país tenía información que involucraba al exsecretario Genaro García Luna con el cártel de Sinaloa. Insistió en que lo que había eran rumores que nunca pudieron ser corroborados, que eso mismo lo dijo hace meses. Dicen los especialistas que los rumores suelen surgir para condicionar el pensamiento o la conducta de las personas con una finalidad. La diferencia entre información
y rumor debería ser clara para quienes hacemos periodismo, y mucho más para quienes hacen inteligencia. Pero el rumor es la base del infoespectáculo.