A inicios del siglo XX, el escritor mexicano Ángel de Campo escribió la crónica: “¡Hínquense, criaturas, porque está temblando!”, donde narra los momentos previos a un terremoto.
La historia parte con la descripción de los preparativos de la fiesta de cumpleaños del doctor Pastor Sahuaripa, donde la crema y nata de la sociedad está invitada.
Es así como conocemos las identidades de los convidados a la celebración: la viuda de Champerico, la comprometida Flora Duvals y hasta el tío loco Camarena que se la pasa dibujando planos en la azotea.
Todo fluye de maravilla, los chismes, los bailes, los coqueteos, hasta que… los focos de las amplias habitaciones comienzan a tambalearse y la gente empieza a gritar enloquecida porque la tierrita ya cae del techo y es que está temblando y la casa donde el evento del año tiene cabida se está derrumbando.
Al final de la historia, descubrimos que nadie salió herido y que sólo fue el susto la causa de los malestares. Todos están a salvo.
Resulta curioso como en la realidad los desastres naturales son más catastróficos que en la ficción, por ejemplo está el caso del temblor del 85 que el próximo 19 de septiembre conmemora 31 años, y que como resultado dejó centenas de muertos y desaparecidos, además de una ciudad derruida que costó casi una década volver a levantar.
También está el caso de Italia, donde apenas el pasado miércoles 24 de agosto un terremoto sacudió varias localidades de la nación, entre las que se incluye como una de las más afectadas la de Amatrice.
De acuerdo con la información, hasta el momento se tiene el conteo de 278 víctimas mortales. Sin embargo, el número de afectados es incontable, pues miles de personas perdieron todos sus bienes después del sismo.
En la crónica de Ángel de Campo, “¡Hínquense, criaturas, porque está temblando!”, se deja de lado el tono trágico para contar sólo una anécdota.
En la vida real no puede aplicarse la misma fórmula, pues además de que el hecho es reciente, la situación podría ser mucho peor de la que se conoce por ahora, ¿o no?
