La historia se repite… rumbo a la “Dictadura Perfecta” con AMLO

Desde que Mario Vargas Llosa colocó a la “dictadura perfecta” en el mapa, haciendo referencia a los gobiernos mexicanos emanados del PRI —en tiempos del partido único, autoritarismo y nada democrático—, muchos siguen creyendo que el viejo partido tricolor es algo así como el “perro del mal” de la democracia mexicana.

En efecto, el PRI es padre de buena parte de los males que por décadas obstaculizaron la democracia mexicana. Males y taras como “el dedazo”, “la cargada”, el clientelismo, el abusivo uso del dinero público para fines político electorales y, sobre todo, el populismo, entre muchas otras “linduras”.

El pasado domingo 1 de julio, la ciudadanía cansada y decepcionada de los errores de la actual y pasadas administraciones, eligieron a quien se vislumbra, conducirá al país de acuerdo a sus estados de ánimo sin contrapesos políticos con sus fatídicas consecuencias económicas y sociales.

Andrés Manuel López Obrador, es ahora el virtual Presidente electo de México, triunfo que le llevó más de 18 años en culminar gracias al populismo.

Una semana después, este 8 de julio el escritor Francisco Martín Moreno publica en su columna intitulada “De regreso a 1939” de El Universal, cómo una mayoría otorgó su voto a una sola persona con facultades omnímodas. Un suicidio político, sea quien sea quien encabece el Poder Ejecutivo federal.

“La operación cicatriz con los derrotados, con nosotros, los vencidos, quienes nos opusimos con argumentos al arribo de AMLO al poder, debe continuar. Va ser difícil olvidar cuando López Obrador nos llamó ´pirruris´ a quienes protestamos contra los secuestros durante su gestión como jefe de Gobierno, sin olvidar a los ´señoritingos´ ni a los ´fifís´ ni a sus intenciones de derogar la reforma educativa en un país de reprobados”, escribe.

Martín Moreno cuestiona el por qué la decisión del voto en favor de Andrés Manuel, de Morena, quien prácticamente tiene todos los vicios de la “dictadura perfecta” a la que se refirió Vargas Llosa a principios de la década de los 90.

El electorado –justificable– eligió ir a las urnas con ira, con decepción, con hastío y enojo. El resultado: AMLO se llevó “carro completo” en los comicios del pasado 1 de julio y está de vuelta lo que sus simpatizantes tanto detestan. Autoritarismo.

“¿Cómo construir un Estado de Derecho con senadores como Gómez Urrutia o Nestora? ¿Por qué desechar la creación de un consejo ciudadano para nombrar al fiscal anticorrupción y garantizar su autonomía sin aceptar ´sugerencias´ de nadie, en lugar de una terna presidencial a modo sancionable por el Senado?”, cuestiona el escritor en su columna.

Y es que a menos de una semana de ser anunciado como el virtual Presidente electo, López Obrador se ha topado con pared en varios planteamientos que hizo a lo largo de su campaña. Propuestas populistas y ocurrencias que solamente él y su séquito sabían que eran imposibles de llevar a cabo. Pero sus seguidores con una fe ciega y sentimiento de hartazgo se “tragaron” cada una de sus palabras.

Será momento de ir todos juntos por el bien de México, eso sí, siendo críticos de los pasos del fundador de Morena, así como de su virtual gabinete. Estamos en el momento clave para ser partícipes de la democracia y la historia de nuestro gran país.