Lo que ocurrió en el rancho Izaguirre, en Teocaltiche, en Teuchitlán, Jalisco es una grave tragedia, cuyo parangón podría encontrarse solamente en aquellos actos de terror y horror del genocidio realizado por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Si bien han ocurrido actos similares a esta barbarie, como los de las catacumbas o de los fanáticos en Oriente y en otras regiones del mundo, quizás producto de las guerras, en donde se han dado diversos momentos antinaturales a humana, lo que se ha hecho público de Jalisco, en contra de jóvenes, rebasa lo que había ocurrido, por el número de víctimas, por las formas en que fueron llevados y por los actos de sobrevivencia que tuvieron que hacer los capturados.
Es difícil entender la negligencia gubernamental, el exceso del cártel Jalisco en la región, ha llenado de más luto a familias y la sociedad entera.
Las madres buscadoras, con gran persistencia e intervención en este descubrimiento, no han podido salir del asombro que la tragedia ha provocado.
Es deseable que el peso del estado, en investigación, inteligencia y operación, logre identificar y detener a los culpables.
La responsabilidad gubernamental ante la sociedad, coloca con este hecho, diversas cuestiones sobre los vínculos de autoridades locales ante la barbarie.
La sociedad mexicana no puede normalizar estos terribles acontecimientos, nadie puede estar tranquilo ante el impacto de la tragedia. Teocaltiche, queda marcado negativamente por esta situación. Un hecho bárbaro que a todos nos acongoja y responsabiliza.
