En su camino hacia su inminente toma de posesión, Andrés Manuel López Obrador, encuentra en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) un escollo que, al parecer, ya le está dando dolores de cabeza.
Durante su campaña AMLO prometió a todo el magisterio (llámese la CNTE o el SNTE), que derogaría la Reforma Educativa, el tema fue visto con un fin meramente electoral y fue ahí donde la Coordinadora encontró -en el entonces candidato- a su aliado natural. Ahora, como presidente electo, el tabasqueño se sigue manteniendo firme en su decisión, pero ha dejado claro que no entregará el destino de la educación a “radicales de izquierda”, sin mencionar específicamente a la Coordinadora.
El asunto aquí es el dinero, los líderes de la CNTE quieren seguir controlando la nómina magisterial, mientras que el próximo gobierno desea, en palabras de AMLO, que se le pregunte a los maestros si quieren que los estados administren los recursos o, en su defecto, sea el gobierno federal, como lo viene siendo desde 2015 cuando se promulgó la Reforma Educativa.
Por irónico que parezca, para que la administración entrante no pierda el control sobre la Coordinadora debería apegarse a la Reforma Educativa, ya que ésta puso freno a las prácticas de control de plazas y recursos que durante muchos años manejaron sin restricción alguna.
La Coordinadora no ha sido un aliado total de López Obrador; aún en campaña ya venían advirtiendo que si no cumplia con sus promesas los maestros tomarían las calles, algo que en el pasado ya han hecho. Una vez más, desde su elección como presidente, Andrés Manuel López Obrador, se ve en una encrucijada: cumplir a rajatabla lo que propuso, o dar ciertas concesiones y no modificar algunas leyes ya pactadas.
