“LA MEZQUITA DE SANTA SOFÍA”

Especial
Divida por el estrecho del Bósforo entre dos continentes, uno de los lugares mágicos de este planeta es la ciudad que hoy llamamos Estambul. Ciudad de muchos nombres,  en otros tiempos se conoció como Lygos, Bizancio, Augusta Antonina, Nueva Roma y Constantinopla. Dentro de las maravillas que alberga esa ciudad, la joya de la corona es: Hagia Sofía o Santa Sofía.
Construida por el emperador Justiniano I en 537, su advocación no se refiere a una persona sino a un atributo: la sabiduría. Su enorme cúpula es considerada como el ejemplo perfecto de la arquitectura bizantina, al igual que los mosaicos que la decoran.
Durante casi mil años, la Basílica de la Santa Sabiduría, fue el lugar de culto más importante de la cristiandad. El 29 de mayo de 1453, Mahomet II entró a caballo a Santa Sofía y fue transformada en mezquita. Hay quienes consideran que este acto, marcó el final de la Edad Media.
Dado que los musulmanes no pueden orar en presencia de imágenes, los mosaicos y frescos fueron cubiertos con yeso en vez ser destruidos; –hay que reconocer la sabiduría de muchos de los gobernantes del imperio otomano–, en su lugar se colocaron paneles de caligrafía religiosa árabe y se agregaron cuatro minaretes en el exterior.
Después de la primera guerra mundial, ante la caída del imperio Otomano, Mustafá Kemal “Ataturk” (padre de los Turcos), realizó varias reformas, –como dejar de utilizar el alfabeto árabe para usar el latino–, para convertir a Turquía en un estado laico y moderno. Como parte de este esfuerzo, en 1934 se decretó que Santa Sofía fuese un museo. Un edificio de ambas religiones y sin culto de ninguna.
Esta decisión se consideró un ejemplo de concordia, respeto al patrimonio y creencias. Los preciosos mosaicos bizantinos, después de pasar siglos escondidos bajo el yeso, fueron descubiertos nuevamente. Durante casi un siglo, millones de visitantes pudieron visitar este monumento que fue justamente declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.
En marzo de 2019, Erdoğan hizo el anuncio público de que cambiaría el estatus de Santa Sofía a mezquita. Consideró que Ataturk se había equivocado al convertirla en museo. El 29 de mayo de éste año, el Gobierno turco celebró el 567 aniversario de la conquista otomana de Estambul con una oración islámica en Santa Sofía.
El viernes pasado, la corte de Turquía anuló el decreto de 1934 que convertía Santa Sofía de Estambul en un museo, para reabrir como mezquita. El presidente Recep Tayyip Erdoğan firmó un decreto por el cual Santa Sofía de Estambul será reconvertida en una mezquita.
En principio, el que se convierta en una mezquita no debería representar ningún problema. Hay muchas mezquitas que pueden ser visitadas siguiendo algunas reglas. El presidente Erdogan aseguró que se resguardarían los mosaicos bizantinos y que sólo serían cubiertos durante los servicios. Manifestó es un tema de soberanía y lanzó un comunicado en inglés y árabe cuyas versiones, hay que aclarar, son diferentes.
La decisión del presidente turco ha sido fuertemente criticada por la Unión Europea, la UNESCO, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, entre otros. Hay quienes consideran que es un distractor de Erdogan a los grandes problemas de Turquía.
Las redes sociales arden con argumentos a favor y en contra de la medida. Para algunos Erdogan es un héroe que recupera un patrimonio perdido y mientras que otros lo ven como un Neo-sultán islamista y temen que los mosaicos bizantinos sean irremediablemente tapados o lastimados.
Si bien el asunto puede verse como tema de soberanía, también es cierto que se trata de un patrimonio de la humanidad. El ser “patrimonio de la humanidad” significa es algo tan excepcional que no puede verse confinado a un país, época, religión o persona. Esos lugares y objetos tan excepcionales que no nacieron para tener un dueño, ni para estar escondidos.
Deben poder ser admirados por todos y para aprender de ellos. Son, más que objetos y lugares, testimonios de la grandeza de la humanidad y como tales deben ser respetados.
Esperemos que ese sea el destino de la Mezquita de la Santa Sabiduría en Estambul.
Los dejo con esta frase de Mustafá Kemal Ataturk: “Es un gobernante débil aquel que necesita la religión para mantener su gobierno”.
Buen domingo a todos
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