José tiene cinco años y debe trabajar como bolero para mantener a su familia

 

Uno de los cuentos más célebres de Anton Chéjof es “Vanka”, donde cuenta la historia de Iván Yúkov o Vanka, un pequeño de nueve años que tras la muerte de su madre debe partir a Moscú a la casa de un zapatero para ser aprendiz de este y así ayudar a su abuelo con su manutención.

El niño escribe una carta en la víspera de navidad a su abuelo, la única familia con la que cuenta, en la que le suplica que le permita regresar a su lado porque la vida en la casa del zapatero es un infierno.

Por medio de la misiva nos enteramos de que Vanka no recibe comida por parte de los amos, mucho menos dinero, pero sí palizas por hacer mal sus labores.

Además, queda en evidencia que el pequeño extraña el campo en el que vive su abuelo y todo lo que éste representa… Pero también se hace notable la inocencia del niño, quien con toda la ilusión envía su carta sin saber que posiblemente nunca llegará a manos de su tutor debido a que ésta no lleva ninguna dirección.

Resulta curioso como esta historia escrita y publicada en el siglo XIX sigue siendo vigente en varios lugares de todo el mundo.

En Oaxaca, por ejemplo, está José, un niño de cinco años que trabaja como bolero en plazas públicas del estado 12 horas al día, de lunes a domingo, con el fin de mantener a su madre y a sus tres hermanos menores.

De acuerdo con información del portal Letra Roja, la madre de José padece artritis reumatoide, lo que le ha provocado deformaciones en las extremidades.

Además sufrió recientemente un derrame cerebral que le inmovilizó la parte izquierda del cuerpo, por lo que está impedida para salir a la calle a ganarse el pan.

El padre de José abandonó a la familia a su suerte, y ahora la cabeza de ésta es el pequeño de cinco años que gana entre 200 y 300 pesos al día.

En el cuento de Chéjov, “Vanka”, el niño pierde su infancia cuando muere su madre y su abuelo se ve en la necesidad de hacerlo aprendiz de un oficio, pues sus ingresos son insuficientes para los dos.

En la vida real, José sin quererlo se convirtió en el único sustento de una familia de cinco miembros que sólo conoce infortunios… Y lo más lamentable de todo es que éste no es el único caso de este tipo que podemos contar, ¿o sí?