Hijos de políticos, blanco del crimen

Luego de la lamentable muerte de la estudiante Valeria Cruz Medel, hija de la diputada morenista, Carmen Medel, la indignación de los mexicanos se ha hecho presente en redes sociales, pero no por el crimen como tal, sino por la inmediata respuesta de las autoridades al localizar al presunto asesino al cabo de unas horas.

En un país en donde la burocracia es el pan de cada día, donde cada copia tiene un valor significativo, donde tienes que hacer filas de horas para poder denunciar algún delito y donde “nunca procede” la demanda, la sociedad clama justicia por todas esas personas que día a día tienen la misma suerte que Valeria.

Si bien es una noticia triste, la diputada no ha sido la única en sufrir un altercado de este tipo. Personajes como Jaime Rodríguez “El Bronco”, ex candidato independiente a la presidencia de la República, perdió a su hijo, Jaime Lizenco Rodríguez Gutiérrez, de 27 años de edad fue hallado muerto en un barranco en el municipio de Galeana.

De igual manera, Hugo Alberto Wallace Miranda, hijo de Isabel Miranda de Wallace, quien fue privado de su libertad y después asesinado por Jacobo Tagle en el año 2005. Fernando Martí, hijo del empresario Alejandro Martí, sufrió la misma suerte al ser secuestrado en su camino a la escuela secundaria, luego de 53 días sin ver la luz del sol el menor fue encontrado el cuerpo en la delegación Coyoacán en la cajuela de un vehículo.

Silvia Vargas, una joven de 18 años de edad e hija del ex titular de la Comisión Nacional del Deporte, Nelson Vargas, tras 15 meses de una ardua búsqueda fue encontrada sin vida en el pueblo de San Miguel Xicalco, Tlalpan. Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, sufrió la misma pena al enterarse del asesinato de su hijo, José Eduardo Moreira, el ex mandatario aseguró que todo se trató de una venganza del crimen organizado.

Finalmente, el poeta y activista Javier Sicilia sufrió la muerte de su hijo, Juan Francisco Sicilia Ortega de 24 años de edad; fue hallado junto a otros seis cadáveres en Temixco, Morelos.

Tantos ejemplos podrían citarse, pero el verdadero problema es que la inseguridad cada vez es mayor, la ciudadanía sale a sus actividades con el miedo de no volver a ver a sus seres queridos y las autoridades sólo trabajan para unos pocos.