LA IGLESIA DE SAN IGNACIO, DUBROVNIK

Resulta que mis escaleras fueron utilizadas como locación en la famosa serie Game of Thrones, o Juego de Tronos

Fue a mediados del siglo XVI que empezaron a pensarme. Beccaddeli, obispo de Dubrobnik, pidió a los jesuitas que abrieran una universidad. Pasaría casi un siglo para que los jesuitas consideraran el proyecto. Así, en 1653, comenzó el proyecto bajo la batuta del rector jesuita Gianbattista Canuli.
Empezaron a buscar un lugar idóneo para tener el espacio necesario para construir el colegio, y desde luego, a mí, la iglesia de San Ignacio, en honor a su fundador. Había que demoler algunas casas así que tomó su tiempo.
En esas estábamos, cuando un gran terremoto asoló la ciudad en 1667, lo que hizo que se interrumpiera mi construcción. Quizá para bien, porque cuando se retomó en 1669, los buenos curas pusieron al frente al renombrado arquitecto y pintor jesuita italiano Andrea Pozzo, un maestro del barroco y la ilusión óptica.
Su talento era muy apreciado por los jesuitas y por ello, le encargaron una multitud de proyectos. Entre ellos, el techo de la bóveda de la iglesia de San Ignacio en Roma, en el que Andrea realizó una auténtica obra de arte. Andrea puso manos a la obra y empezó a planearme, tres años tardó en imaginarme, una vez que dio por finalizado el proyecto, comenzaron a levantar mis muros.
Bajo el atento ojo del Maestro Pozzo, poco a poco el proyecto cobró forma. Una plaza central y en lados opuestos estábamos el colegio y yo. El acceso a la plaza era por una magnifica escalera, diseñada por el gran arquitecto italiano, originario de Messina, Pietro Passalacqua, que contaba ya en sus haberes el haber realizado la renovación de la Basílica de Santa Croce en Jerusalén. La escalera de Pietro, quedó tan hermosa que recuerda a la Escalinata de España, que conduce a la Iglesia Trinitá dei Monti en Roma.
Sin falsa modestia puedo decirles que juntos, somos ejemplo de lo mejor de la arquitectura Barroca en Croacia. Andrea me construyó con una sola nave con capillas laterales y un ábside semicircular dividido, decorado por magníficos frescos barrocos del artista siciliano Gaetano García, con escenas de la vida del fundador de la Compañía de Jesús, al que por supuesto me dedicaron. Mis puertas abrieron en 1725. Tristemente, el buen Andrea Pozzo no alcanzó a verme terminada.
Además de los frescos que dibujó Gaetano, cuento con algo único que llama profundamente la atención de mis visitantes: una réplica de la gruta de Lourdes. Cuando la colocaron en el siglo XIX, confieso que no me gustaba, sentía que desentonaba con mi cuidado interior, pero con el tiempo aprendí a amarla por la devoción de los visitantes. Se dice que fue en ese lugar, Lourdes en Francia, donde la Virgen María se le apareció a una joven campesina llamada Bernadette.
Hasta el día de hoy, en mi fachada existen algunos nichos vacíos. No se planeó que estuvieran así, sino que son producto de la mala fortuna. Resulta que el barco que transportaba las esculturas que habían comprado para decorarme naufragó, llevándose al fondo del mar su preciosa carga.
Con el tiempo, la fuerza de la costumbre pudo más que la aspiración al arte: la gente se acostumbró a verme así y se olvidaron los planes para encargar nuevas esculturas.
Sé que parece increíble, pero es cierto. A últimas fechas no es el trabajo de Andrea o Pietro, lo que hacen que me visiten, tampoco el recuerdo de los alumnos destacados que caminaron por la universidad; sino la caminata de una mujer por la escalera. Así tal cual.
Resulta que mis escaleras fueron utilizadas como locación en la famosa serie Game of Thrones, o Juego de Tronos. En mis escaleras se filmó la triste escena en donde Cercei Lannister realizó su infame caminata de la vergüenza.
Hoy, los turistas se agolpan en las escaleras para escuchar el relato de la realización del capítulo. Resulta que fue una doble quien la suplantó a la actriz Lena Headey y durante tres días, caminó desnuda en las calles mientras que la gente le aventaba la comida y basura. La actriz juró que era el peor trabajo de su vida. Como se imaginarán, Duvrobnik es una ciudad pequeña y no se habló de otra cosa durante semanas.
Desde entonces, al ver tantos visitantes hablando de la escena, tengo que confesar que, yo la iglesia de San Ignacio, me pregunto si la afición a una serie, en este siglo XXI es tan fuerte como la fe.
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