La guerra de AMLO

La estrategia nacional contra el robo de combustibles cumplió un mes. Al anunciarla, el Presidente López Obrador informó que 80 por ciento del saqueo ocurría dentro de Pemex. La ordeña de ductos era “pantalla”.

Los de antes sabían, no hicieron nada. Ninguna detención hasta ahora. Carpetas de investigación, muchas. Tres exfuncionarios de Pemex en la mira. Mil 684 tomas clandestinas neutralizadas. Gira presidencial para que socios huachicoleros depongan los bidones y se porten bien. Prometen rentas sociales.

Día uno. Primer despliegue, cuatro mil soldados y marinos a vigilar refinerías, ductos, terminales de almacenamiento y centros de distribución. El cuarto de control y monitoreo, arrebatado al sindicato.

Semana uno. Inicia el desabasto de gasolinas en Guanajuato y Jalisco. Por toma de control, la refinería de Celaya disminuye el bombeo en poliductos. Semana dos. Michoacán y Estado de México se contagian, por el poniente llegó a la capital. “No es desabasto, hay combustible, falta distribución”.

Como sea. Imágenes inéditas se hicieron comunes. Largas y lentas filas en gasolineras. Hubo golpes, sobraron gandallas, falta popularizar la cartilla moral de Alfonso Reyes. Por internet aparecen revendedores anónimos, huachicol virtual. “No es desabasto, hay combustible, falta distribución”. 

Conferencias mañaneras, parte de guerra cotidiano. El Presidente es vocero de todo y todos. Funcionarios públicos citados a comparecer ante diputados y senadores los dejan plantados, ayer tuvieron tiempo, permiso. Canonjías propias de la mayoría. 

La escasez se alivió en CDMX. No en Guanajuato, Jalisco y Nuevo León. Pronto, ofrece AMLO. Seiscientas setenta y un pipas vienen de Nueva York y dos mil choferes se reclutan en la Secretaría de la Defensa. Hay emergencia. Excepciones normativas se justifican. El plan contra el robo de combustibles deviene en guerra contra el huachicol. 

Cuatro mil soldados y marinos se convierten en cinco mil y en otro suspiro en más. La “pantalla” que nos dijeron que la ordeña de ductos era, fue más. Los “traviesos” huachicoleros resultaron grandes criminales. Comunidades, rehenes y cómplices; guarida y escudo, el crimen corporativo marca Jalisco Nueva Generación, cártel de Sinaloa o Santa Rosa de Lima, son peligrosos protagonistas.

El Presidente acepta miedo, rechaza cobardía. Lo respaldan pueblo y Fuerzas Armadas. La guerra contra el huachicol es la nueva guerra contra el crimen organizado.

En 2007 Felipe Calderón declaró la primera en Michoacán a solicitud del entonces gobernador, hoy Jefe de Asesores de López Obrador, Lázaro Cárdenas. En 2019 la segunda guerra abarca al menos 7 entidades. A más soldados, más sabotajes. La determinación tiene respaldo mayoritario. Estrategia y táctica se discuten aparte.

Semana tres. Tlahuelilpan, 115 muertos y contando. Infernal lección; además de ilegal, el huachicol es letal. Hasta hoy nadie precisa los costos y beneficios financieros de esta guerra. Moralmente la batalla era y es necesaria e impostergable. México vive la épica contra el robo de combustibles con narrativa de guerra. El saldo de esta nueva cruzada apenas se configura.